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TERRORISMO ISLÁMICO EN EGIPTO

Un integrismo sin ayatolás

Ángeles Espinosa

El último episodio de violencia vivido en Egipto hace que, como cada vez que se produce un atentado atribuido al radicalismo islámico, se piense en Irán. El triunfo de su Revolución Islámica ha proyectado la imagen del islamismo como algo genuinamente iraní. Nada más lejos de la realidad. El integrismo nació en Egipto, tal como reconoce Hala Mustafa, una de las máximas expertas de ese país en el fenómeno islámico."Aquí se constituyó la fraternidad de los Hermanos Musulmanes y aquí está en juego el futuro político del mundo árabe", ha repetido una y otra vez Mustafa. En efecto, fue en los años treinta cuando Hasan al Banna formó esa organización política con el objetivo de lograr Gobiernos islámicos para los musulmanes. Y en él coinciden todas las organizaciones integristas para las que ha servido de modelo dentro y fuera de Egipto.

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Hoy, la hermandad está prohibida como tal, aunque tolerada. Sus miembros se dedican a actividades de carácter social y suelen asociarse a otros partidos políticos para participar en las elecciones. Cuentan con varias decenas de diputados en la presente legislatura. Pero ni esa labor ni su situación de permisividad sin reconocimiento satisfacen a los sectores más radicales del islamismo. Así han surgido diversos grupos terroristas, el más antiguo y activo de los cuales es la Gamaa Islamiya (literalmente Asamblea o Agrupación Islámica).

Esa organización estuvo detrás del asesinato del presidente Anuar el Sadat en 1981, fecha desde la que Egipto se encuentra en estado de emergencia. Más recientemente, en 1990 se responsabilizó de la muerte del presidente del Parlamento, Rifaat Mahgoub. Y en todo ese tiempo no ha dejado de arrinconar y atacar a los coptos (cristianos egipcios). En los últimos cinco años, su nombre ha tenido una mayor proyección internacional al firmar la mayoría de los atentados contra turistas cometidos en Egipto, incluido el de ayer.

Con todo, y a pesar de su penetración social, el islamismo no ha alcanzado en Egipto la envergadura que logró en Irán. Ni las condiciones políticas, ni la religiosidad de uno y otro pueblo son las mismas. En tanto que los iraníes siguen la rama shií del islam (inicialmente una herejía de los seguidores de Alí, el yerno de Mahoma), los egipcios siguen la Sunna o tradición, la rama ortodoxa, en principio mucho menos proclive a los radicalismos.

El objetivo último de las más estrictas interpretaciones del islam es, sin embargo, el mismo, vengan desde el shiísmo o desde el sunismo: un Gobierno que aplique la sharia (ley islámica). Por eso no han faltado análisis que han establecido conexiones entre el Gobierno de los ayatolás y los movimientos integristas del resto del mundo musulmán. Tales informaciones enfriaron durante mucho tiempo las relaciones entre Teherán y El Cairo.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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