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Barroso promete un vuelco social para ser reelegido

El Parlamento Europeo votahoy al presidente de la Comisión

Andreu Missé

El infatigable José Manuel Durão Barroso redobló ayer sus gestos y promesas especialmente en materias sociales en un último esfuerzo para convencer a los eurodiputados socialistas y verdes para que le voten hoy para un segundo mandato de cinco años al frente de la Comisión Europea. A pesar de asumir compromisos muy detallados como "luchar contra el dumping social en Europa", el actual jefe del Ejecutivo no logró la confianza de socialistas, verdes, ni de la izquierda unitaria. Los 736 eurodiputados decidirán hoy la suerte del único candidato que cuenta con el respaldo unánime de los 27 mandatarios europeos.

El candidato tiene elevadas probabilidades de ser nombrado, pues ayer quedó patente el apoyo explícito del Partido Popular Europeo (PPE, 265 escaños); ALDE (Alianza de Liberales y Demócratas de Europa, 84), y ECR (Conservadores y Reformistas) más los diputados socialistas españoles, británicos y portugueses. La circunstancia de que la votación es secreta deja, no obstante, algunas incertidumbres.

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Barroso se presentó ayer ante el pleno de la Eurocámara subrayando el perfil social de su programa atendiendo a las peticiones que había recibido la semana anterior ante los grupos parlamentarios. En esta línea asumió que "el paro es el mayor problema para nosotros" y subrayó su propósito de "vigorizar nuestro modelo de economía social de mercado". De manera más precisa anunció la presentación "lo antes posible", de un reglamento para resolver los problemas de aplicación de la Directiva de Trabajadores Desplazados, que ha provocado graves situaciones de desigualdad entre trabajadores nacionales e inmigrantes tras las sentencias del Tribunal de Luxemburgo.

También se comprometió a revisar la Directiva de Tiempo de Trabajo, que permite los contratos individuales entre empresa y trabajador, semanas de hasta 65 horas laborales y desarrollar un nuevo marco legal para los servicios de interés general. A pesar de estos gestos no logró la confianza de Socialistas y Demócratas, el segundo grupo de la Cámara, con 184 diputados. El presidente del grupo socialista, Martin Schulz, exigió sin conseguirlo que Barroso se comprometiera a defender el principio de "a igual trabajo igual salario en cualquier lugar para hombres y mujeres en la UE". Consideró que a la vista de sus propuestas de presidente de la Comisión su grupo "no le podía dar su apoyo". Los socialistas tenían previsto anoche una reunión para ultimar su posición sobre la votación.

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Quien si anunció el respaldo al ex presidente portugués, fue el líder de los liberales, el ex primer ministro belga Guy Verhofstadt. Barroso había satisfecho una de sus peticiones anunciando el nombramiento de un comisario de Justicia, Derechos Fundamentales y Libertades Civiles, incluyendo derechos de las minorías. De todas formas, el apoyo de Verhofstadt fue condicionado a que el presidente de la Comisión presente un programa más detallado. En particular, el dirigente liberal fue crítico por la manera en que se había gestionado la crisis. "Parten de la base de que la crisis ya ha pasado. No es el caso", señaló Verhofstadt. A su juicio, "el fin de la recesión no supone el fin de la recuperación", y alertó sobre un periodo de estancamiento de bajo crecimiento, como en Japón, por lo que reclamó una nueva estrategia comunitaria más allá de los planes naciones de recuperación. Barroso anunció también un comisario para Asuntos Internos e Inmigración y otro para Cambio Climático.

La confrontación más viva y polémica fue la que mantuvieron Barroso y el líder de los Verdes, Daniel Cohn-Bendit, quien una vez más hizo gala de su legendaria oratoria forjada en el Mayo de 1968 en las calles de Paris. El líder ecologista reprochó a Barroso sus alegatos a favor de la desregulación y le manifestó su desconfianza: "Lo que no ha hecho en cinco años lo hará ahora".

José Manuel Durão Barroso, ayer en la Eurocámara.
José Manuel Durão Barroso, ayer en la Eurocámara.REUTERS

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