_
_
_
_
_

Djokovic y Nadal se citan en la Chatrier

Se retan por las semifinales (16.00, Eurosport) en un pulso de elevada carga emocional, enmarcado en un escenario en el que la sensación espacial se multiplica

Alejandro Ciriza
Nadal, durante un partido en la Philippe Chatrier.
Nadal, durante un partido en la Philippe Chatrier.YOAN VALAT (EFE)

Tal vez sea trivial, un fotograma anecdótico, producto del azar. Puede, pero ahí va. Ayer, mientras el viento hacía diabluras por todo Roland Garros –tres personas resultaron heridas por la caída de una mampara metálica en la pista central–, Rafael Nadal y su equipo mataban el rato durante el entrenamiento, a la espera de que el vendaval se diera una tregua y les permitiera continuar. Carlos Costa, agente del número siete, y Toni, tío y preparador, jugaban a la petanca con una serie de pelotas desperdigadas sobre la arena de la pista 12. Una bola, y otra, y otra más. Nada. Varios intentos, pero ninguno atinaba demasiado.

Hay morbillo. Estamos pendientes de si Rafa pierde o Nole le gana" Garbiñe Muguruza

Sentado en la banqueta, Nadal observaba la escena con resignación, hasta que el técnico le desafió: “Demuestra, Rafael”. Sin levantarse, este dio un leve toque con el pie izquierdo y la pelota giró lentamente hasta detenerse junto a otra que hacía las veces de boliche. Bingo. Y, acto seguido, la risa socarrona del campeón. “Cuando queráis, aquí estoy”, les dijo de forma burlona Nadal, que al final tuvo que prolongar su puesta a punto de cara al duelo de los cuartos (16.00, Eurosport) contra Novak Djokovic en unas pistas subterráneas.

Más información
Octavos: Sudores fríos en París
David Ferrer, una garantía de cuartos
Muguruza tropieza con Safarova
Kuerten: "Nadie ama París como yo"
Copa Davis: Alonso, el capitán en la sombra

Por fin, llegó el día. El gran día. El partido. “Hay morbillo, todo el mundo lo sabe. Toda la gente está pendiente de si Rafa pierde Roland Garros o de si Djokovic lo gana de una vez. Es una locura”, admite Garbiñe Muguruza, siempre risueña, en una frase que recoge la esencia de lo que se pregunta la calle, el circuito, los jugadores; los propios protagonistas, incluso. “Lo mejor es que se juegue ya. Luego, ganaré o perderé, pero la vida continuará. El ganador solo será semifinalista, no dormirá con el trofeo”, decía Nadal hace dos días, tras batir a Sock.

“Será largo y difícil para los dos. Yo confío en Rafael”, señalaba ayer Toni. Los hay quienes apuntan a los números del serbio, cinco títulos en 2015, favorito en las apuestas, indiscutible número uno; los hay esos que inciden en el factor emocional, en la extrema confianza actual de Nole y a los altibajos (salpicados de ansiedad) de Nadal; están aquellos que miran a los precedentes (23-20 a favor del balear, 14-5 sobre polvo de ladrillo); y, también, están los incondicionales que se agarran al embrujo del santuario, de la Philippe Chatrier.

Djokovic, durante su partido de octavos.
Djokovic, durante su partido de octavos.IAN LANGSDON (EFE)

Allí, Djokovic nunca le ha batido al de Manacor. 6-0 para el español y las magulladuras anímicas del serbio. “Parece que ahí hay que hacer un esfuerzo doble para ganarle”, reconoce. “Tienes la sensación de que los espacios aumentan y de que la pelota pesa más. Es perfecta para él. Solo ha perdido un partido ahí [ante Soderling, en 2009]”, recuerda Nole. “Pierdes las referencias”, detalla Nicolás Almagro. Y ejemplifica Toni: “Es como el golf. ¿Qué cambia cuando el green está rodeado de agua o de césped? Cuando está rodeado de agua es el mismo, pero tiras menos veces al green. Es una pista tan grande que cambia tu percepción del espacio”.

Tienes la sensación de que la distancia crece y de que la bola pesa más" Novak Djokovic

Ahí, rodeado por esos 14.911 espectadores, en medio de ese rectángulo en el que todo se sobredimensiona, Nadal se agiganta y Djokovic mengua cada vez que le ve al otro lado de la red. “Es complicado coger las distancias, pero yo me siento cómodo”, reconoce el primero. Llega ahora el serbio como rey, con una superioridad abrumadora sobre el resto. Sin embargo, esa pista alberga muchos momentos de gloria para Nadal. Es cuestión de creer. A veces, como en la petanca, la pelota llega al buen destino.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_