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Arte salvado de los escombros

Los terremotos en Italia han dañado 1.300 edificios históricos y 400 iglesias con piezas valiosas La población e instituciones han rescatado más de 400 obras

Los bomberos rescatan un cuadro de Guido Reni de la Collegiata di Santa Maria Maggiore.
Los bomberos rescatan un cuadro de Guido Reni de la Collegiata di Santa Maria Maggiore.EFE

Bajo los soportales que recorren Pieve di Cento circula una leyenda: hace muchos siglos, los vecinos del pueblo de al lado intentaron llevarse el crucifijo de la Collegiata de Santa Maria Maggiore. Cuando el carro alcanzó la puerta de la aldea, las bestias rehusaron seguir. Cuentan algunos de los 7.000 pobladores de esta localidad, a 40 kilómetros de Bolonia, que los mismos animales se dieron la vuelta y restituyeron al párroco la milagrosa reliquia. Algo similar pasó cuando el terremoto del 29 de mayo tumbó la cúpula de la iglesia: una avalancha de ladrillos y tejas cubrió parte de su nave central y hubo que plantearse adónde trasladar las obras contenidas en su interior. Los vecinos se negaron a cederlas a otros pueblos o instituciones.

Esta semana, los bomberos sacaron el crucifijo, la Asunción de la Virgen de Guido Reni del año 1600 (4x3 metros de altura), la Anunciación de Guercino de 1646 (3x2 metros de altura) y otros lienzos de menor importancia. Después, una procesión de 1.500 ciudadanos las veló hasta el Museo Magi 900, un espacio privado dedicado al arte contemporáneo.

Carla de Francesco, representante de la delegación del Ministerio de Cultura en Emilia Romaña tiene encima del escritorio una lista de más de 1.300 edificios históricos dañados, 400 iglesias afectadas, 150 campanarios en estado ruinoso, en los que se aprecia un pasado próspero. Los bomberos ya han rescatado unas 400 obras. En Crevalcore han salvado del castillo de la ciudad —fechado en el 700—, lienzos del pintor de la Contrarreforma Agostino Carracci (1557-1602) y un valioso cristal paleocristiano. En San Francesco, en Mirandola, sacaron los cuadros de la familia Pico, cuyo miembro más célebre fue el filósofo humanista Giovanni (1463-1494). A través de la cúpula derruida de la iglesia de San Felice se extrajo un tríptico de Bernardino Loschi (1460- 1540). En la localidad de San Carlo, se rescataron en condiciones pésimas algunos lienzos de la escuela de Guercino (1591-1666), que se encontraban en el oratorio Ghisilieri.

La mayoría de estas piezas se trasladaron al Palacio Ducal de Sassuolo (Módena), que presume de tener un salón seguro, además de un taller de restauración. Algunos Ayuntamientos han conseguido mantener sus bienes, como es el caso de Pieve y Cento.

El rescate de las vírgenes y del Cristo de Pieve se ha convertido en el símbolo de una tierra azotada por el terremoto que, tras llorar a los 24 fallecidos, dar cobijo a 15.000 desplazados, apuntalar centenares de edificios y enumerar daños por 5.000 millones de euros, ahora cuenta las heridas de su patrimonio cultural. “No se trata solo de tutelar bienes de inestimable valor artístico y económico [la Anunciación de Guercino está asegurada por seis millones de euros y la Asunción de Reni por cuatro], sino de preservar la memoria colectiva, la identidad de esta gente”, comenta De Francesco.

Las cuatro iglesias de Pieve están precintadas, la misa se da en el campo de fútbol detrás de Santa Maria Maggiore, el templo principal del lugar. La amplia explanada rebosa de personas mientras los bomberos intentan vaciarla. El alcalde Sergio Maccagnani y el párroco Polo Rossi con los encargados de planificar la restauración. “Podría durar unos 10 años y requerir de una inversión de millones de euros”, dice el alcalde mientras el párroco afirma que se trata del “icono del pueblo”.

El coleccionista y empresario jubilado Giulio Bargellini, de 80 años, abrió las puertas de su museo del siglo XX a los maestros de antaño. “Desde que era pequeño recuerdo las procesiones detrás del crucifijo o el Guido Reni tras el altar. Aquí controlo humedad, luz y temperatura y cumplo con las medidas antisísmicas: tengo todas las cartas en regla para protegerlos”, dice al referirse al Cristo de madera, unos 15 lienzos, además de las dos joyas de Reni y Guercino.

Las obras de la Collegiata están ilesas. “Milagrosamente”, afirmaba un grupo de pensionistas parapetado con gorros y bicicletas en la plaza del pueblo. Solo se han cubierto de polvo y necesitarán una buena limpieza. Hasta que el momento de la restauración llegue, reposan empapeladas contra la pared del enorme salón que ocupa la planta baja del museo. “En septiembre vamos a inaugurar una ruta para poder visitar las obras. Me conmueve pensar que artistas tan lejanos hablen entre ellos: Guido Reni saluda a Modigliani o De Chirico le agradece su enseñanza a Guercino”, dice en voz baja el director, como si no quisiera interrumpir este diálogo imaginario.

“Aquí guardábamos la colección más importante de Guercino: 270 obras, de las cuales 150 son del maestro nacido aquí y de su taller”, comenta Fausto Gozzi, director de “lo que queda” de la Pinacoteca de Cento. Con un casco amarillo y la escolta de tres bomberos, cruza las salas desnudas del palacio que desde hacía cuatro siglos albergaba la colección municipal. El terremoto rompió las cornisas, hirió las paredes y movió los umbrales, ahora reforzados con pilares de madera. Las obras están a salvo en la “caja fuerte”, un par de locales en la planta baja. “Las trajimos hasta aquí a hombros mientras las escaleras temblaban por las réplicas. Teníamos que salvarlas”, dice emocionado Daniele Voi, jefe local de los bomberos.

Desde el 30 de mayo, vírgenes floridas, niños regordetes y santos arrugados yacen junto a dibujos, trozos de frescos y estatuas en madera o en barro coloreado. También reposa la Aparición de Jesús a su madre, que Guercino estaba pintando en 1629, cuando Velázquez llegó hasta aquí para conocerle.

Cento, con sus 36.000 habitantes y una extensión de unos 20 kilómetros, también resultó afectado por los seísmos. Al igual que los otros centros “tuvo más importancia en el pasado que ahora”, comenta su alcalde, Piero Lodi. “San Felice sul Panaro, Finale Emilia, Cento, Carpi, Mirandola, son el espejo de la Italia media, de cómo su larga historia dejó huellas en localidades que no son Roma, Florencia o Venecia”, explica la delegada del Ministerio de Cultura. “Estos lugares fueron fundados en la época romana, luego, en el medievo, crearon sus fortalezas y compitieron entre sí en la época de las Signorie a través de monumentos, palacios y obras de arte”, cuenta De Francesca. Después pasarían a estar dominadas por los Estensi (señores de Ferrara) y el Estado pontificio, y el consiguiente desarrollo artístico y económico. “Son tierras muy cultivadas, y cada comunidad, aunque fuesen tres familias, tenía su propio templo”, concluye la delegada.

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