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El Gobierno de Fernández se agrieta por el conflicto rural

El vicepresidente argentino se desmarca de la línea oficial

Alejandro Rebossio

Una grieta se ha producido dentro de la coalición de Gobierno de Argentina, que encabeza Cristina Fernández de Kirchner. El vicepresidente, Julio Cobos, se ha distanciado de su jefa por el conflicto con los agricultores y ha sido acusado por el jefe del Gabinete de Ministros, Alberto Fernández, de hacer "que la democracia quede afectada".

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El pasado sábado, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de ley que ratifica con algunas modificaciones la subida impositiva dispuesta por el Ejecutivo, que dio origen al conflicto. Pero los votos a favor, 129, apenas sumaron el mínimo necesario para lograr la mayoría absoluta, pese a que la coalición gobernante controlaba en principio 157 escaños. El Senado deberá debatir la iniciativa esta semana y se prevé una victoria más fácil de la jefa del Estado.

El conflicto entre la presidenta, peronista, y el vicepresidente, procedente del radicalismo (la otra fuerza tradicional de Argentina), comenzó hace tres semanas, cuando Cobos hizo pública una carta abierta en la que reclamaba que el Ejecutivo enviara al Congreso la discusión sobre el alza tributaria para acabar con las huelgas de los agricultores. Pocos días después, Fernández aceptó la propuesta y remitió al Congreso un proyecto de ley que ratificaba el decreto que el 11 de marzo había elevado los impuestos a la soja y al girasol y, junto con el del maíz y el trigo, los había convertido en móviles (suben o bajan de acuerdo con la cotización internacional). Pero Cobos no se quedó conforme con eso, y convocó a los gobernadores de las 23 provincias a debatir en profundidad el proyecto. Sólo asistieron tres gobernadores, dos de la oposición y el otro del peronismo crítico, porque el Gobierno descalificó la reunión.

Luego, Cobos se reunió con la máxima autoridad de la Iglesia en Argentina, el cardenal Jorge Bergoglio, que siempre se llevó mal con el ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007), esposo de Fernández, y que ahora venía reclamando un mayor diálogo entre el Gobierno y los agricultores.

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Cristina Fernández-Cobos fue la fórmula presidencial que venció en las elecciones del año pasado para gobernar hasta 2011. La Constitución argentina establece que la función del vicepresidente es presidir el Senado y reemplazar al presidente en caso de renuncia o muerte. "Sería lamentable que el vicepresidente tenga que pedir permiso o autorización para ejercer una función, sea protocolaria o de opinión", respondió el jueves Cobos a las críticas. Al día siguiente, Alberto Fernández lo acusó de dañar la democracia, "confundir los roles institucionales" y "utilizar el Senado para un debate con protagonistas indebidos".

No es la primera vez que reina la tensión entre un presidente y un vicepresidente en Argentina. En 2000, otra coalición de Gobierno se fracturó cuando el vicepresidente Carlos Chacho Álvarez, del Frente País Solidario (Frepaso), renunció por desavenencias con el presidente, Fernando de la Rúa, radical. En 2003, el vicepresidente Daniel Scioli, peronista, se atrevió a disentir públicamente con Kirchner. No renunció, pero terminó condenado al ostracismo durante su Gobierno.

La Cámara de Diputados terminó el sábado aprobando la subida de impuestos, pero los diputados peronistas introdujeron en el proyecto de ley modificaciones para ampliar las compensaciones que se les darán a los pequeños y medianos agricultores. Un total de 129 legisladores votaron a favor; 122, en contra; dos se abstuvieron y cuatro se ausentaron.

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