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Yenín horroriza al mundo y divide a la sociedad israelí

La presión internacional y doméstica ha llevado al Gobierno de Sharon a procesar a cinco soldados por una actuación del Ejército que el enviado de la ONU calificó de 'moralmente repugnante'

Jorge Marirrodriga

Cuando el 2 de abril pasado los mandos militares israelíes dieron la orden de tomar el campo de refugiados de Yenín, en los alrededores de la ciudad cisjordana de Nablús, estaban lejos de sospechar que durante los siguientes nueve días los soldados, en su gran mayoría reservistas civiles llamados a filas pocas semanas antes, tendrían que librar una de las batallas más duras de los últimos 50 años en la zona y de la que emergerían vencedores pero señalados por diversas organizaciones y Gobiernos como violadores de los derechos humanos. La batalla se conoce ya popularmente en Cisjordania como Yeningrado y ha continuado hasta hoy en los foros internacionales ante la resistencia israelí a aceptar una comisión de investigación.

En la sociedad israelí se han abierto profundas brechas por el comportamiento militar
Las casas del campo de refugiados se derrumbaban como las piezas de un dominó
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Según la Administración palestina, en el centro del campo fueron destruidos unos 300 edificios, es su gran mayoría viviendas, pero también pequeños locales que servían de dispensario o escuelas. Nadie sabe realmente cuántos muertos hubo, y se barajan cifras de entre 50 y 300. Todo quedó arrasado. Es lo que se conoce como la zona cero de Yenín. Civiles supervivientes han relatado cómo corrían en medio de la oscuridad y el polvo de una casa a otra mientras éstas se derrumbaban igual que las piezas de un dominó bajo la presión de las excavadoras y cómo aquellos que intentaban escapar por los estrechos callejones eran ejecutados en cuanto eran descubiertos por los soldados israelíes. El enviado de la ONU Terje Roed Larsen calificó lo ocurrido de algo 'más horrible de lo que se pueda creer' y 'moralmente repugnante'.

'Pensamos que los posibles crímenes de guerra que se perpetraron no fueron fruto de varios soldados descontrolados, sino que había órdenes explícitas de las altas jerarquías políticas y militares. Además tenemos pruebas de que las excavadoras entraron en acción cuando los combates habían terminado', señala Diane Luping, de la organización Law, en la que trabajan tanto palestinos como israelíes y que centra su actividad en aspectos legales del conflicto palestino-israelí. Luping cree que lo sucedido en Yenín debería desencadenar una reacción de la justicia internacional igual a la que ha sentado al ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic en el banquillo de los acusados en La Haya.

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La destrucción y el pillaje han sido masivos, según denuncian los palestinos, en todo el campo. Los soldados no avanzaban por los estrechos callejones del campo para evitar emboscadas como la que el 9 de abril, tan sólo un día antes de su victoria, costó la vida a 13 soldados, todos ellos reservistas. La técnica utilizada fue entrar en una vivienda, y desde ésta, haciendo agujeros en los tabiques, en todo el bloque. 'Y todo ello con un saqueo total de las cosas que se encontraban en el interior de las casas', afirma la escritora palestina Mariam Shahin. 'Una mujer me contó cómo habían reducido a astillas las camas, arrancado los baños y defecado en las cazuelas donde se hacía la comida. Una sólo puede preguntarse si los que están en el Ejército israelí conocen para qué sirve un cuarto de baño'.

Los israelíes aseguran que la lucha en Yenín fue de todo menos limpia, y que los guerrilleros palestinos emplearon a civiles como señuelo para causar más muertes entre los militares. El Gobierno ha calificado al campo de refugiados como 'la capital del terrorismo palestino'. De acuerdo con el comandante israelí David Tzengan, un tercio de los atentados suicidas que hasta abril se produjeron, o se intentaron, en Israel eran planificados, ordenados y realizados desde Yenín. 'Aquí vivían unas 13.000 personas cuyo sueño era volver al oeste, a su casa', rebate el periodista palestino Ramzy Baroud. 'Los mayores guardaban todavía las llaves de las casas de las que les echaron'.

Los servicios jurídicos del Ejército han emitido informes que señalan que el campo no podía ser considerado como un lugar civil, y por tanto bajo el amparo de la ley humanitaria internacional, porque estaba totalmente ocupado por fuerzas palestinas que retenían como rehenes a la población civil. 'Eso es insostenible', explica la representante de Law. 'Legalmente no se puede considerar todo un campo de refugiados como objetivo militar. Los militares dicen que había unos 200 guerrilleros palestinos. Son 200 de un total de 13.000. Además tenemos pruebas de que los soldados pusieron entre sus objetivos a la población civil, cuando la ley internacional ordena que se distinga claramente entre combatientes y población civil'.

Las organizaciones humanitarias han denunciado que durante la batalla los israelíes negaron el paso a las ambulancias que querían evacuar a los civiles heridos, por lo que muchos murieron por heridas que, en principio, no debían ser mortales. El Ejército ha rechazado este argumento mostrando filmaciones en las que se observa cómo los soldados franquean el paso de los vehículos sanitarios. 'Deberían mostrar lo que sigue en la misma filmación', señala un médico palestino con pasaporte italiano que durante esos días atendió a los habitantes de Yenín. 'Nos dejaban pasar y cien metros más adelante comenzaban a disparar para que nos diésemos la vuelta'.

Ariel Sharon ha convertido la cuestión de una comisión internacional que investigue lo ocurrido en un caso de soberanía nacional, pero en la sociedad israelí se han abierto profundas brechas respecto al comportamiento de sus soldados -casi todos reservistas- durante los nueve días de combates. En la prensa se ha denunciado una gran descoordinación entre los militares israelíes ante la falta de unas órdenes claras, lo que condujo a una acción caótica y descontrolada de los soldados. Asociaciones de reservistas van más lejos todavía. 'No queremos que nos lleven a La Haya para ser juzgados por lo que está pasando en los territorios palestinos', afirmó un portavoz de la organización Yes Guul, cuyos soldados se niegan a servir en Cisjordania y Gaza. Las críticas a la acción de las tropas provocaron que el viernes el Gobierno israelí anunciara el procesamiento de cinco soldados por pillaje y saqueos. Pero nada más. Ni un resquicio a la comisión internacional. 'La única esperanza que tenemos es que la justicia de los diferentes países inicie procesos por las violaciones de los derechos humanos y los crímenes cometidos en Yenín', opina Luping.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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