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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Islamismo a la turca

TURQUÍA Es desde ayer base de un incierto e interesante experimento político. El Partido del Bienestar (Refah), de Necmettin Erbakan, se ha convertido en la primera formación islamista que llega al Gobierno de un país musulmán por procedimientos democráticos y que se compromete a respetar un marco pluralista.Nadie puede predecir cómo funcionará el experimento. El Refah ha sido la fuerza más votada en las últimas elecciones (21,7% de los sufragios en las legislativas de diciembre), pero está muy lejos de poder gobernar en solitario. Tras un primer fracaso en enero, Erbakan ha conseguido ahora formar Gobierno merced a su alianza con el laico, prooccidental y conservador Partido de la Recta Vía de la ex primera ministra Tansu Çiller. Se trata de una extraña relación, puesto que ambos líderes se insultaban mutuamente hasta hace unos días. La fragilidad de este matrimonio de conveniencia se ve acentuada por el hecho de que su aprobación parlamentaria necesitó ayer el apoyo de los diputados de un minoritario grupo de extrema derecha, en medio de una agitada sesión parlamentaria en la que no faltaron acusaciones de compra de votos.

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Erbakan, primer jefe de Gobierno islamista de la Turquía moderna

Por primera vez desde la fundación por Ataturk de un Estado laico y republicano sobre los restos del imperio otomano, el líder de una formación abiertamente confesional alcanza la jefatura del Gobierno. Y lo hace en plena crisis nacional. Turquía lleva cierto tiempo sumergida en un clima de desgobierno, corrupción, inflación desbocada y extrema violencia, generada por la guerrilla y el terrorismo kurdos y las durísimas réplicas oficiales. Todo ello, sumado al masivo éxodo rural a las grandes ciudades, la falta de expectativas económicas y sociales de los jóvenes, y las insuficiencias en materia de democracia y derechos humanos, ha constituido el caldo de cultivo del populismo islamista de Erbakan. Este, que tuvo experiencias de gobierno en los años setenta, ha sabido presentar a Refah como una formación moderada dentro de los parámetros integristas y con reputación de seria, honesta y disciplinada.

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Ante la llegada al poder de Refah, aunque sea en régimen (le coalición, algunos demócratas han vuelto sus ojos al Ejército -que ya protagonizó un golpe de Estado en 1980 y sigue constituyendo un poder autónomo- para que ejerza el papeI de salvador de los fundamentos de la república laica fundada por Ataturk. Otros, en cambio, creen que vale la pena dejar que siga su curso el experimento de la integración del islamismo político en el juego democrático. Piensan que es posible que el ejercicio del poder atempere a Refah tanto en su política interior como en sus relaciones internacionales. Un argumento a favor de esa teoría es lo ocurrido en Estambul, Ankara y otras ciudades turcas, donde los islamistas ostentan las alcaldías desde su victoria en los comicios municipales de marzo de 1994. Tayyp Erdogan, alcalde de Estambul, se ha ganado en los últimos dos años fama de gestor eficaz e incorruptible y no ha impuesto en la ciudad ni la ley seca ni el uso obligatorio del velo femenino.

Turquía es un país de gran importancia en el equilibrio mundial. Es el único miembro islámico en la OTAN, aspira a entrar en la Unión Europea, con la que ya está asociada, y se sitúa en un cruce (le caminos -Balcanes, Cáucaso, Oriente Próximo- triplemente conflictivo. Es muy probable que su nuevo Gobierno presente dos caras: una, encarnada por Çiller, que mira sonriente y sin velo hacia Estados Unidos y la Unión Europea; otra, la de Erbakan, que intenta seducir a los musulmanes de Oriente Próximo. La nueva situación de Turquía requiere paciencia, inteligencia y atención por parte de sus interlocutores europeos.

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