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VIOLENCIA EN IRAK

El Gobierno italiano niega haber pagado un rescate

Enric González

El Gobierno italiano negó ayer de forma tajante que se hubiera pagado un rescate a los secuestradores. La versión oficial más oficialista fue ofrecida por el ministro de Asuntos Exteriores, Franco Frattini: "La única mediación ha consistido en un sistema de contactos que ha hecho comprender a los secuestradores con quién estaban jugando: con un país, Italia, amado por el mundo árabe. No ha habido más rescate que ese". El comisario extraordinario de la Cruz Roja italiana, Maurizio Scelli, declaró por su parte que no quería oír la palabra "rescate" porque ponía en peligro la neutralidad de la organización y, sobre todo, la vida de las 25 personas que mantiene en Irak.

Y, sin embargo, son muchas las fuentes que aseguran que los secuestradores cobraron, un millón de dólares según la mayoría, cinco millones según el bien informado diario kuwaití Al Rai Al Aam. Los corresponsales en Bagdad de los periódicos italianos publicaron ayer explicaciones muy pormenorizadas de la operación, que en sus últimos momentos era bastante conocida en la zona protegida donde residen la mayoría de los occidentales. Incluso un portavoz del Ministerio del Interior, en los caóticos y jubilosos instantes posteriores a la noticia de la liberación, aceptó tácitamente que se había pagado, pero apeló a la "necesaria discreción" para no dar detalles.

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La explicación más franca la ofreció el presidente de la Comisión de Exteriores, Gustavo Selva, de la coalición conservadora de Silvio Berlusconi: "El Gobierno ha desmentido, pero es un desmentido oficial que entra dentro de las obligaciones de un Gobierno para que no parezca que ha cedido al chantaje". "No se debe ceder, pero en esta ocasión hubo que hacerlo porque lo más importante era la vida de las chicas", añadió, "lo cual abre una vía peligrosa y puede incitar a otros grupos a hacer lo mismo".

El pago de un rescate no consistiría delito según la ley italiana, pero el juez instructor anunció que intentaría esclarecer si se había pagado por la liberación de Pari y Torretta. Lo más probable, sin embargo, era que la cuestión quedara en un limbo. Los dirigentes de la oposición, que fueron informados puntualmente sobre las actuaciones gubernamentales, incluyendo las negociaciones económicas, cerraron filas con Berlusconi y no se mostraron dispuestos a presionar para que se conociera toda la verdad.

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