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EE UU se acerca al islam

Obama ofrece a los musulmanes una nueva relación basada en el respeto

El presidente negocia en Riad un plan de paz para Oriente Próximo

Antonio Caño

Barack Obama invitará hoy a los países islámicos a un diálogo permanente para mejorar el conocimiento mutuo y las condiciones de vida de la población musulmana, tanto en el ámbito económico y social como en el de la democracia y los derechos humanos. Este intento histórico por parte del presidente de Estados Unidos de ganar el corazón de los musulmanes empezó ayer en Arabia Saudí, donde nació el islam y se conservan sus símbolos más sagrados.

Portavoces estadounidenses hicieron, en una reunión con periodistas en esta capital, esfuerzos para limitar las expectativas de un discurso, el que Obama pronunciará en la Universidad de El Cairo, que ha sido preparado durante meses, antes incluso de su toma de posesión, y que pretende ser uno de los más importantes de esta presidencia.

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"Una brecha de tanto tiempo no se puede cerrar con un solo discurso", advirtió ayer el principal asesor político del presiente estadounidense, David Axelrod. "Esto es parte de una misión que el presidente se marcó hace tiempo y que pretende evitar que un puñado de extremistas saque partido del desconocimiento actual".

Ese puñado de extremistas no ha querido quedarse al margen de esta gran ocasión. Poco después de la llegada de Obama a Riad, la televisión por satélite Al Jazeera, una de las más influyentes en el mundo islámico, emitió un mensaje supuestamente de Bin Laden en el que éste acusa al nuevo líder norteamericano de "sembrar la semilla de la venganza y el odio".

Obama daba ayer todavía los últimos retoques a su alocución, pero la Casa Blanca tiene ya lista una gigantesca campaña de difusión que incluye la traducción del discurso a 13 idiomas, su emisión a través de numerosas cadenas de televisión, desde Marruecos hasta Indonesia, y la apertura en las principales redes sociales de Internet de distintas páginas y foros pare recibir reacciones y, en la medida de lo posible, responderlas.

Una parte representativa de los cerca de 1.500 millones de musulmanes en el mundo están hoy afiliados a Facebook, Twitter y otros servicios semejantes. En su mayoría son jóvenes, bien educados y relativamente libres de los prejuicios que arrastran generaciones anteriores. Pero, al mismo tiempo, son jóvenes frustrados por la falta de oportunidades dentro de sus sociedades y la actitud preventiva de parte de Occidente hacia ellos.

Esos jóvenes son el objetivo principal de la intervención de Obama. Según adelantó ayer uno de los autores del discurso, el presidente estadounidense abordará sin reservas los conflictos que han desatado en el pasado la hostilidad de esta parte del mundo hacia EE UU: la guerra de Irak, la actuación en Afganistán y Pakistán, y, especialmente, el conflicto palestino-israelí.

Abordará el peligro de la proliferación nuclear en la región -Israel mantiene un programa en secreto- y el papel que Irán debe de jugar para disminuir ese riesgo. Pero el ángulo en el que Obama pretende incidir es en el de los problemas cotidianos de la población musulmana.

Obama presentará, según anticiparon ayer sus portavoces, propuestas concretas para mejorar los sistemas de salud, de educación, aprovechar el desarrollo científico y acelerar el desarrollo económico del área que comparte esta fe religiosa.

También hablará de democracia y derechos humanos, un asunto delicado de tratar en un viaje que incluye la visita a una monarquía autoritaria y a un presidente, Hosni Mubarak, con más de un cuarto de siglo en el cargo.

En su etapa en Riad, donde conversó más de dos horas cara a cara con el rey Abdullah, Obama evitó, por supuesto, ese tema. Al contrario, elogió al octogenario monarca por su "sabiduría y gentileza" y expresó su confianza en que "trabajando juntos se pueden conseguir progresos en muchos asuntos de interés común".

Obama no tiene, obviamente, intención de promover la democracia en Arabia Saudí. Sus planes para este país son otros: utilizar su influencia enorme sobre el mundo árabe y musulmán para que arrastre a los demás hacia una propuesta de negociación con Israel.

Los portavoces norteamericanos no quisieron ayer precisar si se habían conseguido avances en ese sentido, pero destacaron que las conversaciones habían sido largas, intensas y enfocadas, además del problema del precio del petróleo, hacia el interés que Obama tiene en el plan de paz elaborado en 2002 por el propio Abdullah, que entonces era príncipe heredero.

Ese plan, que ofrecía el reconocimiento de Israel a cambio de la creación de un Estado palestino en las fronteras de 1967, fue aprobado entonces por una cumbre de la Liga Árabe, pero se estrelló después, como tantos otros, con la intransigencia de las partes. Es todavía lo más lejos que los árabes han llegado en su aceptación de Israel, y Obama quiere ahora resucitarlo como base de una nueva negociación.

El presidente de EE UU, Barack Obama, y el rey Abdullah de Arabia Saudí, reunidos en el palacio real, cerca de Riad.
El presidente de EE UU, Barack Obama, y el rey Abdullah de Arabia Saudí, reunidos en el palacio real, cerca de Riad.REUTERS

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