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Reportaje:LA POSGUERRA DE IRAK

Los 100.000 desaparecidos de Sadam

Una asociación crea el primer archivo de los crímenes de Sadam, con los datos de decenas de miles de presos muertos

Kadum Mohi vio por última vez a su hermano Yasin la noche del 16 de octubre de 1980, cuando varios agentes de la Dirección General de Seguridad irrumpieron en la casa familiar de Bagdad para llevárselo preso. Yasi tenía entonces 16 años y militaba en el partido islámico Dawa. Nadie explicó a la familia de qué se acusaba al joven estudiante de enfermería ni en qué cárcel se encontraba. Se convirtió en un desaparecido. "Preguntamos por todas partes y nadie nos contestó", recuerda su hermano Kadum.

Han tenido que pasar casi 23 años para que la familia Mohi se enterase, gracias a la Asociación de Presos Políticos de Irak, de que Yasin fue ejecutado en 1982 junto a otros compañeros en Bagdad. "Nos han confirmado que lo fusilaron, pero no sabemos dónde está enterrado", explica Kadum mientras espera en la sede de la asociación, que se ha especializado en la búsqueda de desaparecidos y la identificación de cadáveres hallados en las fosas comunes del régimen.

Desde el final de la guerra, según la ONG Human Rights Watch, se han descubierto en Irak unas veinte fosas comunes con decenas de miles de cadáveres. El subdirector de la Asociación de Presos Políticos, Abdul Fadah al Adrisi, aseguró ayer a EL PAÍS que durante la dictadura desaparecieron entre cinco y seis millones de personas, cifra que parece exagerada si se compara con los cálculos de las organizaciones internacionales de derechos humanos. Human Rights Watch cree que son unos 300.000, lo que aún hace de Irak uno de los países del mundo con más desaparecidos por habitante.

La Asociación de Presos Políticos de Irak comenzó a funcionar en un tiempo récord. Sus miembros se pusieron manos a la obra el 11 de abril, 48 horas después de que los carros de combate de EE UU entraran en Bagdad. Hoy tiene un centenar de empleados, 18 delegaciones provinciales por todo Irak y maneja más de 100.000 informes procedentes de la Dirección General de Seguridad, el Servicio de Inteligencia Militar y el Muhabarat, los temidos servicios secretos de la dictadura.

El subdirector no da muchos detalles al explicar cómo han conseguido los documentos, y asegura que algunos "amigos" que trabajaban en el aparato de seguridad se apoderaron de ellos aprovechando el caos de los días posteriores a la guerra.

Lo que hoy es un enorme montón de papeles apilados en un almacén de 100 metros cuadrados puede convertirse algún día en el mejor archivo sobre la desaparición de presos durante la dictadura, que dejó rastro escrito de muchas de sus atrocidades. "El periodo de 1979 a 1984 fue el más oscuro del régimen", explica Al Adrisi. "En esa época fueron ejecutados muchos estudiantes y profesores. Sadam era un ignorante y tenía mucho miedo de los intelectuales".

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La asociación, que tiene su sede en un chalet del norte de Bagdad con vistas al río Tigris, se financia con donaciones privadas y apoyo de organizaciones humanitarias. Ayer, una veintena de hombres y varias mujeres vestidas con chador negro hacían cola para pedir información sobre sus familiares. Una de ellas, acompañada de tres nietas, lloraba al lamentarse de la desaparición de su hijo, padre de las tres pequeñas.

En la planta baja, el proceso de clasificación de datos comienza con el examen de los informes hallados en los archivos de los servicios de seguridad. La información -nombre, edad, fecha de la detención, lugar de la ejecución- se introduce en alguno de los ocho ordenadores recién instalados en el sótano de la sede de la asociación y posteriormente se almacena en discos compactos y un ordenador central. Los familiares pueden obtener copias de los informes y también recibir asesoramiento del departamento legal de la asociación, que prepara la documentación necesaria para algún día presentar reclamaciones al Estado iraquí y cobrar indemnizaciones.

Kadum Mohi, que tenía 10 años cuando desapareció su hermano y ahora tiene 33, ha venido para ver si se sabe algo nuevo sobre el lugar donde está enterrado Yasin. Espera que en Irak no se repitan casos como el suyo y se muestra moderadamente optimista sobre el futuro del país. "Nuestro futuro dependerá del éxito o el fracaso del Consejo de Gobierno, que a mí me parece bien", señala. Licenciado en arqueología en paro, Kadum se confiesa seguidor de Abdul Aziz al Hakim, el líder religioso chií que representa en el nuevo Gabinete iraquí al Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak. "Pido a Dios que él sea nuestro próximo presidente", dice. "Es un hombre sincero, que nunca miente, y sería incapaz de hacer lo que hizo Sadam".

Una mujer llora sentada junto a decenas de bolsas con restos de víctimas de una matanza de chiíes ordenada por Sadam Husein en Mahawil.
Una mujer llora sentada junto a decenas de bolsas con restos de víctimas de una matanza de chiíes ordenada por Sadam Husein en Mahawil.AP

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