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Los derechos humanos en Cuba

"Veremos hasta dónde está dispuesto a llegar Raúl"

La mediación de Ortega plantea un nuevo escenario político

Lo que empezó como una simple protesta de la Iglesia católica por los actos de repudio a que habían sido sometidas en abril un grupo de Damas de Blanco a las puertas de la iglesia de Santa Rita, en plena Quinta Avenida, ha terminado como una gran operación humanitaria que podría repercutir en las relaciones exteriores de Cuba, tener consecuencias políticas y allanar el camino de las reformas dentro de la isla. "Veremos hasta dónde está dispuesto a llegar Raúl Castro, pero ahora se plantea un nuevo escenario y se abre una oportunidad política para Cuba", asegura un diplomático europeo, convencido de que la mediación de la Iglesia puede "ir mucho más allá" de las cuestiones de los presos de conciencia.

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Todo empezó con las gestiones realizadas por el cardenal Jaime Ortega ante Raúl Castro, después de tres actos de repudio contra las Damas de Blanco en domingos consecutivos, el último de los cuales duró seis horas. El Gobierno respondió positivamente a la petición de Ortega y permitió las marchas pacíficas de las mujeres, y después se produjo un encuentro entre el cardenal y el presidente cubano el 19 de mayo.

A partir de ese momento, se desencadenó una bola de nieve: un preso de conciencia parapléjico fue excarcelado; otros 12 fueron trasladados a prisiones cercanas a sus lugares de residencia; se juzgó y concedió la libertad condicional al opositor Darsi Ferrer después de 11 meses de prisión provisional. Y así hasta que el miércoles, coincidiendo con el viaje de Miguel Ángel Moratinos a Cuba, el régimen anunció que los 52 presos del Grupo de los 75 que siguen en prisión serían liberados y podrían salir hacia España en un máximo de cuatro meses. El jueves, poco después de conocerse la noticia, el disidente Guillermo Fariñas abandonó una huelga de hambre que durante 135 días llamó la atención del mundo sobre la precariedad de la situación de los derechos humanos en Cuba.

La mediación de la Iglesia, que ha tenido resultados humanitarios por los que nadie hubiera apostado hace tres meses, ha abierto un horizonte político nuevo. Los pesimistas dicen lo de siempre, que nada se puede esperar, que se trata simplemente de una operación para ganar tiempo. Sin embargo, según optimistas y creyentes, una vez en vías de solución el problema de los presos, puede ahora desatascarse el diferendo con EE UU y darse nuevos pasos de acercamiento entre Washington y La Habana.

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Además, dicen, se favorecerá lo que ya es un secreto a voces: que el Gobierno introducirá en el segundo semestre de este año algunas de las esperadas reformas aperturistas -en lo económico- que el país necesita y que Raúl Castro anunció en 2007. "Este es el último tren, y el Gobierno sabe que si lo desaprovecha no hay más", opina un alto dignatario de la Iglesia católica. Para empezar a resolver los problemas de Cuba, dice, "es ahora o nunca".

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