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La detención errónea de un ciudadano alemán complica la visita de la secretaria de Estado

La visita a Berlín de la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, cuyo aterrizaje en la capital alemana se esperaba anoche, estará marcada por la polémica que han levantado en Alemania los métodos de la CIA en la lucha contra el terrorismo. Pero la atención ya no sólo estará centrada sobre la ilustre visita de Estados Unidos, sino también sobre la presunta complicidad del último Gobierno alemán en el secuestro durante cinco meses y por equivocación del ciudadano alemán de origen libanés Khaled el Masri.

Políticos de todos los partidos, incluido el propio, exigieron ayer al ex ministro del Interior socialdemócrata, Otto Schily, que aclare si es cierto que fue informado en mayo de 2004 del secuestro de El Masri, como informó el diario estadounidense The Washington Post en su edición del pasado domingo.

El presidente del Partido Liberal (FDP), Guido Westerwelle, amenazó indirectamente con una comisión de investigación en el Bundestag (Parlamento). "Si los ex ministros, sea el señor Schily o el señor Fischer, no lo aclaran motu proprio, los obligaremos por la vía parlamentaria", dijo Westerwelle. "Supera casi mi capacidad de imaginación que el ministro del Interior, que es el responsable de la Constitución, acepte el secuestro de un alemán sin reaccionar", declaró al portal de noticias Spiegel Online el diputado democristiano Wolfgang Bosbach. "Entiendo que haya áreas en las que el Gobierno no puede informar al Parlamento por motivos de seguridad, pero el Ejecutivo está sujeto a derecho y a la ley", añadió Bosbach, que milita en el mismo partido que el sucesor de Schily al frente de Interior, Wolfgang Schäuble. "Si el ministro de Interior se enteró del caso, no entiendo por qué no se puso de parte de El Masri", se preguntaba el diputado de Los Verdes y experto en Derechos Humanos Hans-Christian Ströbele. Ströbele recordó que, cuando juró su cargo, Schily prometió servir al bien del pueblo alemán.

Reserva sobre Schily

"A él pertenece también el señor El Masri", concluyó. El Gobierno actual, que preside la democristiana Angela Merkel, ha optado por la reserva en espera de que Schily se pronuncie, algo que hasta ayer no había hecho. Ayer se iban multiplicando las sospechas de que Schily no fue el único informado de las operaciones de dudosa legalidad de la CIA, sino que también lo estaban otros integrantes del Gobierno socialdemócrata y verde del canciller Gerhard Schröder. Si eso fuera cierto, el actual ministro de Exteriores, Frank Walter Steinmeier, quedaría salpicado, ya que su posición en el Gobierno anterior como jefe de la Cancillería le convierte casi obligatoriamente en cómplice.

Un reportaje publicado ayer por Spiegel Online asegura que las autoridades alemanas no sólo conocían, sino que aprovechaban las actividades de la CIA para sus propios interrogatorios mientras se pronunciaban públicamente en contra de la guerra de Irak y los métodos empleados por Estados Unidos. Según Spiegel Online, no sólo Rice está interesada en acallar la polémica. También Merkel, jefa de un Gobierno que integra a parte del anterior.

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