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Afganistán pone a prueba a Obama

La ofensiva de Marjah resulta clave para la estrategia de retirada del presidente - Doce civiles afganos mueren en un bombardeo con misiles estadounidenses

Antonio Caño

Aunque la fase puramente militar de la ofensiva aliada en Afganistán no está todavía terminada -y ayer se complicó con la muerte de 12 civiles por el error en la orientación de un cohete-, los estrategas estadounidenses piensan ya en las siguientes y más importantes etapas de la operación: el control y la transición. La toma de Marjah, el mayor enclave talibán en el sur del país, debe dar paso al establecimiento de una autoridad civil dependiente del Gobierno de Kabul.

Los aproximadamente 8.000 soldados que combaten en Marjah -alrededor de 2.000 afganos- profundizaban ayer sus posiciones haciendo frente sólo a esporádica resistencia: francotiradores y bombas trampa. No se han visto aún los fieros combates casa por casa que se produjeron en 2004 en Faluya (Irak), un suceso trascendental con el que se compara este ataque.

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El más alto mando de los marines norteamericanos en la región, general Larry Nicholson, dijo ayer que en un principio se había calculado limpiar completamente la ciudad en unos 30 días, pero que ahora está razonablemente convencido de que lo harán en bastante menos tiempo. La mayoría de los talibanes, que habían hecho de Marjah uno de sus principales reductos, parecen haber huido antes del comienzo de la ofensiva y, o bien planean un contraataque posterior, o dan esta ciudad por perdida.

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La coalición de la OTAN quiere acelerar las cosas para que su estrategia tenga éxito. Marjah pretende ser más un símbolo sobre el futuro de esta guerra que una victoria militar en sí. Marjah debería de ser el modelo para el sector de la población afgana que todavía apoya a los talibanes.

Con ese fin se proyecta que, en cuanto sea posible, la ciudad sea exclusiva o mayoritariamente patrullada por fuerzas militares afganas y que en las próximas horas lleguen los primeros representantes del Gobierno central para establecer allí el primer embrión de una autoridad nacional.

["El centro de atención está en la gente, no en los talibanes", indicó ayer desde Tel Aviv el jefe del Estado Mayor Conjunto de Ejército de Estados Unidos, el almirante Mike Mullen. Se trata de una estrategia no sólo para limpiar la zona, sino para conservarla y construir después para que haya un componente civil y un gobierno local", indicó.]

Ayer mismo se constituyeron en Marjah dos consejos locales en los que soldados afganos y norteamericanos preguntaron a los habitantes de la ciudad sobre sus necesidades y les explicaron cuál es el propósito de esta acción militar.

Ese esfuerzo se vio inoportunamente socavado por la muerte de 12 miembros de una misma familia que se encontraba en una casa bombardeada por error por las tropas estadounidenses. El jefe de la misión de la OTAN en el país, general Stanley McChrystal, pidió disculpas al presidente afgano, Hamid Karzai, y aseguró que se están tomando todas las precauciones posibles para evitar este tipo de incidentes.

Ganarse el favor de la población local es fundamental para el éxito de la estrategia que el presidente Barack Obama anunció en noviembre pasado. Corresponsales que acompañan a las tropas de asalto relataban ayer cómo los soldados se esforzaron en levantar las minas instaladas por los talibanes en la puerta de una farmacia, para satisfacción de su propietario.

Pero no se trata de ser recibidos en la provincia de Helmand, el corazón de la patria talibán, como fuerzas liberadoras. Estados Unidos quiere que la batalla emocional (política, en realidad) la den las fuerzas afganas. Son ellos los que tienen que convencer a sus compatriotas de que, esta vez sí, el Gobierno de Kabul se interesa por sus problemas y atenderá sus necesidades.

No va a ser fácil. Afganistán ha conocido ya muchas guerras que sólo han servido para dividir a las comunidades y demostrar la inviabilidad del país. Pese a todo, la creación de un ente de poder aceptado por una mayoría de los afganos es la parte esencial de la estrategia puesta en marcha para que Obama pueda proceder a una retirada ordenada dentro de 17 meses.

La estrategia por ahora se cumple. Los marines que se hacen con el control de Marjah son parte de la fuerza suplementaria llegada a Afganistán en diciembre pasado. Los 2.000 afganos que deberán ocuparse del control de la ciudad son parte de la élite de las tropas adiestradas por la OTAN. Unos 2.000 policías afganos, también entrenados por la OTAN, se preparan para llegar en los próximos días; la mitad de ellos, en 24 horas. "Tenemos un gobierno guardado en una caja, listo para entrar en funcionamiento en cuanto sea posible", había anunciado días atrás el general McChrystal.

Estamos, desde luego, ante un momento decisivo en la guerra de Afganistán. Es el momento de probar si esta ofensiva del día de San Valentín, si el plan Obama, funciona. Pero, paradójicamente, Obama no tiene el control total sobre dos ingredientes esenciales de ese plan: uno, la capacidad de Karzai, largamente criticado por la corrupción de su Gobierno, de ganarse el afecto de la población; dos, la disposición de los talibanes a aceptar un acuerdo con Karzai.

Desde hace ya meses, las autoridades norteamericanas intentan aclarar que los talibanes no son la razón por la que Estados Unidos combate en Afganistán. Lo sugirió Obama en su discurso en West Point y lo ha dicho claramente el secretario de Defensa, Robert Gates, en su reciente gira por Europa: "Necesitamos eliminar a Al Qaeda, pero nos basta con reducir la capacidad de los talibanes".

Estados Unidos favorece un proceso de reconciliación nacional en Afganistán. Ese proceso requiere primero "reducir la capacidad de los talibanes". Ha empezado a hacerse en Marjah. La primera fase de la operación está en marcha. Quedan por delante aún muchos meses y gigantescas dificultades.

Soldados estadounidenses y afganos intercambian disparos con insurgentes talibanes durante una patrulla al oeste de Lashkar Gah, en la provincia de Helmand.
Un soldado toma una imagen del iris de un talibán detenido.
Soldados estadounidenses y afganos intercambian disparos con insurgentes talibanes durante una patrulla al oeste de Lashkar Gah, en la provincia de Helmand. Un soldado toma una imagen del iris de un talibán detenido.ASSOCIATED PRESS

Operación Juntos

- Ganarse el favor de la población local es primordial para que tenga éxito la estrategia que Obama anunció en noviembre pasado.

- EE UU pretende que sean las fuerzas afganas las que convenzan a sus compatriotas de que el Gobierno de Kabul se interesa por sus problemas.

- Ayer se constituyeron en Marjah dos asambleas locales en las que soldados afganos y estadounidenses preguntaron a los habitantes de la ciudad sobre sus necesidades y les explicaron cuál es el propósito de esta acción militar.

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