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RELIGIÓN

'El cardenal Joseph Ratzinger, prefecto del ex Santo Oficio, critica duramente los resultados del Concilio Vaticano II

Juan Arias

El cardenal alemán Joseph Ratzinger, prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio, máxima autoridad doctrinal de la Iglesia católica después del Papa, ha arremetido contra los resultados del Concilio Vaticano II. En una larga entrevista concedida al semanario Jesús habla de la urgencia de una "restauración" en la Iglesia, critica a las conferencias episcopales y a los teólogos norteamericanos, califica de "regímenes de terror" a algunas religiones no cristianas, pone en guardia contra el peligro de un concilio africano y admite la existencia personal del demonio. Las declaraciones del llamado gendarme del papa Wojtyla han causado gran impacto en el Vaticano, sobre todo en los ambientes más progresistas que inspiran al secretario de Estado, el cardenal Casaroli.

Las afirmaciones de Ratzinger, teólogo y primer alemán a la cabeza de la congregación más importante de la curia romana, de la que el verdadero presidente es el mismo Papa, son un resumen en una entrevista de varias horas que será publicada como un libro.Uno de los capítulos más desconcertantes y, que no dejará de levantar polvareda es aquél en que ataca a las conferencias episcopales y en que pide que se vuelva al régimen antiguo de conceder más poder a cada obispo. "Las conferencias episcopales", afirma. textualmente Ratzinger, "no tienen base teológica, como acaece al revés con cada obispo, sino una base práctica, concreta: será importante no olvidarlo. En muchas conferencias episcopales el espíritu del grupo, quizá el deseo de vivir en paz o incluso el conformismo empujan a las mayorías a aceptar pasivamente las posiciones de las minorías audaces". Y añade: "A partir de la crisis de 1968 se advirtió la necesidad de crear obispos abiertos al mundo, pero también capaces de oponerse a sus tendencias negativas... Es necesario, pues, devolver a los obispos el poder en sus propias diócesis, liberándoles de las estructuras demasiado burocráticas de las conferencias episcopales".

Vaticano II

Por lo que se refiere al Concilio Vaticano II, Ratzinger afirma: "Los resultados se presentan cruelmente opuestos a las esperanzas de todos". Y añade: "Nos esperábamos una nueva unidad católica y se ha acabado en un diseño que ha pasado de la autocrítica a la autodestrucción. Se esperaba un nuevo entusiasmo y se ha acabado en el descorazonamiento y en el aburrimiento".

Y concluye que el período posconciliar ha sido "decididamente negativo para la Iglesia católica". Para toda la Iglesia, ya que el prefecto del ex Santo Oficio afirma que existe una crisis de la fe en todos los continentes con una sola excepción: la de los países comunistas, donde "la Iglesia está perseguida".

En América Latina la crisis se debe, según Ratzinger, a las "sugestiones marxistas" y afirma que es imposible el diálogo con los teólogos de la liberación, "que aceptan el mito ilusorio de la lucha de clases, que bloquea las reformas y agrava la miseria y las injusticias". En Europa y Estados Unidos, la crisis está en el "permisivismo moral" y culpa a los teólogos norte americanos, que "no han sabido presentar la ética católica como razonable". En el Tercer Mundo hacen precaria la fe católica los "indigenismos discutibles" y alerta contra el peligro de un concilio africano, como desearían muchos obispos indígenas.

Lo que hace falta hoy, dice Ratzinger, es la creación urgente de obispos "que sepan oponer con fuerza a las tendencias negativas del mundo", ya que, afirma, "no conoce ni la Iglesia ni el mundo quien piense que estas dos realidades puedan encontrarse sin conflictos o incluso mezclándose". Por tanto, es Urgente oponerse "a muchas tendencias de la cultura que nos rodea, renunciando a cierta solidaridad posconciliar demasiado eufórica".

Durísima también la afirmación de Ratzinger cuando juzga a las otras religiones: "Después del Concilio", dice, "se ha enfatizado demasiado el valor, de los otros. El paganismo sereno, inocente, es uno de los tantos mitos de la edad contemporánea. Existe una presencia activa del demonio, del que sólo Cristo puede liberarnos. Por eso debemos continuar anunciándolo a aquellos regímenes de terror que son con frecuencia las religiones no cristianas".

Las primeras reacciones en la curia romana han sido de sorpresa. Se preguntan algunos si es prudente que un personaje como Ratzinger, encargado de vigilar la ortodoxia católica, se exponga de este modo en público, dando la impresión de querer estigmatizar nada menos que al mismo Concilio Vaticano II y criticar a las conferencias episcopales, que son la única estructura democrática instituida por el Concilio en el interior de la Iglesia. Y todos se preguntan si tal entrevista habrá sido publicada con el consentimiento del Papa o a sus espaldas, aunque se asegura que hoy el cardenal Ratzinger es el hombre de mayor confianza de Juan Pablo II y su verdadero bastón teológico.

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