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Pakistán da el cerrojazo a sus relaciones con el régimen talibán

Los viejos tiempos de entendimiento y complicidad de Pakistán y el Afganistán de los talibanes parecen tener los días contados. El ministro de Exteriores paquistaní, Abdul Sattar, lo dijo ayer en rueda de prensa con toda la claridad que la diplomacia permite: 'No tendremos relaciones ni habrá negocios entre el Gobierno de Pakistán y sea lo que sea que quede del Gobierno talibán'.

Acto seguido, Abdul Sattar quitó hierro a sus palabras añadiendo: 'Las relaciones entre Pakistán y Afganistán continúan y se mantendrán de acuerdo con nuestras mejores intenciones'. El Gobierno paquistaní también anunció el cierre del consulado talibán en Peshawar, ciudad situada al oeste del país, en la carretera principal que conduce a Kabul. A principios de mes fue cerrado el consulado de los monjes-soldado en Karachi.

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No obstante, y pese a las palabras del ministro de Exteriores, aún permanecen abiertas la Embajada de los talibanes en Islamabad y su consulado de Quetta, en la frontera sur con Afganistán.

Pakistán era uno de los tres países junto con Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos que había reconocido al Gobierno talibán, cuando el movimiento integrista controlaba el 90% de Afganistán. Ahora, después de varias semanas de bombardeos norteamericanos y de una cadena de derrotas militares ante las fuerzas de la Alianza del Norte, las cosas han cambiado. Sattar basó este cambio en la comprensión paquistaní de la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que pretende crear en Afganistán un Gobierno en el que estén representadas todas las facciones y etnias afganas. El ministro de Exteriores paquistaní afirmó que su Gobierno no es hostil a ninguna de ellas y destacó la conveniencia de que la ONU celebre una conferencia sobre el futuro de Afganistán fuera del país.

El Gobierno de Pakistán, principal apoyo de los talibanes durante años, anunció desde el primer momento su respaldo a la campaña contra el terrorismo internacional y retiró su delegación diplomática en Afganistán antes incluso de que comenzaran los bombardeos. Sin embargo, permitió que siguiera abierta la Embajada talibán en Islamabad porque, se justificó, serviría para que el resto de mundo tuviera algún contacto con el movimiento integrista. De hecho, el embajador talibán, el mulá Abdul Salam Zaeff, cuyo rostro se ha hecho popular estas semanas por su permanente sonrisa y porque suele aparecer acompañado por un traductor con un parche en un ojo, estaba trabajando ayer en la legación diplomática.

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