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Los demócratas lanzan la 'guerra interna' contra Bush por su política económica

El partido opositor aborda un año electoral clave marcado por la guerra contra el terrorismo

Enric González

La campaña presidencial de Bill Clinton en 1992 se articuló en torno a una jaculatoria laica: 'Es la economía, estúpido'. Clinton llegó a la Casa Blanca porque su rival, George Bush, reciente vencedor de la guerra del Golfo, se olvidó de la economía. Otro Bush ocupa ahora la presidencia y libra en Afganistán una guerra aparentemente victoriosa, pero Estados Unidos inicia un año electoral y la economía vuelve al primer plano. El senador Tom Daschle, líder de la oposición demócrata, lanzó ayer la primera salva de la campaña con un discurso en el que desveló su estrategia: elogiar sin límites la tarea de George W. Bush en la lucha contra el terrorismo y golpearle en su flanco más débil: la gestión económica.

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En noviembre habrá que elegir una nueva Cámara de Representantes, un tercio de los senadores y decenas de gobernadores. Los demócratas tienen una mayoría de uno en la Cámara alta, y los republicanos ganan por seis en la Cámara baja. Ambos partidos aspiran a adquirir la hegemonía en el Congreso. Se trata, pues, de unas elecciones de gran importancia, marcadas por una circunstancia atípica: Bush inicia el segundo año de su mandato, una fase en que normalmente la popularidad presidencial va a la baja, con un prestigio espectacular. Los demócratas tendrán que realizar un ejercicio de funambulismo político para hacer frente a los republicanos sin criticar frontalmente a Bush, que en su función de comandante en jefe es, hoy por hoy, virtualmente inatacable.

Las dos guerras

El plan ideado por el senador Daschle se basa en la concepción de 'las dos guerras'. Ayer, en su primer discurso electoral, afirmó que Estados Unidos libraba 'una guerra en el exterior', en la que Bush realizaba 'un trabajo espléndido', y una 'guerra en el interior', contra la recesión, que sólo los demócratas podían ganar. Daschle, que se juega mucho en noviembre (un buen resultado de su partido le convertiría en máximo presidenciable demócrata para el año 2004), echó mano del legado de Bill Clinton para distinguir entre 'la responsabilidad fiscal', 'la eliminación del déficit', los superávit presupuestarios y los 'estímulos a la productividad' que permitieron 'una década de prosperidad', cuyo mérito atribuyó a los demócratas, y la situación económica que ha caracterizado la presidencia de Bush: recesión desde marzo, desempleo creciente y un retorno a los déficit agravado por un recorte de impuestos 'irresponsable'. Como Clinton en 1992, Daschle quiere caracterizar al Partido Demócrata como el partido fiable y capaz de cuadrar las cuentas, y a los republicanos como el 'brazo político' de los multimillonarios.

Durante los próximos meses, Daschle y su partido plantearán a los electores la necesidad de un Washington bicéfalo, con una Casa Blanca republicana dedicada a librar guerras y combatir el terrorismo y un Congreso demócrata centrado en gestionar la economía. Tras meses de supuesta unidad parlamentaria, con una falsa unanimidad forzada por el impacto de los atentados, el retorno a las luchas partidistas es recibido con efervescencia en un Capitolio harto de permanecer eclipsado por el fortalecimiento del poder ejecutivo.

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Los republicanos, encabezados por el propio Bush, tienen también decididas las cartas que jugarán. Según ellos, la recesión se cocía ya en los últimos meses de Clinton y las dificultades económicas se agravaron a consecuencia del 11 de septiembre. Insistirán en que la prioridad no radica tanto en cuadrar los presupuestos, cosa que debería ocurrir automáticamente en cuanto se recuperara de forma cíclica el crecimiento, sino en garantizar la seguridad del país a cualquier precio. El discurso de George W. Bush sobre el estado de la nación, a final de mes, en que hará repaso de los resultados de la campaña contra el terrorismo y esbozará las líneas del próximo presupuesto, girará en torno a la idea de 'la economía de la seguridad', anunció ayer Karen Hugues, asesora de comunicación de la Casa Blanca.

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