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El fiscal pide hasta 39 años de cárcel por una agresión neonazi a antifascistas

La fiscalía acusa a 16 supuestos neonazis de realizar "una cacería" después de un concierto Los hechos ocurrieron el 23 de marzo de 2012 en Manresa, en Barcelona

El fiscal pide penas de entre 37 y 39 años de cárcel para 13 supuestos neonazis acusados de la agresión a un grupo de personas que habían acudido en marzo de 2012 a un festival antifascista en Manresa (Barcelona), a dos de las cuales intentaron matar en una "cacería" que organizaron como venganza.

El fiscal acusa a un total de 16 supuestos neonazis: a tres de ellos por un delito de asociación ilícita y a los otros 13 también de dos tentativas de asesinato, dos de lesiones con instrumento peligroso, uno de daños poniendo en peligro la vida o la integridad de personas, uno de desórdenes públicos y uno de tenencia de armas prohibidas.

Los hechos ocurrieron el 23 de marzo de 2012, cuando los acusados se dirigieron a los alrededores de la sala Stroika de Manresa, donde se iba a celebrar un concierto antifascista, para vengarse por una anterior agresión que había sufrido un compañero suyo en un acto de la extrema derecha.

Según el fiscal, los acusados —junto a un menor que ya ha sido condenado por estos hechos—, integraban una banda criminal compuesta por jóvenes skins de ideología nacionalsocialista, que tenía como objetivo difundir el nazismo a través de la violencia y confrontar con grupos o personas ideológicamente rivales y buscar víctimas por su ideología, estética, raza, etnia u orientación sexual.

En su escrito, el fiscal detalla que los acusados, algunos militantes de formaciones ultras como Movimiento Social Republicano (MSR), Alianza por la Unidad Nacional y Plataforma por Cataluña, defendían a ultranza la supremacía de la raza aria y buscaban crear entre la población sentimientos de hostilidad, animadversión y agresividad contra sus enemigos. Según el ministerio público, en la "cacería" o "noche de caza" que organizaron el 23 de marzo de 2012, los acusados llevaron barras de hierro, bengalas, puños americanos y otros instrumentos peligrosos, "con el fin de apalear, matando si fuese preciso, a cualquiera de los asistentes al concierto que se les pusiese por delante".

"Querían todos ellos acabar con la vida de dichos asistentes, o cuanto menos, aceptaban dicha posibilidad", sostiene el fiscal. Una vez en Manresa, los acusados, tapados con capuchas y pasamontañas, atacaron de forma sorpresiva, súbita e inesperada a dos jóvenes, en una "emboscada" en la que les sometieron a todo tipo de golpes "con ánimo de acabar con la vida de estos".

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Una de las dos víctimas de este primer ataque sufrió una fractura craneal que, según el fiscal, era una lesión mortal, ya que sin tratamiento sanitario urgente le hubiese provocado la muerte, mientras que el otro herido también sufrió lesiones en la cabeza. Tras esta primera doble paliza, los acusados se dirigieron hacia un vehículo estacionado en las inmediaciones de la sala Stroika, donde se habían escondido un grupo de tres jóvenes temerosos por su presencia en el lugar, según el fiscal.

Uno de los asaltantes arrojó una bengala encendida en el interior del vehículo, por lo que uno de los jóvenes salió corriendo, para evitar las quemaduras, momento en el que los asaltantes le golpearon en la cabeza, provocándole también heridas. Además, otro de los agresores intentó golpear con un puño americano a otro joven antifascista, al que no logró causarle heridas de consideración ya que pudo esquivar parcialmente el golpe.

Para tres de los dieciséis procesados, el fiscal pide cinco años y medio de cárcel, por asociación ilícita, ya que prefirieron no participar en la "cacería" por el temor de ser reconocidos, ya que cuando se dirigían a Manresa fueron identificados en un control de la Guardia Civil.

Según el fiscal, el líder del grupo era Javier C.M., —para quien pide la mayor condena, de 39 años de cárcel—, que fue candidato en las elecciones al Parlament de Cataluña de 2003 por el MSR. En su escrito, el fiscal detalla que todos los acusados ofrecían una estética militar propia de los grupos de skinhead, llevaban la cabeza rapada y algunos de ellos tenían tatuado su cuerpo con cruces celtas, esvásticas o el retrato de Hitler.

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