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Berlusconi y Bossi implican al presidente en la crisis de Gobierno

Los dos líderes políticos exigen la destitución de Fini como líder de la Cámara

Altísima tensión política en Italia. Con nocturnidad y cegados de ira por el durísimo discurso lanzado por Gianfranco Fini el domingo, Silvio Berlusconi y su viejo socio de la Liga Norte, Umberto Bossi, galoparon ayer hacia las elecciones anticipadas al exigir a la desesperada una medida que, además de ser imposible, es inconstitucional: la dimisión de Fini como presidente del Congreso.

Tras una larga cena en la villa de Arcore, los líderes del Pueblo de la Libertad (PDL) y de la Liga Norte decidieron no asumir la responsabilidad de dimitir ni tampoco la de seguir gobernando en alianza con Fini, y emitieron una nota conjunta en la que tildan de "inaceptables" las palabras del presidente de la Cámara y piden un encuentro con el jefe del Estado para tratar de su dimisión.

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En su discurso (que según las encuestas gustó al 76% de los italianos), Fini certificó la "muerte" del PDL y a la vez ofreció a Berlusconi y a Bossi un pacto para agotar la legislatura. Desoyendo esa oferta, el primer ministro y su ministro para las Reformas denunciaron la "grave situación institucional" creada por la declaración de independencia de Fini y aseguraron que "su hostilidad hacia la mayoría es incompatible con su función constitucional de árbitro neutral".

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Con ese contraataque propagandístico, el jefe de Gobierno trató de ganar algo más de tiempo y de dejar la responsabilidad de la crisis del PDL y de la coalición en manos de Fini, intentando implicar al primer árbitro, Napolitano, en lo que en fútbol se llamaría un problema de vestuario.

Fini y Napolitano parecen realmente favorables a que Berlusconi alargue la legislatura para no crear una situación de desgobierno que podría tener trágicas consecuencias en los mercados para un país que arrastra la deuda pública más alta de Europa. Según las últimas previsiones de la OCDE, alcanzará en 2011 el 120% del PIB.

Berlusconi, que parece menos preocupado por la crisis que por asegurarse un buen futuro judicial, está en un callejón sin salida. Por un lado, no quiere seguir gobernando porque no se fía de un Fini que, tras haber sido purgado del PDL, tiene ahora la tenaza del Congreso con los 34 disidentes del nuevo grupo, Futuro y Libertad. Pero asumir el fracaso y dimitir como jefe del Gobierno tiene también sus riesgos.

Antes de convocar elecciones, Napolitano ejercería su deber constitucional de buscar una mayoría de Gobierno alternativa en el Parlamento. Y aunque Fini ha prometido que sigue en el centro-derecha, también ha dicho que estaría dispuesto a votar una nueva ley electoral, lo cual abre la puerta a escenarios escurridizos. Si se juntaran los votos de los finianos a los de la oposición, el Parlamento podría aprobar una nueva ley electoral menos favorable al PDL. O incluso, aunque esto suena mucho más exótico, una norma sobre el conflicto de intereses.

Eso hace pensar que el voto anticipado está cada vez más próximo. Bossi afirmó a la salida de la cumbre de Arcore que "la mayoría no existe", y ayer reiteró: "Mejor votar ya que seguir en este pantano". Su fecha es noviembre, porque piensa que la Liga será la gran beneficiada de la crisis del PDL. Berlusconi no las tiene todas consigo. Las encuestas muestran que, aunque ganara en la Cámara gracias al premio de mayoría a la lista más votada (55% de los escaños), sin Fini difícilmente ganaría en el Senado. Los sondeos son anteriores al magnífico discurso de Fini, que sin duda hará perder algunos votos más a Berlusconi.

El líder de Futuro y Libertad recordó a sus socios que la pretensión de destituir al presidente de la Cámara es "inconstitucional" y, para acabar de suavizar el clima, calificó el intento de "analfabetismo institucional".

Berlusconi y el líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, en un mitin electoral el pasado marzo en Roma.
Berlusconi y el líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, en un mitin electoral el pasado marzo en Roma.AFP

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