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Israel ordena una ofensiva para liquidar a Hamás antes de retirarse de Gaza

Siete palestinos muertos por el Ejército en el campo de refugiados de Jan Yunes y en Kissufin

Israel acabará con Hamás y las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa antes de que las tropas se retiren definitivamente de la franja de Gaza y devuelvan la región a la Autoridad Palestina. El ministro de Defensa, el general Saúl Mofaz, desveló ayer estos proyectos al resto de los ministros israelíes cuando se encontraban reunidos en una sesión del Gobierno en Jerusalén. Mientras, las tropas irrumpían en el campo de refugiados de Jan Yunes, en el sur de Gaza, y mataban a cinco palestinos. Centenares de personas se manifestaban en los suburbios de Jerusalén contra el muro de separación israelí.

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"En vista de la oleada de terrorismo hemos decidido poner en marcha una contraofensiva para ejercer presiones constantes sobre Hamás y Tanzim [Brigadas de los Mártires de Al Aqsa], los grupos terroristas controlados por Hezbolá", informó ayer Saúl Mofaz a los ministros que trataba de convencer de que la retirada de las tropas de Gaza -anunciada por el primer ministro Ariel Sharon dentro del Plan de Desconexión-, no supondrá la entrega de los territorios a organizaciones terroristas, y mucho menos a Hamás, a pesar de ésta que cuenta con el apoyo mayoritario de la población.

El ministro de Defensa no explicó los detalles de esta "guerra total" contra Hamás y las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa en Gaza, pero aseguró que acabará "con las redes que transfieren dinero" al grupo islámico y destruirá "sus infraestructuras", lo que supone la desaparición de un importante número de organizaciones caritativas y asistenciales incluidas las prestaciones de guarderías y escuelas.

El titular de Defensa logró convencer a la mayor parte de los ministros del partido nacionalista Likud, encabezados por Benjamín Netanyahu, que decidieron dar un condicional a los proyectos de Sharon, que desde hace tres meses propugna retirar las tropas de Gaza y desmantelar 17 de los 21 asentamientos. Netanyahu, el principal rival del primer ministro en su propio partido, impuso tres requisitos para apoyar esa retirada militar de Gaza. El primero, un compromiso escrito de Estados Unidos de no apoyar el retorno de refugiados palestinos; el segundo, la construcción hasta el final del muro que rodea Cisjordania, y en tercer lugar, el control por tierra, mar y aire del entorno de la franja de Gaza una vez se produzca el repliegue de las tropas.

El apoyo condicional de Netanyahu y de gran parte de los ministros rebeldes del Likud a la retirada de Gaza, supone un gran triunfo de Sharon, quien la pasada semana logró la aprobación del Parlamento en Jerusalén. Ahora, Sharon podrá emprender la fase más importante y delicada de su operación: conseguir el apoyo y la financiación de EE UU. En medios políticos se asegura que el primer ministro podría viajar a Washington a mediados de abril, una vez finalizada la Pascua judía.

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Mientras se producía ayer este debate en el seno del Gobierno israelí, los soldados de la Brigada Golani, los veteranos de la larga guerra del sur de Líbano contra Hezbolá, irrumpían en la aldea de Abasán, en los suburbios del campo de refugiados de Jan Yunes, al sur de la franja de Gaza, para continuar con una operación rutinaria bautizada con el nombre de La historia continúa, que se inició la pasada semana y con la que se pretende vengar la muerte de 10 israelíes, perpetrada el pasado domingo en un ataque suicida en el puerto de Ashdod. Las tropas, en esta última incursión, mataron a cinco palestinos, entre los que se encontraba Bassem Kudeij, dirigente de las milicias de Hamás, acusado de haber llevado a término importantes operaciones contra el Ejército y supuesto responsable de las factorías donde se construyen los misiles artesanales Kasam.

Según el Ejército, Kudeij fue abatido por las tropas junto con su esposa, cuando trataban de huir de su domicilio. Los soldados aseguran que su muerte se produjo de manera accidental, por el estallido de una bolsa de explosivos que transportaba dicho dirigente.

El Ejército, antes de abandonar Abasán tras cinco horas de combates, destrozó numerosas viviendas, entre ellas la de la familia del dirigente muerto de Hamás, y un taller de reparaciones de vehículos, que en opinión de las tropas servía para fabricar los misiles artesanales Kassam. Los militantes de las organizaciones radicales lanzaron gritos de amenaza contra los soldados y aseguraron que vengarían la muerte del dirigente muerto.

Anoche, otros dos palestinos perdieron la vida en Kissufim, cerca la frontera entre Israel y Gaza, según informaron fuentes militares que no ofrecieron detalles.

Ayer, coincidiendo con este incidente, el Tribunal Supremo palestino ordenó a la Autoridad Palestina descongelar las 39 cuentas de organizaciones caritativas y asistenciales islámicas, que bloqueó el pasado mes de agosto, como consecuencia de las presiones israelíes e internacionales, ejercidas tras el asesinato de 21 personas en Jerusalén, en un atentado suicida. El bloqueo de estas cuentas fue adoptado como un primer paso en el cumplimiento de la Hoja de Ruta, pactada por israelíes y palestinos, bajo la tutela de EE UU.

Tropas del Ejército israelí y manifestantes palestinos se enfrentan ayer en Kharbata, cerca de Ramala, por la construcción del muro de separación.
Tropas del Ejército israelí y manifestantes palestinos se enfrentan ayer en Kharbata, cerca de Ramala, por la construcción del muro de separación.EFE

Intifada contra el muro

Más de cien personas -entre ellas diversos agentes de seguridad-, resultaron heridas ayer en los numerosos incidentes que se produjeron en los alrededores de Jerusalén este y Ramala durante las manifestaciones de protesta por la construcción del muro de separación. En Kharbata, al oeste de Ramala, la mayor parte de los heridos resultaron contusionados por las balas de caucho y los gases lacrimógenos disparados por los soldados. Entre los lesionados se encuentran militantes pacifistas de la organización israelí Paz Ahora. Incidentes similares se produjeron en Dir Kadis, cerca de Jerusalén este, en la carretera hacia Jericó.

Al tiempo que se producían estas manifestaciones, unas quinientas personas atacaron y asaltaron la oficina de Turismo de Israel en Estocolmo. Los manifestantes, muchos con el rostro tapado, gritaron frases contra el primer ministro israelí, al que acusaban de asesino, y reclamaban libertad para los palestinos. Los escaparates y el mobiliario de la oficina quedaron destrozados.

Estas movilizaciones contra la construcción del muro de separación han ido acompañadas de acciones legales ante el Tribunal Supremo de Jerusalén, que la pasada semana decretó la paralización de las obras al menos durante siete días, para poder escuchar las quejas de los afectados. Por otra parte, se espera para esta semana el veredicto del Tribunal Internacional de la Haya sobre la legalidad del muro de separación, en el procedimiento que fue interpuesto a petición de Naciones Unidas.

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