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Putin no tiene miedo al agua

El primer ministro ruso se sumerge a bordo de un submarino en el Baikal, el lago más profundo del mundo

¡Qué no ha probado Vladímir Putin en su vida! El primer ministro ruso, además de haber tenido una profesión excitante como es la de espía y de ser cinturón negro en yudo, ha pilotado un avión supersónico, se ha convertido por unos minutos en pintor y columnista, y ha incursionado la profundidad de los mares en un submarino.

Este fin de semana Putin ha tenido oportunidad de ampliar su experiencia bajo las aguas, pero esta vez no se ha sumergido en el océano, sino en el lago más profundo del mundo, el Baikal.

El periplo de Putin duró más de cuatro horas, en las que descendió en un incómodo mini-submarino a cerca de unos 1.400 metros de profundidad y en las que tuvo oportunidad de observar la fauna y flora del inmenso lago, que es el mayor depósito de agua potable del mundo: contiene cerca de un quinto de las reservas del planeta de este líquido vital.

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"¡Nunca en mi vida había experimentado algo semejante! Ha sido una sensación especial. Me impresionó poder ver con mis propios ojos cómo es el Baikal, sentir toda su grandeza. Es muy hermoso y limpio, es como una sopa de plancton", declaró Putin, después de emerger, a la televisión rusa que realizó una detallada cobertura del primer ministro en el lago. A la superficie no llegó con las manos vacías: se trajo una pequeña piedra y una concha de su viaje submarino en el Mir-1. Por cierto, este aparato ostenta el récord mundial de profundidad en un lago después de haber llegado, el año pasado, a 1.680 metros bajo las aguas.

Preguntado si no pensaba ahora viajar al espacio, Putin, de 56 años, contestó que de momento eso no entraba en sus planes. "Tengo mucho trabajo que hacer todavía en la Tierra", señaló.

El primer ministro ruso subrayó que nada amenaza al Baikal en estos momentos y explicó que los científicos han comprobado cómo el lago se regenera y se autopurifica. Y aprovechó para pronunciarse por la reapertura de la fábrica de celulosa a sus orillas, cuya clausura en otoño de 2008 ha dejado sin trabajo a más de 1.500 trabajadores.

Vladímir Putin observa el fondo del lago Baikal desde un submarino.
Vladímir Putin observa el fondo del lago Baikal desde un submarino.AFP

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