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Catástrofe en Japón

Francia y Austria estiman al alza la contaminación desde Fukushima

El instituto nuclear francés calcula que el escape es un 10% del de Chernóbil

Las primeras estimaciones oficiales sobre la radiactividad emitida por la nuclear de Fukushima son mayores de lo previsto. Austria ha decidido hacer pública su estimación a partir de los datos recogidos por los medidores de radiación del Tratado de Prohibición de Pruebas Atómicas y concluye que la emisión de cesio ha sido un 50% de la del accidente de Chernóbil. La estimación oficial francesa afirma que la radiación de los principales isótopos es un 10% de la de Chernóbil. Los cálculos varían -son métodos indirectos, se reconstruye lo que salió de la planta a partir de los datos recogidos a miles de kilómetros de distancia-, pero en cualquier caso, según los expertos consultados, elevan lo previsto. Ni Japón ni el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) han dado, 12 días después del terremoto, su cálculo sobre lo emitido. Sí afirman que la radiación medida en el entorno de la nuclear está disminuyendo.

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Gerhard Wotawa, investigador del Instituto Meteorológico de Austria, explicó ayer por teléfono sus cálculos. "Los Estados miembros del tratado contra las pruebas nucleares tienen los datos de medición de la radiación. Nosotros hemos decidido hacerlos públicos para clarificar la situación". Esas estaciones concentran 20.000 metros cúbicos de aire y pueden hallar cantidades mínimas de radiación, absolutamente inocuas para la salud. Así han detectado la pluma de Fukushima hasta en Islandia. La red sirve para controlar que ningún país realice pruebas atómicas a escondidas.

Wotawa señaló que, a partir de los datos recogidos en Sacramento (California, EE UU) y en Takasaki (Japón), han reconstruido la emisión de cesio-137 (vida media de 30 años) y el yodo-131 (vida media de ocho días), dos de los isótopos más comunes y a la vez más volátiles. "Hay más sustancias, pero estas llegan lejos y se pueden medir fácilmente", explicó Wotawa. Su conclusión es que la emisión de cesio fue en los cuatro primeros días un 50% de lo que emitió Chernóbil, mientras que la de yodo fue del 20%. El investigador explica que la mayor proporción de cesio apunta a una emisión procedente del combustible gastado de Fukushima, donde el yodo es menor porque ya ha decaído. Wotawa señala que no es esperable que la radiación llegue al hemisferio sur, pero no descarta que se mida en Europa: "Podemos medir dosis bajísimas, aunque no tenga absolutamente ningún riesgo".

A la estimación de Austria -un país sin nucleares- se suma la del Instituto de Radioprotección y de Seguridad Nuclear de Francia (IRSN), que ha publicado su modelo de dispersión de la nube y su estimación sobre la emisión de cesio, yodo, gases nobles y teluros, de los compuestos más volátiles presentes en un reactor. "Como comparación, los valores suponen un 10% de la emisión estimada en Chernóbil", afirma en su web el IRSN. El instituto advierte de que el dato "no permite por sí mismo formular hipótesis sobre las consecuencias radiológicas, pues estas dependen de las condiciones meteorológicas" y, en este caso, "buena parte de la emisión se ha dispersado sobre el Pacífico". Los vientos dominantes han ido hacia el mar, lo que ha alejado de zonas habitadas la radiación.

Eduardo Gallego, vicepresidente de la Sociedad Española de Protección Radiológica, afirma que esas estimaciones no ayudan al optimismo: "Da idea de que se ha escapado bastante". Carlos Bravo, de Greenpeace, citó los datos de estos países como termómetro de la importancia del accidente y pidió un cierre nuclear para España.

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En Fukushima ayer seguía la carrera por refrigerar la planta. Aunque los reactores ya tienen tendido eléctrico, la vuelta a la refrigeración no es sencilla, pues antes tienen que funcionar bombas y sistemas eléctricos, algunos dañados por las explosiones de hidrógeno en tres reactores. El OIEA anunció que uno de los trabajadores ha recibido una alta dosis de radiación que puede aumentar el riesgo de cáncer, informa Reuters. Los trabajos se vieron marcados por la aparición de humo negro de origen desconocido en uno de los reactores, lo que obligó de forma temporal a desalojar la nuclear.

Dos ingenieros inspeccionan una instalación en Fukushima.
Dos ingenieros inspeccionan una instalación en Fukushima.AFP

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