Reunión 'caliente' en Budapest
La Comisión y el Gobierno húngaro celebrarán el viernes en Budapest la reunión conjunta que marca cada seis meses el principio de una nueva presidencia, un consejo que puede ser eclipsado por las controvertidas decisiones recientes del Ejecutivo húngaro. José Manuel Durão Barroso, como presidente de la Comisión, y Viktor Orban, jefe del Gabinete magiar, deberán hablar en público por primera vez de las medidas húngaras que afectan a la imagen y credibilidad de los Veintisiete.
Hungría es un país pequeño (algo más de 10 millones de habitantes) como Bélgica, pero sin la tradición y experiencia que han convertido la presidencia belga de la Unión en los pasados seis meses en una balsa de aceite. Si Bélgica asumió el timón comunitario con un Gobierno en funciones (que ahí sigue), Hungría llega a la presidencia con un Gobierno que goza de mayoría absoluta parlamentaria.
Al hacer en diciembre una primera presentación de sus planes europeos para este semestre, el ministro húngaro de Exteriores, Janos Martonyi, señaló que "la principal prioridad es la economía, dejar la crisis atrás y sentar los fundamentos para el futuro". Ello pasa, según el consenso político, por la revisión del Tratado de Lisboa para poner en práctica el eventual fondo de rescate dirigido a países de la eurozona en peligro, y la ejecución del llamado semestre europeo, un procedimiento colegiado para tutelar los presupuestos de los socios y reforzar la disciplina financiera en la UE.
Martonyi subrayó que "el factor humano importa en economía", y se preguntó "cómo puede ser la economía europea más competitiva si la demografía nos dice que Europa está envejeciendo". Una de las soluciones pasa, a juicio Budapest, por potenciar "los valores de la familia". Budapest se propone también "luchar contra la exclusión y buscar por todos los medios la integración de los gitanos".
