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Reportaje:LA POSGUERRA DE IRAK

Operación de acoso y derribo

Las acusaciones, el combate de gladiadores y cómo la búsqueda de un infiltrado en los ministerios acabó en una tragedia humana

Cuando David Kelly escribió a su responsable inmediato en el Ministerio de Defensa para decir que se había entrevistado con Andrew Gilligan en un hotel de Londres, una ola de conmoción y alivio recorrió Downing Street y el Gabinete.

Sin embargo, varios miembros del Parlamento se preguntaban si el callado científico no habría sido víctima inocente de un combate de gladiadores entre Alastair Campbell y Andrew Gilligan, mientras un Westminster horrorizado digería las ramificaciones de la tragedia humana que se desató el viernes con el hallazgo del cadáver del doctor Kelly.

Fue Gilligan, corresponsal de Defensa de la BBC, quien hizo la perjudicial acusación en el programa Today de Radio 4, el 29 de mayo, de que Downing Street había "adornado" un expediente sobre el armamento iraquí publicado el pasado mes de septiembre, contra los deseos de los servicios de información. En un artículo de prensa, Gilligan fue más allá y nombró a Alastair Campbell, director de Comunicaciones y Estrategia de Tony Blair, como responsable de la afirmación de que Irak tenía capacidad para desplegar armas químicas y biológicas en un plazo de 45 minutos.

El Gobierno quería usar a Kelly para descubrir la fuente de la BBC, aunque no fuera él
"Es víctima de la batalla entre los políticos y los medios de comunicación"
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Se desencadenó un encarnizado debate entre la Administración y la BBC. La guerra de declaraciones se convirtió en ejemplo de la indignación creciente de un Gobierno por lo que consideraba el tono hostil de los programas de la BBC y el empeño de la cadena en demostrar que no pensaba ceder a presiones políticas.

Se emprendió la búsqueda del infiltrado en Whitehall (complejo ministerial del centro de Londres), con el fin de descubrir a la fuente de Andrew Gilligan. Los ministros insisten en que se trataba de un procedimiento rutinario y que no se presionó al doctor Kelly ni a ninguno de sus colegas para que confesaran. Sin embargo, algunos funcionarios de Whitehall aseguran que existía un clima de miedo. "La gente miraba a su alrededor", dice uno de ellos. Varios se negaron a hablar con gente de fuera desde los teléfonos de sus despachos, convencidos de que estaban intervenidos. Las llamadas de periodistas a fuentes habitualmente parlanchinas quedaron sin respuesta.

No obstante, las investigaciones parecían haber avanzado poco cuando, el 3 de julio, un inquieto doctor Kelly confesó ante su responsable inmediato. Según el Gobierno, le habían preocupado las noticias aparecidas en la prensa porque se había reunido con Gilligan en el hotel Charing Cross el 22 de mayo, una semana antes de que el periodista hiciera pública su acusación. Aunque el doctor Kelly estaba convencido de que no era él la fuente, estaba preocupado porque algunos de los puntos que había tocado en discusión estaban incluidos en los artículos de Gilligan. Representantes del Ministerio de Defensa interrogaron a Kelly, como suele hacer el organismo cuando surgen asuntos personales. Downing Street afirma categóricamente que no tuvo nada que ver. "Nos atuvimos a las reglas", afirma una fuente de Whitehall.

El doctor Kelly y el Ministerio de Defensa acordaron que hubiera una declaración en la que no se le nombrara, pero sí se dijese que un funcionario había reconocido haber mantenido una conversación no autorizada con Gilligan. Se consultó sobre el tema a la Oficina del Primer Ministro, que dio su aprobación.

Según Downing Street, se advirtió al doctor Kelly de que era "muy probable" que su nombre saliera a la luz porque había relativamente pocas personas que trabajasen en su campo. El Ministerio de Defensa le ofreció un alojamiento para evitar la posible avalancha de medios de comunicación frente a su casa. Asimismo le dijeron que quizá se le pidiese dar testimonio ante el Comité de Información y Seguridad del Parlamento, que supervisa los servicios de seguridad. Le explicaron que no sufriría acciones disciplinarias gracias a haber confesado voluntariamente, pero sí recibió una reprimenda verbal por haber hablado con Gilligan; una reprimenda que Whitehall calificó el viernes de "suave".

La declaración sobre la conversación no autorizada con Andrew Gilligan no se hizo pública hasta cinco días después de la confesión del doctor Kelly. Whitehall explica que el retraso se debió a la necesidad de juzgar si había sido él la fuente de Gilligan y comprobar "absolutamente todo". Sin embargo, algunos parlamentarios pensaron que había algo sospechoso cuando el Ministerio de Defensa emitió su declaración justo antes de las 18.00 horas del 8 de julio, después de que el Gobierno sufriera una revuelta de las filas laboristas contra sus planes sobre la creación de hospitales subvencionados por fundaciones. Pero el Gobierno niega categóricamente que el momento escogido pretendiera apartar la atención pública de la revuelta. Según el 10 de Downing Street, llegado el día, la declaración se retrasó para dejar que el doctor David Kelly, que estaba viajando, llegara a una gasolinera y pudiera dar su aprobación a la redacción definitiva.

No obstante, el viernes apareció otra versión de los hechos, procedente de funcionarios de Whitehall que simpatizaban con Kelly. Según estas fuentes, el científico estuvo sometido a cuatro días de interrogatorios antes de que el Ministerio de Defensa publicara su declaración. Dicen que fueron unos interrogatorios "brutales" y que le amenazaron con procesarle en virtud de la Ley de Secretos Oficiales. No parece que hubiera malos tratos físicos. El Gobierno insiste en que a Kelly se le trató de forma apropiada y que no hubo ninguna amenaza. "No estamos hablando de cuartos con bombillas en el sótano del Ministerio de Defensa", repite un funcionario.

¿Por qué se hizo pública la declaración? El Gobierno afirma que, si no hubiera anunciado que un funcionario había confesado, se le habría acusado de encubrimiento. Sin embargo, pronto quedó claro que el Gobierno pretendía utilizar al doctor Kelly como palanca para descubrir a la fuente de Gilligan, incluso en el caso de que no fuera él. Al día siguiente, Geoffrey Hoon, secretario de Defensa, escribió a los responsables de la BBC para darles "de forma confidencial" el nombre del doctor Kelly y pedirles que le revelaran si era él el responsable de las informaciones de Gilligan.

Era cuestión de tiempo que la identidad de Kelly saliera a la luz. Muchos parlamentarios creen que la dio a conocer Downing Street, pero ellos niegan la acusación y dicen que se había decidido que, si algún periodista sugería el nombre del doctor Kelly, el Ministerio de Defensa lo confirmaría.

Aunque Kelly estaba seguro de no ser la principal fuente de Gilligan -como declaró ante el Comité de Exteriores de la Cámara de los Comunes el martes-, en el Gobierno había mucha gente convencida de que era él. Los funcionarios del Ministerio de Defensa que le interrogaron dijeron que su relato de la conversación "encajaba" con las cosas que había dicho Gilligan en su emisión.

"Estamos bastante seguros de que el doctor Kelly es la fuente", dijo un ministro en su momento. Otro declaró: "Estoy seguro en un 99%". Los detractores del Gobierno afirman que a Downing Street le convenía creer que era el doctor Kelly porque su relato de la conversación con Gilligan desacreditaba el reportaje de la BBC y dejaba libre de sospechas a Campbell.

Esos mismos detractores dicen también que el Gobierno intentó crear una situación en la que saliera ganando de cualquier modo. Si la BBC negaba que el doctor Kelly era la fuente, entonces podría sugerirse otro nombre. La BBC se negó a dejarse arrastrar a este juego de eliminación porque pensó que no era más que un truco para hacer que revelara su fuente.

Si el doctor Kelly creyó que, con el veredicto del comité de que "era muy poco probable" que él fuera la fuente principal, se iba a zanjar la cuestión, estaba equivocado. El Gobierno no estaba dispuesto a ceder y dijo que contaba con que Kelly era la fuente mientras la BBC no afirmara lo contrario. Al preguntarle a Ben Bradshaw, ministro de Medio Ambiente, si seguía creyendo que Kelly era el principal responsable de las filtraciones, replicó: "Personalmente creo que sí, porque la BBC podría muy bien confirmar que no lo es. Ahora que el propio doctor Kelly ha confesado, ya no estarían revelando las fuentes".

Después de interrogar a Kelly, el pasado martes, el comité escogido de Exteriores mostró dudas ante la insistencia del Gobierno en que el científico había recibido un trato correcto. El laborista Donald Anderson, que preside el comité, le dijo en una carta a Jack Straw, ministro de Exteriores: "Parece poco probable que el doctor Kelly fuera la fuente principal de Andrew Gilligan para sus acusaciones en torno al expediente del mes de septiembre sobre Irak. Mis colegas me piden además que transmita su opinión de que el Gobierno ha tratado mal a Kelly desde que escribió a su responsable inmediato para confesar que se había entrevistado con Gilligan".

La afirmación del Gobierno de que el doctor Kelly estaba satisfecho con el trato recibido resulta sospechosa por su testimonio. Ante una pregunta del diputado conservador sir John Stanley, ex ministro de Fuerzas Armadas, el doctor Kelly dijo que no sabía quién había tomado la decisión de convertirle en una figura pública y añadió que los diputados tenían que preguntárselo al Ministerio de Defensa.

Sir John le preguntó: "¿Entonces no lo decidió usted?". El doctor Kelly respondió: "Por supuesto que no". Sir John: "¿Tenemos que suponer, por tanto, que sus ministros son responsables de haberle dado un trato excepcional como funcionario y haberle convertido en una figura pública antes de declarar ante el Comité de Información y Seguridad?". Doctor Kelly: "Ésa es una conclusión posible".

El descubrimiento del doctor Kelly ha pasado a ser ahora un factor esencial en la investigación judicial anunciada ayer. Incluso antes de haberse iniciado, ya se ha puesto en marcha un "juego de culpas" en el que hay críticas para Downing Street, Campbell, Hoon, el Ministerio de Defensa, la BBC, Gilligan y el Comité de Exteriores. En Westminster, algunos hacen responsable al mundo enloquecido en el que vivimos. "Es víctima de la interminable batalla entre los políticos y los medios de comunicación", ha dicho un ministro. "Debería hacernos reflexionar a todos sobre nuestra forma de trabajar".

El doctor David Kelly, tras su declaración frente al comité parlamentario, el pasado martes.
El doctor David Kelly, tras su declaración frente al comité parlamentario, el pasado martes.ASSOCIATED PRESS

¿Se siente un chivo expiatorio?

Éste es un extracto del interrogatorio de David Kelly en el Comité de Exteriores que investiga el informe sobre Irak.

Andrew MacKinlay (diputado laborista): ¿Puede decir con qué periodistas recuerda haber hablado?

Kelly: He hablado con muy pocos periodistas.

MacKinlay: Ya sé que dice "pocos", pero ¿cuáles?

Kelly: Eso se lo dirá el Ministerio de Defensa.

MacKinlay: No, se lo estoy preguntando a usted ahora. Ésta es la alta institución del Parlamento y quiero que diga con quién habló.

Greg Pope (laborista): ¿Cree que fue la principal fuente de Gilligan?

Kelly: Creo que no soy yo la fuente principal.

Pope: ¿Sabe quién es?

Kelly: No.

Richard Ottaway (conservador): No creo que pudiera ser usted la fuente principal. ¿Por qué no se quejó ante el Ministerio de Defensa de que hicieran una afirmación que no era cierta?

Kelly: Porque comprendí que tal vez contribuí sin darme cuenta a ello, por así decir.

Sir John Stanley (conservador): ¿Por qué pensó que le correspondía someterse a lo que le habían pedido, que era claramente arrojarle a los lobos, no sólo de los medios, sino también de este comité?

Kelly: Lo siento, creo que ese tipo de preguntas tendrán que hacérselas al Ministerio de Defensa.

MacKinlay: Me parece que es usted un hombre de paja, que le han utilizado para desviar nuestras investigaciones. ¿Se ha sentido como un chivo expiatorio? Le han tendido una trampa, ¿verdad?

Kelly: Ésa es una pregunta que no puedo responder.

MacKinlay: ¿Pero se siente así?

Kelly: En absoluto. Acepto el proceso que está desarrollándose.

Donald Anderson (laborista): ¿Qué lecciones ha aprendido?

Kelly: No volver a hablar jamás con un periodista, supongo.

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