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TEATRO

Con papá en el escenario

Un actor y su padre ofrecen un mágico juego sobre la identidad en La Seca de Barcelona

Jacinto Antón
Una escena de 'Assolutamente solo'.
Una escena de 'Assolutamente solo'.DARIO LASAGNI

¿Uno o dos? Todo, desde su título, parece indicar que Assolutamente solo es un one man showcentrado en un empleo extraordinariamente virtuosista del transformismo. En el espectáculo, un hombre comparte escenario con su padre de tal forma que parece que es él mismo el que también interpreta, de manera sensacional, al progenitor, incluso cuando ambos se engarzan en un tango. Pero la verdadera gracia del asunto —y no menos curioso— es que en realidad hay de verdad dos personas en escena: David Batignani, de 38 años, y su padre Mario Batignani, de 67, ambos originarios de Florencia. El primero actor profesional, el segundo invitado por su hijo a participar en el singular juego escénico.

La pieza que se presenta por primera vez fuera de Italia en la sala Joan Brossa del teatro La Seca de Barcelona del 3 al 14 de junio es, según David, una meditación sobre la identidad, la relación padre-hijo y la huella del paso del tiempo. La obra utiliza la magia como hilo conductor y bucea en las raíces históricas del fregolismo, un género parateatral de gran arraigo en Italia y muy querido por el poeta Joan Brossa, precisamente.

El padre es escaparatista jubilado sin experiencia actoral previa

Montaje elegante, de gesto cuidado y gran conocimiento de las artes y tradiciones escénicas, lleno de ironía y abierto a sinfín de interpretaciones, Assolutamente solo es también, como explica David Batignani, una reflexión sobre el falso protagonismo que se arroga el actor en el escenario "cuando en realidad son muchas las personas que trabajan a su alrededor".

El actor florentino lleva dos años viviendo en Barcelona y para representar el espectáculo, estrenado en 2010 y del que han ofrecido en su país una veintena de representaciones, se ha traído a su padre, escaparatista jubilado que no tenía ninguna experiencia actoral previa. "La propuesta es, al revés de lo usual, hacer creer que hay una sola persona en escena cuando en realidad somos dos, dos haciendo creer que somos uno", explica David. "Todos los momentos de cambio del uno por el otro parecen números de transformismo o ilusionismo, algunos realmente imposibles".

Al actor y director no le importa desvelar el juego ya de entrada porque lo interesante es el virtuosismo que se desarrolla en escena buscando que el espectador llegue a dudar si son de verdad dos. De los números de magia recalca que él no es mago —y su padre ni te digo—, "la magia es solo una excusa para emplear un lenguaje distinto, salir de territorio conocido, pero proporciona un juego muy entretenido para el público, y a mí me encanta". David ha recurrido mucho al transformismo, los cambios de vestuario vertiginosos, un género que es muy apreciado en Italia, con estrellas como Arturo Brachetti, considerado el artista que se cambia de ropa más rápido del mundo. Brachetti, por supuesto, sigue los pasos del gran maestro romano Leopoldo Fregoli (1867-1936), que empezó a desarrollar sus habilidades transformistas, lo que hay que ver, cuando cumplía el servicio militar en 1887 en Massawa, en la entonces colonia italiana de Eritrea.

"Se me hace raro, desaparecen los usos normales de la relación"

Más allá de la técnica, la obra propone reflexionar sobre las identidades de hijo y padre, e invita a hacerlo de manera lúdica e irónica. La idea, dice David Batignani, se le ocurrió al mirar una foto de su padre cuando tenía la edad de él. "Me di cuenta de que somos muy parecidos y de que de ahí se podía sacar un juego escénico, sobreponiendo las dos figuras, la del padre y la del hijo". Primero pensó en jugar con el equívoco y mostrar una especie de flash back en directo, mostrando cómo una persona rejuvenecía ante los mismos ojos del público, pero al final optó por "el tema universal del padre y el hijo". ¿Y cómo es llevar a escena a tu padre?, le pregunto. David ríe. "Para él es fácil, ha entrado completamente en el papel; a veces pasa nervios pero son muy distintos de los del actor profesional, solo cuando vienen a verlo familiares o amigos. Ha sido más difícil para mí, porque no puedo mostrar incertidumbre ante mi padre".

El actor recuerda que actuar con los progenitores no es tan poco habitual: "Es corriente en el circo, claro, donde las generaciones coinciden en la pista, y hay casos como el de la bailarina Sonia Gómez con su madre (Mi madre y yo)". Vittorio Gassman y su hijo Alessandro subieron juntos al escenario en Affabulazione de Pasolini, montada por el propio Gassman padre y que se vio en el Mercat de les Flors en 1987. En todo caso, actuar con tu padre, "se me hace raro, desaparecen todos los usos normales de la relación"; no obstante, salir de los roles comunes resulta en buena manera "liberador". La cosa tiene una indudable lectura freudiana. "Probablemente sale algo, pero yo no he querido tomar muy decididamente esa dirección, que cado uno reflexione lo que quiera en ese sentido". La función dura una hora y en ella se escuchan músicas de diferentes épocas y un fragmento ad hoc de La Traviata con Alfredo y su padre Germont ("Padre mio!", "Mio figlio!, ah quanto soffri") . "Para mi padre actuar en Assolutamente solo es un hecho aislado. No, no creo que salte de aquí a Goldoni, ¡pero nunca se sabe!".

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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