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Tribuna
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Libia: fuego amigo, señales de tablas

Viajando por las carreteras de Libia el fuego amigo puede llegar a ser letal.- Mientras, los combates entre progadafistas y rebeldes muestran un empate

Al atardecer del viernes, circulando por la carretera hacia Brega, llegué a una intersección donde se encontraban más o menos un par de cientos de combatientes, la mayoría jóvenes, que disparaban sus armas al aire como celebración.

Yo era el que conducía, junto a algunos de los rebeldes, hasta que se escucharon tres explosiones de artillería a apenas un centenar de metros enfrente de nosotros. Nos giramos y volvimos sobre nuestros pasos. En la intersección, algunos de los rebeldes habían formado una especie puesto de control, para intentar detectar a los que venían desde las líneas de Gadafi. Estaban los que querían imponer el orden, y los que no lo hicieron. Al final, conseguimos hacernos entender gritando sahafi, que significa periodista. No parecían ninguno de esos militares "reales" que habíamos visto en los controles al principio del día.

Un combatiente voluntario me aseguró que los soldados de las fuerzas especiales lo habían entrenado en la formación de artillería el mes pasado
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Los cataríes están más involucrados que otros países árabes que no han sido capaces de reconocer abiertamente su participación en la guerra
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Esa misma noche, me enteré de que varios rebeldes, que probablemente se encontraban en aquella muchedumbre, habían sido asesinados por error en un ataque aéreo aliado, tal vez media hora o cuarenta y cinco minutos después de haberlos visto. Un amigo que trabajada en una ambulancia me llamó y me dijo que habían encontrado un motón de cuerpos carbonizados. Estaba conmocionado por la escena y disgustado por la pérdida de un médico conocido y probablemente de otros que aún no habían identificado. Hubo especulaciones de que algo había hecho a los rebeldes disparar sus baterías antiaéreas provocando el ataque aéreo.

En realidad, Brega son dos ciudades que se extienden en un área de entre nueve y 11 kilómetros, aproximadamente, entre la carretera y el mar de Nueva Brega, por detrás de unas dunas, en una zona residencial para los trabajadores del petróleo, conocida con el nombre de Old Brega. Más allá hay una universidad y una refinería, otra zona residencial cerrada, una pequeña franja comercial de pequeña, y un hospital de la Media Luna Roja.

El sábado, en la medida que me he podido enterar, toda la zona de Brega aún estaba en disputa, a pesar de los informes de los rebeldes decían lo contrario. Los rebeldes entrenados militarmente tenían órdenes estrictas de mantener a los periodistas alejados del frente. Los -y también la OTAN- querían mantener fuera a los Shabab, para evitar incidentes como el de la noche anterior, así como la infiltración en sus filas de las fuerzas de Gadafi.

Un combatiente voluntario me aseguró que los soldados de las fuerzas especiales lo habían entrenado en la formación de artillería el mes pasado. Ahora, él y otros "nuevos rebeldes" estaban asignados en tareas de retaguardia en las nuevas líneas defensivas que se establecieron alrededor de Bengasi y Ajdabiya. Le hablé de los nuevos controles que había visto en las carreteras y me dijo que estaban destinados a mostrar a los estadounidenses que los combatientes entrenados tenían el control y podían recibir armas. Mencionó (de esto nos enteramos más tarde) que los rebeldes habían confirmado a Fatah Yunis, exministro del Interior de Gadafi, como su jefe militar después de la reunión del consejo del viernes. Yo había visto a Yunis visitar las líneas. El rebelde con el que hablé creía que iba a "permanecer en el frente a partir de ahora."

También se habla de que circulan militares de élite de Catar por Bengasi, para instruir a los libios en el uso de las nuevas armas que están llegando. Los cataríes se están convirtiendo en agentes de este conflicto, más involucrados que otros países árabes que no han sido capaces de reconocer abiertamente su participación en la guerra junto a Estados Unidos y a los otros países occidentales.

El reconocimiento del apoyo de Catar lo pude comprobar en AlBayda, al este de Bengasi, donde una bandera catarí fue groseramente pintada en la pared de una plaza, no muy lejos de la bandera francesa y de la nueva (que en realidad es vieja) de Libia.

Al Yazira, con sede en Catar, ha sido favorable a los rebeldes, sobre todo desde el asesinato de uno de sus operadores de cámara en Bengasi hace un par de semanas. También tienen un equipo en la asediada Misrata (donde la CNN y la AFP, también han introducido personas ilegalmente en los últimos días).

Misrata, entre Sirte y Trípoli, continúa sufriendo los golpes de las fuerzas de Gadafi, con varias muertes al día. Una especie de Sarajevo libio, con partes de la ciudad en manos de un bando y de otro mientras continúan las luchas por los barrios. El puerto, evidentemente, está en manos de los rebeldes, pero tanto él como sus accesos se encuentran bajo el fuego de de Gadafi.

Hacia el este, la batalla en la carretera de Bengasi hacia Sirte parece estancarse entre las dunas alrededor de Brega, ya que ambas partes usan artimañas y otras tácticas para fortalecer su posición por lo que pueda venir.

Jon Lee Anderson (California, 1957), periodista estadounidense que escribe para la revista The New Yorker, es autor de libros de reportajes (La caída de Bagdad y El dictador y otros demonios) y de la biografía Che Guevara, una vida revolucionaria. Copyright © Condé Nast. Originariamente publicado en The New Yorker (www.newyorker.com) Reproducido con el permiso de 'Condé Nast'.

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