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Reportaje:

Los planes de 'el Lula de Uruguay'

La inversión exterior analiza positivamente el triunfo electoral de Tabaré Vázquez

Alejandro Rebossio

"Es el Lula de Uruguay". Así define al izquierdista Tabaré Vázquez, presidente electo de este país suramericano, su futuro ministro de Economía, el moderado Danilo Astori. Con esa comparación se refiere a este médico oncólogo y ex alcalde de Montevideo, que en comicios anteriores había intentado sin éxito llevar a la izquierda al poder y que el domingo pasado vencía en las urnas ofreciendo un rostro más amigable para los inversores extranjeros, después de renunciar a subir los impuestos a los ricos y dar subsidios del Gobierno a los pobres.

Uruguay necesita crecer para afrontar una deuda que supone el 106% de un PIB de 12.000 millones de dólares y cuya mitad vence esta legislatura
Tabaré Vázquez apoya las inversiones privadas como motor del crecimiento de la economía nacional y no discrimina a las de origen foráneo
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El 'efecto Astori'

Las empresas españolas han actuado poco en Uruguay, el único país suramericano que se resistió a la ola privatizadora de los años noventa. Sin embargo, España es el segundo inversor extranjero, detrás de Estados Unidos, en este país de 3,4 millones de habitantes. Telefónica ganó este año dos bandas de telefonía móvil y pronto se hará cargo de la filial uruguaya de Bell South, que domina este sector junto con la estatal Antel. Unión Fenosa es socia de la petrolera pública Ancap en la distribuidora de gas Conecta.

En este país agrícola y ganadero, que hasta la última crisis de 2002 era el refugio financiero de los capitales argentinos, están presentes el Santander, BBVA y Mapfre. En el sector turístico, otro de los más importantes, se encuentra NH Hoteles. ENCE ha invertido en el sector maderero y planea la construcción de una planta de celulosa por 500 millones de dólares.

En el departamento de Maldonado, donde se encuentra el lujoso balneario de Punta del Este, están las únicas dos concesiones del servicio de aguas, ambas en manos españolas: Aguas de la Costa, de Aguas de Barcelona (Agbar), y Uragua, de Aguas de Bilbao, Iberdrola y la Caja de Ahorros de Vizcaya. Las dos han sido cuestionadas por las ONG de incumplimientos contractuales, daños medioambientales y elevadas tarifas. Tanto es así, que el domingo también se celebró un plebiscito en el que el 65% se pronunció a favor de dejar la gestión del agua en manos estatales.

"Transición ordenada"

Vázquez y su principal rival, Jorge Larrañaga, habían llamado a votar a favor de la propuesta, pero no aclararon si rescindirían los contratos con Aguas de la Costa y Uragua. Las empresas consiguieron en 2002 que bajara el canon que pagan al Estado, pero seguían quejándose de que su valor permanecía expresado en dólares, pese a la devaluación de aquel año. Uragua advirtió de que abandonaría la concesión si ganaba el "sí" y ahora aboga por una "transición ordenada".

Vázquez, candidato del Encuentro Progresista-Frente Amplio, le había aclarado a los empresarios españoles, en su visita a Madrid de julio pasado, que respetaría los contratos firmados por el actual Gobierno y los anteriores. Les dijo que no promovería las privatizaciones, pero sí las inversiones extranjeras.

Los ejecutivos que se reunieron con él se quitaron los temores que a priori les generan los políticos de la izquierda latinoamericana y destacaron que Vázquez admitió la posibilidad de asociaciones entre empresas estatales y privadas, aunque en condiciones diferentes a las propuestas por los partidos tradicionales, el Colorado (en el Gobierno) y el Nacional o Blanco. Sin embargo, también expresaron lamentos.

El vicepresidente de la patronal CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, opinó al finalizar el encuentro que "el propio PSOE privatizó la gestión de servicios públicos". Sin embargo, en su exposición, Vázquez se había referido a su estrategia de país: "Será uruguaya o sencillamente no podrá ser".

A principios de los años noventa, el entonces presidente, el blanco Luis Alberto Lacalle, intentó sumarse a la ola latinoamericana de privatizaciones, pero el 72% de los uruguayos se opuso en un plebiscito celebrado en 1992. El actual jefe de Estado, Jorge Batlle, buscó vender al menos una porción minoritaria de empresas estatales y tampoco lo logró. Con el apoyo de la izquierda consiguió que se aprobara una ley para abrir al capital privado una parte de Ancap, en la que Repsol YPF estaba interesada, pero después la alianza de Vázquez se manifestó en contra porque la venta no iba acompañada de una ley que regulara al sector. En otro plebiscito, celebrado en diciembre pasado, un 64% de los ciudadanos se opuso a la venta.

La que fuera considerada la Suiza de América a principios del siglo XX padece un paro del 14% y un tercio de su población es pobre, aunque sigue siendo el país con más porcentaje de clase media de Latinoamérica. Bajo la actual presidencia del liberal Jorge Batlle, Uruguay sufrió el contagio de la crisis argentina y en 2002 debió devaluar, congelar depósitos de cuatro bancos y reestructurar la deuda pública, que perdió la calificación de grado de inversión, que en la región sólo mantienen Chile y México.

Tranquilidad inversora

La economía cayó un 11% en 2002, pero al compás de la recuperación de Argentina y Brasil, así como del alza de los precios de las materias primas agrícolas, repuntó un 3% el año pasado y crecerá un 10% en 2004, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Este organismo, que hace dos años, junto con Estados Unidos, organizó un rescate a Uruguay por 3.000 millones de dólares, pronostica que el año próximo el crecimiento alcanzará a sólo el 3,5%.

Uruguay necesita expandirse para afrontar una deuda que supone el 106% de un PIB de 12.000 millones de dólares. Más de la mitad vence en el próximo periodo de gobierno, que se inicia en marzo de 2005 y finaliza cinco años después. "Cumpliremos las obligaciones contraídas por anteriores Administraciones", aclaró Vázquez, a imagen y semejanza de lo que proclamó Lula antes de llegar a la presidencia brasileña.

Fuentes diplomáticas españolas aseguran que prevalece la sensación de tranquilidad entre las empresas de su país porque Vázquez apoya la inversión privada como motor del crecimiento y no discrimina a la de origen foráneo. También destacan que habla de modernizar el Estado y de la posibilidad de asociarlo con el sector privado. Vázquez lo hizo cuando era alcalde de Montevideo, al dar en concesión la recolección de residuos. Quizás los bancos pueden estar preocupados por la intención del Frente Amplio de gravar la renta financiera, pero al menos ha desistido de suprimir el secreto bancario.

A diferencia de Batlle, que apostó por establecer una alianza con Estados Unidos y la semana pasada firmó con ese país un tratado de protección de inversiones, Tabaré Vázquez quiere alinear a Uruguay con el eje progresista del Brasil de Lula y la Argentina de Néstor Kirchner.

Tabaré Vázquez, presidente electo de Uruguay.
Tabaré Vázquez, presidente electo de Uruguay.ASSOCIATED PRESS

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