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Sarkozy ensalza la relación franco-británica como vital para Europa

El presidente francés se compromete a enviar más tropas a Afganistán y a reformar la política agrícola europea

Las dos pompas más pomposas de Europa se unieron ayer en Londres: la de la grandeur francesa y la de los restos del Imperio británico. Pero la expectación despertada en el Reino Unido por la visita de Estado del presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, fue mucho más allá de la pompa real y los cotilleos sobre la nueva mujer del presidente, la supermodelo y cantante Carla Bruni: hubo también política. Y probablemente más de la que se esperaba para ayer, un día en principio dominado por el protocolo real, a la espera de la cumbre bilateral de hoy y las conversaciones entre Sarkozy y el primer ministro británico, Gordon Brown.

El presidente francés sorprendió a sus anfitriones comprometiéndose a "reforzar" la presencia militar en Afganistán y, sobre todo, al declarar que su país "está preparado" para negociar la reforma de la Política Agrícola Común (PAC) de la Unión Europea, uno de los contenciosos históricos que más han enturbiado las relaciones entre ambos países.

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Las visitas de Estado de dirigentes extranjeros al Reino Unido suelen ser sobre todo protocolarias, sin gran contenido político. Suele haber dos cada año y rara vez suelen despertar expectación, salvo que se trate de personajes polémicos como el presidente de Estados Unidos, George Bush, que llegó a un Londres todavía encendido contra la guerra de Irak.

La visita de Sarkozy no era sobre el papel más que un mero formalismo: todos los presidentes de la República son invitados y él no iba a ser una excepción. Pero la actual agenda política le ha dado a la llegada de Sarkozy una relevancia política que quizá no hubiera tenido en otro momento. Tanto él como Brown acaban de llegar a sus cargos y han visto desplomarse los índices de apoyo de sus respectivos electorados. Los dos están interesados en reforzar la cooperación bilateral: Brown para realzar la independencia del Reino Unido frente a la voraz maquinaria de la UE y Sarkozy porque debilita así la importancia estratégica de Alemania en el tablero europeo.

Son dos nuevos dirigentes que llegan en un momento en que la guerra de Irak ya no tiene el peso específico que tenía en la política doméstica y en vísperas de un relevo en la Casa Blanca: sea quien sea, el nuevo presidente no estará marcado -de entrada- por el conflicto de Irak, el gran factor desestabilizador de las relaciones entre ambos países en los últimos años.

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Sarkozy y su esposa llegaron a media mañana al aeropuerto de Heathrow, donde fueron recibidos por el príncipe Carlos y su esposa, Camilla. Los cuatro se dirigieron en coche al cercano castillo de Windsor, donde les esperaba la reina y donde pernoctaron. Tras escuchar la Marsellesa, la comitiva se dirigió al castillo en coches de caballos y almorzaron en privado.

Por la tarde, Sarkozy se dirigió en el palacio de Westminster a las dos cámaras del Parlamento británico, un privilegio que tuvieron antes el rey Juan Carlos, el general De Gaulle, Willy Brandt, Ronald Reagan, François Mitterand, Mijaíl Gorbachov, Nelson Mandela, Bill Clinton, Jacques Chirac o el Dalai Lama, por ejemplo. Por la noche se celebró en Windsor la cena de Estado, el acto principal desde el punto de vista de la pompa y el protocolo.

Pero el punto álgido del día fue el discurso de Sarkozy en la Galería Real del palacio de Westminster, reunidas conjuntamente la Cámara de los Lores y de los Comunes. Al presidente francés no pareció importarle que los dos grandes frescos que presiden el salón representen las batallas de Trafalgar y Waterloo, dos célebres victorias militares británicas sobre los franceses. Sarkozy regaló los oídos de sus anfitriones con sus inacabables elogios al pasado británico y su agradecimiento "eterno" por la liberación del nazismo, su canto de amor al Reino Unido de hoy, gran líder del librecambismo, sus llamamientos a la "hermandad franco-británica, esencial para una Europa en acción" y su encendida defensa del esencial papel reservado a los británicos en la construcción europea. El presidente no se tomó la molestia de ocultar el objetivo quizás último de esos elogios: acercarse al Reino Unido de Gordon Brown para marcar distancias con la Alemania de la canciller Angela Merkel, con la que no se entiende bien. Lo dijo con gran claridad: "Por supuesto, para nosotros franceses, la amistad franco-alemana es una de las piedras angulares de la reconciliación europea. Estoy convencido de que en la Europa de hoy el motor franco-alemán es esencial. Pero ya no es suficiente para permitir a Europa actuar con todo su peso. Tenemos que arrastrar a los 27 . Necesitamos, primero y ante todo, una nueva entente franco-británica".

Sarkozy reforzó ese mensaje al alinearse con posiciones políticas muy próximas a las británicas. Desde la lucha contra el cambio climático al impulso de la energía nuclear, el control de la inmigración, la reforma de las instituciones internacionales, o la tragedia de Darfur.

Adelantó también cosas concretas, como el compromiso de su Gobierno con la intervención militar aliada en Afganistán y confirmó que "en consecuencia, Francia propondrá en la cumbre [de la OTAN la semana que viene] en Bucarest reforzar su presencia militar".

Y, de forma inesperada pero muy significativa, anunció que Francia "está preparada" para negociar la reforma de la PAC de la UE, uno de los factores, junto a la guerra de Irak, que más enfrentó en el pasado reciente al ex presidente Jacques Chirac y al ex primer ministro Tony Blair.

La primera dama de Francia, Carla Bruni, se dirige en carroza al castillo de Windsor.
La primera dama de Francia, Carla Bruni, se dirige en carroza al castillo de Windsor.REUTERS
El presidente francés va acompañado por su esposa, Carla BruniVídeo: ATLAS

Propuestas de Sarkozy

- Reforzar el papel del Reino Unido en la UE junto con el tradicional de Alemania.

- Expandir el uso de la energía nuclear.

- Reformar la Política Agrícola Común (PAC).

- Incrementar el control de la inmigración en Europa.

- Trabajar para garantizar la paz y la seguridad a través del refuerzo de la defensa europea y, en concreto, del envío de más tropas a Afganistán (Francia tiene actualmente 1.515 soldados, mayormente en Kabul).

- Impulsar la reforma de las organizaciones internacionales, especialmente la ONU.

- Incrementar la protección del medio ambiente.

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