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LA POSGUERRA DE IRAK

Blair descarta dimitir o convocar al Parlamento

El primer ministro británico, Tony Blair, dejó ayer muy claro que no piensa dimitir ni convocar al Parlamento pese a vivir su peor momento como jefe del Ejecutivo, pero acudirá a declarar ante el lord juez que investigará las circunstancias que rodearon la muerte de Kelly. "En este oficio hay que tener las espaldas muy anchas; y yo las tengo", declaró ayer en Seúl poco antes de partir hacia Pekín. La tormenta política desatada por el suicidio del científico David Kelly ha convertido en un calvario la gira de una semana Blair por Asia.

A pesar de los llamamientos para que dimita no parece probable que ceda a esas presiones. Aunque el primer ministro parece afectado por la muerte de Kelly y abrumado por la amplitud de la crisis política, la pausa veraniega hace pensar que el desenlace se vivirá en otoño.

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La investigación judicial sobre el suceso seguramente habrá acabado antes del próximo congreso del Partido Laborista, el 2 de octubre. Entonces, cuando quizás la investigación judicial sobre la muerte de Kelly haya provocado algunas dimisiones tanto en la BBC como en el Gobierno, se verá el auténtico calado de la crisis abierta por la guerra de Irak y cómo puede haber erosionado la popularidad de Blair entre el electorado y en el seno de su partido.

Acusaciones precisas

La prensa británica lanza contra el Gobierno dos acusaciones precisas. La primera, dirigida contra el director de Comunicaciones y Estrategia, Alastair Campbell: haberse lanzado a una feroz campaña para forzar a la BBC a pedir disculpas por sus acusaciones de que el Ejecutivo manipuló los informes del espionaje sobre Irak sin tener en cuenta quién podía verse atrapado por la furia del enfrentamiento. La prensa coincide en que los ataques a la BBC no tenían más sentido que salvar el honor de Blair y distraer la atención sobre el hecho relevante de que las armas de destrucción masiva no aparecen.

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La segunda acusación recae sobre el ministro de Defensa, Geoffrey Hoon, por desvelar la identidad de la fuente de la BBC. La revelación de que Kelly se sentía traicionado por el Gobierno refuerza la impresión de que la ruptura del anonimato alteró el equilibrio del científico.

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