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Reportaje:

Ratzinger no quiere ser una estrella

Benedicto XVI, que no comparte el gusto por el espectáculo de Wojtyla, se estrena en Alemania como pontífice de masas

Enric González

Benedicto XVI se enfrenta desde mañana, en su primer viaje fuera de Italia, a su bautizo como pontífice de masas. La Jornada Mundial de la Juventud 2005, que se celebra en Colonia y a la que asistirá al menos un millón de jóvenes, quizá hasta dos, fue planificada según el criterio de Juan Pablo II: estadios, cánticos y multitudes. El papa Ratzinger tendrá que medirse con su antecesor en su propio país, Alemania, pero en los términos que le resultan más incómodos. Sea cual sea el resultado, Benedicto XVI, que prefiere la calidad a la cantidad, ha ordenado ya que la próxima concentración juvenil, en 2007, se organice con grupos reducidos.

En los primeros meses de su pontificado ha cristalizado una característica de Joseph Ratzinger: no atrae a la gente, ni la gente le atrae a él. En algunas audiencias generales casi la mitad del aforo, de unas 3.000 plazas, ha tenido que ser rellenada con escolares de excursión, una señal clara de que el Papa alemán carece del tirón popular del difunto Papa polaco. Benedicto XVI es un teólogo, un organizador, un hombre convencido de que la Iglesia católica del siglo XXI debe configurarse como "una minoría convencida y activa" y no como un difuso club socio-religioso; en ningún caso es un ídolo de masas.

El azar ha querido que su primer viaje y su primera Jornada Mundial de la Juventud se desarrollen en su propio país, Alemania. Eso le permitirá moverse en terreno conocido. Por otra parte, no habrá guerra de cifras en la comparación con anteriores jornadas juveniles. En Roma-2000, Juan Pablo II atrajo a dos millones de personas. A Colonia han llegado ya unos 800.000 jóvenes y para el sábado, el día más intenso, se espera que la cifra alcance 1,5 millones o incluso hasta dos millones. El secreto del éxito asegurado radica, en parte, en que la celebración pertenece también a Wojtyla, que instituyó la Jornada Mundial de la Juventud en 1984 y que por primera vez estará ausente.

En la fachada de la catedral de Colonia se ha instalado una imagen gigantesca de Juan Pablo II y la organización de los actos, compartida por el Vaticano y la Conferencia Episcopal Alemana, ha encargado tantas camisetas con la efigie de Juan Pablo II como con la efigie de Benedicto XVI. Al precio de 12,90 euros cada una, puede ser interesante saber quién vende más.

Por otra parte, a muchos asistentes les resulta indiferente quién sea el Papa que presida los actos. Según un sondeo realizado por el diario Die Welt, sólo el 20% de los participantes acude a Colonia por motivos religiosos. Casi la mitad, el 43%, dice viajar simplemente para encontrarse con otros jóvenes. El sondeo ofrece un dato significativo: el 32% estará en Colonia "para conocer a Benedicto XVI". De la capacidad de Ratzinger para transmitir un mensaje que llegue al público dependerá el futuro de los llamados Papa Boys. La carta de presentación de Benedicto XVI ha consistido en el anuncio de la concesión de indulgencia plenaria (remisión de la pena temporal por los pecados o, simplificando, reducción de la pena en el purgatorio) a quienes participen en las Jornadas y cumplan el precepto de confesión, comunión y oración por el Papa.

Benedicto XVI deberá adaptarse al formato de Wojtyla, que concebía las Jornadas Mundiales como unos Juegos Olímpicos de la religión: más de 170 países representados, incluida la República Popular China, con, además de alemanes, grandes grupos italianos (85.000 personas), franceses (40.000), españoles (30.000) y polacos (15.000); varios estadios alquilados para la ocasión y una sucesión ininterrumpida de fiestas, teatro, música, danza y oración en la Cúpula del Arco Iris de Colonia, un campamento muy parecido a una Villa Olímpica. Habrá 9.000 policías en la calle, tantos como sacerdotes, y 750 obispos de todo el mundo.

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La próxima Jornada Mundial de la Juventud debe celebrarse en Sidney (Australia) en 2007 y Benedicto XVI ya le ha indicado al organizador, el cardenal George Pell, uno de sus mejores amigos, que piense en una fórmula más reducida e íntima que permita a los asistentes aproximarse al Papa y, de ser posible, hablar con él.

Ratzinger gana mucho en la corta distancia, cuando puede ironizar sobre sí mismo y detectar las reacciones de sus interlocutores. Una de sus características es el inicio de las frases en negativo para llegar a una afirmación. Un ejemplo reciente: "La amistad con Cristo no nos quita nada, sino que da a la vida su justa grandeza". Los inicios negativos funcionan bien para argumentar, pero chirrían cuando un micrófono los transmite a la multitud.

Participantes de la Jornada Mundial de la Juventud en la ciudad alemana de Colonia observan un cartel con la imagen del Papa.
Participantes de la Jornada Mundial de la Juventud en la ciudad alemana de Colonia observan un cartel con la imagen del Papa.ASSOCIATED PRESS

La fe de Europa

La Jornada Mundial de la Juventud, "un encuentro de personas procedentes de todos los continentes, debería dar un nuevo impulso al continente más viejo", afirmó Benedicto XVI en el manifiesto dirigido a los peregrinos con destino a Alemania. La civilización europea, añadió, "sólo reencontrará su grandeza cuando aprenda a reconocer las fuentes de su fe cristiana a la luz de la verdad". El tema de las raíces cristianas de Europa es uno de los que más interesan a Joseph Ratzinger, y será una de las bases argumentales de sus discursos en Colonia.

Benedicto XVI reconoció el domingo, en la primera entrevista concedida a Radio Vaticano, que la difusión del mensaje católico encontraba crecientes dificultades: "En nuestra sociedad occidental moderna existen muchos lastres que nos alejan del cristianismo: la fe parece muy lejana, y hasta Dios parece muy lejano". Precisó, sin embargo, que el mensaje no estaba anticuado: "La Iglesia no es un montón de prohibiciones y de principios, no es una cosa vieja, no es una menestra recalentada que nos vienen sirviendo desde hace 2.000 años".

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