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Las diferencias entre Washington y Pyongyang frenan las negociaciones sobre el plan nuclear norcoreano

Las negociaciones sobre el desmantelamiento del programa nuclear norcoreano que durante 13 días se han celebrado en Pekín quedaron ayer suspendidas ante la imposibilidad de desbloquear las diferencias que enfrentan a Estados Unidos y Corea del Norte. No hubo una declaración conjunta que sentara las bases del fin del conflicto, y mucho menos un acuerdo, que nadie esperaba, si no tan sólo el compromiso de reanudar las conversaciones a seis bandas el próximo día 29.

El objetivo del paréntesis es "permitir a todas las partes descansar y regresar a sus capitales para consultas", dijo Wu Dawei, viceministro de Exteriores chino, en una rueda de prensa televisada, símbolo de la importancia que Pekín concede a la crisis. La suspensión temporal de las negociaciones ha sido una forma de salvar la cara para los participantes -los dos países enemigos más China, Rusia, Corea del Sur y Japón- tras dos semanas de reuniones agotadoras, en las que la negativa de Washington a que Pyongyang conserve tan siquiera un programa nuclear de uso civil se ha convertido en un obstáculo insalvable.

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"EE UU nos pide que renunciemos al derecho de utilizar la energía atómica pacífica. Esperaba que durante las discusiones, aceptaría nuestras justas demandas, pero no lo ha hecho. Creo que ésta ha sido la causa principal de que no hayamos llegado a ningún resultado", afirmó Kim Kye-gwan, viceministro de Asuntos Exteriores y jefe de la delegación norcoreana, tras finalizar el cónclave. Para la Administración de Bush, la posibilidad de que el régimen de Kim Jong-il mantenga la capacidad de generar electricidad por vía atómica es inadmisible. "No sólo quieren contar con el derecho a utilizar energía nuclear, sino tener reactores de agua ligera. Esto, sencillamente, está fuera de la mesa de negociación", aseguró Christopher Hill, el representante estadounidense.

La construcción de dos reactores de agua ligera forma parte de los acuerdos alcanzados entre los dos países en 1994, a cambio de los cuales Corea del Norte debía poner fin a toda su capacidad atómica de uso militar. El proyecto fue suspendido en 2003, después de que Estados Unidos asegurara en octubre de 2002 que Pyongyang contaba con un programa clandestino de uranio enriquecido. Kim Kye-gwan insistió ayer en que para poder llegar a un pacto y a la desnuclearización de la Península coreana, su rival debe comprometerse a no atacarle y a eliminar su capacidad de protección atómica sobre Corea del Sur.

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