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Corea del Norte lanza un misil en pleno relevo presidencial en Seúl

La investidura de Roh Moo-hyun, marcada por la crisis con EE UU

Horas antes de la toma de posesión del nuevo presidente surcoreano, Roh Moo-hyun, de 56 años, Corea del Norte efectuó una prueba con un misil de corto alcance, que cayó sobre el mar de Japón, a 60 kilómetros de la costa. Pero los primeros problemas de Roh no serán con el norte comunista, sino con EE UU, representado en la ceremonia por el secretario de Estado, Colin Powell.

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El régimen de Pyongyang irrumpió ayer bruscamente en el traspaso de poder lanzando un misil tierra-aire, una iniciativa interpretada como una provocación. Casi al mismo tiempo, el Departamento de Estado norteamericano anunció la reanudación de la ayuda alimentaria a Corea del Norte, que padece una hambruna crónica desde 1995. Realizará una primera entrega de 40.000 toneladas, a la que podría añadir otras 60.000.

El gesto estadounidense no está tanto dirigido a Corea del Norte, a la que ha impuesto varias sanciones desde diciembre, como al propio Roh, con el que Washington intenta rebajar la tensión, la más grave desde hace medio siglo. La tirantez entre Estados Unidos y su aliado surcoreano empezó en octubre, cuando el Gobierno de George W. Bush optó por una línea dura frente a una Corea del Norte que acababa de confesar sus ambiciones nucleares.

Esa nueva actitud de Washington contradecía la política de la sonrisa, de acercamiento entre las dos Coreas, llevada a cabo, con un éxito matizado, por el anterior presidente surcoreano, Kim Dae-jung. Aunque la ha rebautizado política de paz y prosperidad, Roh, un abogado laboralista y defensor de los derechos humanos, seguirá la senda marcada por su predecesor.

Roh, que en su juventud se manifestó contra la presencia de 37.000 soldados estadounidenses en su país, lo iba a hacer incluso con más ímpetu, pero desde que resultó vencedor en las elecciones, gracias al voto joven, ha matizado su lenguaje. "El pueblo de Corea está profundamente agradecido" a Estados Unidos por "garantizar nuestra seguridad y desarrollo económico", declaró ayer en el Parlamento en presencia del primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, y de Powell. "No es una sorpresa", declaró Powell a propósito del lanzamiento del misil.

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Aun así, Roh insiste, como lo hizo Kim Dae-jung en su despedida, en la necesidad de que Washington entable un diálogo directo con Pyongyang. "Si les damos lo que quieren desesperadamente", declaraba al semanario Newsweek -seguridad, trato correcto y ayuda económica-, "estarán dispuestos a renunciar a su ambición nuclear". "No debemos tratarles como criminales, sino como interlocutores en una negociación".

No parece que sea ésa la vía que la Administración estadounidense va a seguir. Desde que Bush colocó a Corea del Norte entre los integrantes del eje del mal , Washington ha optado por responder con medidas de retorsión a las provocaciones de Pyongyang, que denunció, por ejemplo, el Tratado de No Proliferación Nuclear; reactivó una central nuclear; clausuró los sistemas de control de la Agencia Internacional de la Energía Atómica; expulsó a sus inspectores y violó, la semana pasada, el espacio aéreo de su vecino.

El objetivo de la Casa Blanca, que se niega a discutir con Pyongyang, consiste, como mínimo, en obligar al último régimen estalinista del mundo a ser más dócil, y a aparcar sus planes nucleares. Pero es posible que, como en el caso de Irak, sueñe también con que sus presiones provoquen la caída del gran líder, Kim Jong-il, que heredó el cargo de su padre, Kim Il-jong. Japón secunda a EE UU, mientras que Rusia y China son partidarios del diálogo.

Acostumbrados a convivir con una Corea del Norte armada hasta los dientes, los dirigentes surcoreanos no están preocupados porque haya desempolvado su programa nuclear. Comparten, ademas, con sus vecinos un mismo idioma y, en cierta medida, una cultura. Creen que acosar a Pyongyang sólo servirá para endurecerle y no será el mejor camino para lograr la ansiada reunificación.

Roh Moo-hyun saluda después de jurar como presidente de Corea del Sur.
Roh Moo-hyun saluda después de jurar como presidente de Corea del Sur.REUTERS

Resolución edulcorada

Los 114 participantes en la cumbre de los No Alineados aceptaron, a petición de la delegación norcoreana, edulcorar la resolución final sobre ese país. El texto no insiste en la necesidad de que Corea del Norte respete el Tratado de No Proliferación. Se limita a tomar nota de esa decisión que abre la puerta a la reanudación del programa de fabricación de armas nucleares.Fue "una decisión justa de legítima defensa" ante las amenazas de EE UU, afirmó sobre ese asunto Kim Yong Nam, número dos del régimen norcoreano, quien prometió también que "la actividad nuclear estará, en la etapa actual, circunscrita a objetivos pacíficos".

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