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Los secuestradores decapitan al rehén británico pese a los esfuerzos diplomáticos

Una televisión de Abu Dabi recibe un vídeo del asesinato de Kenneth Bigley

El rehén británico Kenneth Bigley, de 62 años, ha sido degollado por sus captores en Irak. El primer ministro Tony Blair condenó ayer el asesinato "y la manera en que han jugado en las últimas semanas". El ministro de Exteriores, Jack Straw, confirmó que el Gobierno había "intercambiado mensajes" con los secuestradores en los últimos días. La familia de Bigley se mostró ayer dividida. Una parte agradeció al Gobierno su labor. La otra acusó a Blair de tener "las manos manchadas de sangre". Bigley fue secuestrado hace tres semanas en su casa de Bagdad junto a dos norteamericanos con los que trabajaba.

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Uno de los estadounidenses, Eugene Armstrong, fue decapitado cuatro días después. El otro, Jack Kensley, 24 horas después del primero. Los primeros datos indican que Bigley fue degollado el jueves por la tarde en la localidad de Latifiya, al suroeste de Bagdad. Los secuestradores hicieron llegar ayer un vídeo de la ejecución a una televisión de Abu Dabi, en los Emiratos Árabes Unidos. Como en casos anteriores, Bigley vestía el mismo mono color naranja que los prisioneros islamistas que Estados Unidos mantiene en la base de Guantánamo, en Cuba.

Los captores son un grupo extremadamente politizado y radical llamado Monoteísmo y Yihad, dirigido por el jordano Abu Musab Al Zarqaui, vinculado a Al Qaeda. Al contrario que otros grupos de secuestradores en Irak, el de Al Zarqaui nunca ha liberado a ninguno a cambio de dinero y ha impuesto siempre condiciones difíciles de cumplir para liberar a sus rehenes. En este caso pedían la liberación de todas las mujeres encerradas en las cárceles iraquíes. En realidad se trataba de tan solo dos mujeres, antiguos altos cargos en el régimen de Sadam Husein, cuya puesta en libertad no estaba en manos del Reino Unido aunque es de prever que tampoco hubiera accedido a ello aunque hubiera sido el caso.

En esas circunstancias, la suerte de Bigley parecía echada. Sin embargo, sus captores le mantuvieron vivo tres semanas y le permitieron grabar dos dramáticos mensajes que provocaron gran conmoción en el Reino Unido y animaron a la familia a empezar una campaña para exigir al Gobierno que negociara. La liberación entretanto de dos cooperantes italianas también secuestradas en Irak aumentó las esperanzas de un final feliz.

En los últimos días se especulaba con movimientos que podían llevar a esa situación, pero todo indica que, como denunció anoche Tony Blair, los secuestradores han estado "jugando" con el Gobierno británico. El ministro de Exteriores, Jack Straw, confirmó ayer que hace cuatro días "un individuo se presentó en la embajada británica en Bagdad presentándose a sí mismo como un potencial intermediario con los captores". "Se intercambiaron mensajes con los secuestradores en un intento de disuadirles de llevar a cabo sus amenazas de matar al señor Bigley", añadió. Straw aseguró que esos contactos tuvieron el consentimiento suyo y del primer ministro Blair.

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Éste leyó un brevísimo comunicado por televisión nada más llegar a su residencia de descanso en Chequers, procedente de Sudán. "Me siento desesperadamente afligido por Ken Bigley, por su familia, que se ha comportado con extraordinaria dignidad y coraje. Siento una repugnancia absoluta hacia la gente que ha hecho esto, no sólo por la naturaleza bárbara del asesinato sino por la manera en que han jugado con la situación en estas últimas semanas. Y tengo la profunda convicción de que las acciones de esta gente, tanto en Irak como en cualquier otro sitio, no van a disuadir a gente como Ken Bigley, que a fin de cuentas sólo querían hacer de Irak un sitio mejor", dijo.

La familia Bigley se ha dividido en torno al comportamiento del Gobierno. "La familia en Liverpool cree que nuestro Gobierno ha hecho todo lo posible para asegurar la liberación de Ken en esta situación imposible", dijo su hermano Philip en un comunicado en el que pidió también a los medios que respeten la privacidad de la familia y en particular de la madre, que ha tenido que ser hospitalizada varias veces al agravarse sus dolencias cardiacas con la tensión y el dolor del secuestro de su hijo.

Pero Paul Bigley, un hermano que vive en Ámsterdam y que introdujo al fallecido en su carrera profesional en los países del Golfo, tuvo duras palabras para con el Gobierno británico, aliado principal de EE UU en la guerra de Irak. En un comunicado publicado a través del grupo Parad la Guerra, dijo: "Por favor, parad esta guerra y evitad que se pierdan otras vidas. Tiene que parar. Tony Blair tiene las manos manchadas de sangre".

Dos hermanos de Ken Bigley salían ayer de su domicilio en Liverpool.
Dos hermanos de Ken Bigley salían ayer de su domicilio en Liverpool.AP
Craig Bigley (derecha), hijo de Kenneth Bigley, recibe a Jack Straw en el  domicilio de su abuela en Liverpool.
Craig Bigley (derecha), hijo de Kenneth Bigley, recibe a Jack Straw en el domicilio de su abuela en Liverpool.AP

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