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Dos atentados suicidas de la insurgencia causan al menos 67 muertos en Irak

Los nuevos líderes políticos creen que los rebeldes pretenden desencadenar una guerra civil

En la peor semana de violencia en Irak desde las elecciones parlamentarias del 30 de enero -ya son más de 250 muertos-, dos atentados suicidas con coche bomba, el primero en Tikrit, feudo de Sadam Husein, y el segundo en el mercado de Suwaira, una ciudad al sur de Bagdad, causaron ayer al menos 67 muertos y decenas de heridos. La policía también halló los cadáveres de 14 personas con disparos en la cabeza cerca de Ciudad Sáder, un enorme suburbio chií de la capital iraquí. Muchos líderes políticos opinan que los insurgentes están empeñados en hacer estallar una guerra civil.

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La insurgencia no se da tregua desde que a mediados de la semana pasada se anunciara la formación del nuevo Gobierno de Irak, un Ejecutivo que se muestra incapaz de mitigar la brutal escalada de violencia. El trimestre de vacío político, motivado por las disputas entre los partidos por el control de las carteras ministeriales más importantes, ha alentado a los insurgentes, cada vez más decididos a perpetrar actos terroristas, además de los continuos sabotajes a las infraestructuras del país. Sin ir más lejos, pese a la aprobación por el Parlamento del nuevo Gobierno, el primer ministro, Ibrahim al Yafari, todavía debe nombrar a los titulares de Defensa y Petróleo.

Tras los atentados suicidas y con coches bomba del miércoles -24 muertos en Bagdad- y jueves -60 fallecidos en Erbil, capital del Kurdistán-, la ola de ataques prosiguió ayer. En Suwaira, una ciudad mayoritariamente poblada por chiíes a 50 kilómetros al sur de Bagdad, un suicida hizo estallar el coche bomba que conducía en el mercado de verduras de la localidad, muy concurrido por ser viernes, día festivo en los países musulmanes. Según fuentes del hospital de la localidad citadas por Reuters, 58 personas murieron por la explosión y cuatro decenas resultaron heridas. No escasean los dirigentes políticos que aseguran que los insurgentes pretenden provocar una guerra civil.

En la ciudad de Kufa, muy próxima a Nayaf, en calma desde hace meses después de dos alzamientos contra el Ejército de Estados Unidos que costaron centenares de vidas el año pasado, los partidarios del clérigo radical chií Múqtada al Sáder se enfrentaron después del rezo con la policía.

Objetivos policiales

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Antes, en Tikrit, cuna de Sadam Husein, a 170 kilómetros al norte de Bagdad, nueve policías -objetivo principal de los insurgentes- perecieron después de que un suicida hiciera estallar su vehículo al paso de un autobús que transportaba a policías. Siete agentes murieron y ocho personas más, cuatro de ellos también agentes, fueron heridas. Buena parte de los más violentos atentados, entre ellos este último de Tikrit, son reivindicados por el jefe de Al Qaeda en Irak, el terrorista jordano Abu Musab al Zarqaui.

Cerca de la inmensa barriada chií de Ciudad Sáder, al este de Bagdad, la policía encontró los cuerpos maniatados de 14 personas, aparentemente suníes por sus ropajes, que habían sido asesinados a balazos. "Los cadáveres se encontraban en un foso. Nada más desplazarnos al lugar, encontramos dos cuerpos con disparos en la cabeza, las manos atadas y los ojos vendados. Ese hallazgo nos condujo al foso en el que estaban los otros 12 cuerpos", aseguró a Efe el general Hazem Alí.

Tampoco los secuestros se logran frenar. Seis jordanos que trabajan para una empresa de Estados Unidos fueron hechos rehenes ayer, según se aprecia en un vídeo que difundió la cadena de televisión qatarí Al Yazira. Y los captores del australiano Douglas Wood han dado un ultimátum de 72 horas al Gobierno de Canberra para que retire a los militares desplegados en Irak. El primer ministro de Australia, John Howard, se ha mostrado tajante: no cederá al chantaje de los secuestradores.

En esta última semana también han perdido la vida en Irak 10 militares estadounidenses. Casi 1.600 soldados de este país han fallecido desde que comenzara la guerra el 20 de marzo de 2003.

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