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Reportaje:

El proceso de Ratko Mladic

Este juicio será una pésima noticia para todos los criminales de guerra, los tiranos y los psicópatas del mundo. Pues, una vez más, el mensaje es claro. La justicia internacional existe

Somos realmente conscientes de hasta qué punto es importante la detención, hace quince días y tras más de quince años de una extraña fuga, del exgeneral Ratko Mladic?

Este fue el hombre que, en julio de 1995, dio la orden de masacrar a 8.000l hombres y adolescentes cuya sola existencia en el enclave musulmán de Srebrenica era una negación y un desafío viviente a lo que en Serbia se llamaba entonces la "purificación étnica".

Este hombre es responsable, directa o indirectamente, junto a su jefe político, Radovan Karadzic, y al padrino de ambos, Slobodan Milosevic, de los 100.000 muertos de la guerra de Bosnia, de los centenares de miles de heridos, amputados y, naturalmente, desplazados que hubo que añadir a los muertos; en resumen, de ese desastre humanitario, moral y espiritual en el corazón de Europa.

Suya es la voz a la que se escucha: "Fuego sobre la Asamblea bosnia"; "maten a todos los que puedan"
Siempre llega el momento en que el cerco se cierra, los espectros te alcanzan y es hora de rendir cuentas
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Suya es la voz a la que se escucha (y que yo monté en Bosna! sobre las imágenes del incendio de la gran biblioteca de Sarajevo) gritar a sus comandantes, por radio, el 29 de mayo de 1992 -es decir, unas semanas después del comienzo del asedio de la ciudad-: "Fuego sobre la Asamblea bosnia, esa es mi orden" (orden al coronel Kovacevic); "maten a todos los que puedan" (al coronel Vukasinovic); "disparen más y más; utilicen únicamente los de calibre 155 y los misiles" (al coronel Stojanovic).

Y, finalmente, este hombre es la ilustración de la monstruosa negación de la realidad, por no decir de la complacencia e incluso la complicidad que explican que Serbia continuara pagándole su pensión de general retirado hasta comienzos de los años 2000 y que permitieron a la comunidad internacional -con Estados Unidos y Europa a la cabeza-, que, durante estos quince años, sabía más o menos dónde se ocultaba, no decir nada, no hacer nada y, por las razones que el proceso aclarará, o eso cabe esperar, garantizarle hasta el día de hoy una escandalosa impunidad.

Hoy, hemos pasado página.

Como los organizadores del genocidio de Ruanda, que, en su mayoría, han sido detenidos por la justicia, finalmente Mladic, lo mismo que Karadzic, va a tener que responder por sus crímenes.

Y el proceso que va a abrirse tendrá consecuencias de mayor o menor alcance, pero todas ellas serán decisivas.

Una sensación de alivio, en primer lugar, para los allegados a las víctimas, así como para los escasos supervivientes del peor asesinato en masa cometido en suelo europeo desde el final de la Segunda Guerra Mundial: sin justicia no hay luto; por tanto, tampoco consuelo; y la herida que quedó en carne viva, indefinidamente reabierta, convierte al superviviente en la tumba secreta de sus muertos, su fantasma, su ventrílocuo obligado al silencio.

Una bendición para Serbia, que vivía con ese agujero en la memoria o, lo que viene a ser lo mismo, con ese exceso de muertos sobre la conciencia: fantasmal, también ella, no menos espectral que Bosnia, aunque por razones diametralmente opuestas; al entregar a Mladic, se libera de esa parte de sí misma que portaba como algo soterrado, una maldición, una mala voz interior que la volvía loca; era, después de la caída de Milosevic, el último síntoma de un pasado que no pasaba; y era, mucho más que su situación económica y financiera, el obstáculo más serio para su entrada en la zona euro y en Europa. ¿Y ahora? Pues bien, ahora Bosnia tiene que entrar en esa Europa de la que fue y sigue siendo uno de los símbolos más resplandecientes; y, después de Bosnia, Serbia.

Y, finalmente, esta detención es una pésima noticia para todos los criminales de guerra, los tiranos locos y los psicópatas, no solo de esa región, sino del mundo. Pues, una vez más, el mensaje es claro. La justicia internacional existe. Ha adquirido legitimidad y autoridad en un tiempo récord. Cuando uno se llama Al Bachir, Gadafi o Ratko Mladic, puede escapar de ella durante algunos meses, algunos años o incluso tres lustros. Pero siempre llega el momento en que el cerco se cierra, en que los espectros te alcanzan y es hora de rendir cuentas. ¡Gran y poderosa lección!

¿Mladic será condenado por crímenes de guerra? ¿Crímenes contra la humanidad? ¿O, como su segundo, Radislav Krstic, por un crimen de genocidio? No soy ni investigador ni fiscal. Pero, por mi parte, tendería a decir que "crímenes contra la humanidad" es el término más adecuado para algo que los historiadores, por la suya, ya han establecido. En cambio, creo que "genocidio" es una palabra que hay que manejar con extremada prudencia. Pero será la justicia, y la justicia sola, la que decida. Y para ello se tomará, y ese será su mérito, todo el tiempo que sea necesario. Redoblará los procedimientos, cruzará informaciones y testimonios, establecerá los hechos. Dará, y qué le vamos a hacer si eso nos impacienta, la palabra a la defensa. E intentará, de paso, arrojar alguna luz sobre otra dimensión de este asunto, la que ha permitido al carnicero de Srebrenica retrasar durante tanto tiempo la hora de su cara a cara con sus víctimas.

Pero, por el momento, dejemos, una vez más, hablar a los jueces.

Dejemos que se demuestre que es posible responder a la barbarie con la verdad y la aplicación escrupulosa de la ley.

El proceso Mladic debe ser el triunfo, quince años después, de la verdad y el derecho.

Traducción: José Luis Sánchez-Silva

El exgeneral Ratko Mladic en el tribunal internacional de La Haya, el 3 de junio de 2011.
El exgeneral Ratko Mladic en el tribunal internacional de La Haya, el 3 de junio de 2011.SERGE LIGTENBERG/GETTY IMAGES

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