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El alza de precio de los alimentos reaviva la alerta en el Sahel

Cinco países ya han lanzado llamadas de ayuda para responder a la crisis nutricional La FAO denuncia el alza del 1,4% en septiembre y la revisión a la baja de las cosechas

Tiziana Trotta
Un campo asolado por la sequía en Iowa (EE UU).
Un campo asolado por la sequía en Iowa (EE UU).NATI HARNIK (AP)

Hablar de Sahel lleva a replantearse el significado de la palabra emergencia. En la zona que limita el mar de arena del Sáhara, la inseguridad alimentaria es un fenómeno cíclico y recurrente. El reciente repunte del precio de los alimentos, el mayor desde 2009, ha agudizado la crisis nutricional de la zona. En septiembre un ulterior encarecimiento del 1,4% ha asolado el sector y ha obligado la agencia de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) a revisar a la baja las previsiones para las cosechas a escala global, debido sobre todo a las altas temperaturas.

La producción de cereales en esta región que atraviesa África desde el Océano Atlántico hasta el Mar Rojo ha bajado un 26% frente al año pasado y las reservas son muy escasas. Ante el encarecimiento mundial de los alimentos, Malí, Níger y Costa de Marfil han reducido o eliminado aranceles sobre la importación de bienes básicos. Pese a estas actuaciones, los alimentos son un 30-60% más caros que la media de los últimos cinco años. En el norte de Malí, este alza puede alcanzar el 90%. En Níger, dos kilos de mijo pueden llegar a costar un euro, el equivalente a los ingresos diarios de una familia media. En el conjunto de la región, más de 18 millones de personas están en peligro, calcula Oxfam.

Inestabilidad política en Malí y en Nigeria, así como brotes de enfermedades en Chad y Níger completan el cuadro. El G20, el grupo de los veinte países más importantes de la economía global, estima que la situación es “preocupante” pero no existe “ninguna amenaza para la seguridad alimentaria mundial”.

Cuando la cosecha sale cara

Los países menos desarrollados son los primeros en pagar las consecuencias de una eventual crisis alimentaria.

-Yemen. En la región más pobre de Oriente próximo, el 44% de la población no dispone de alimentos suficientes. Más de 267.000 niños ya están en peligro de malnutrición. El país importa el 90% del trigo.

-Siria. El número de personas que necesitan asistencia alimentaria urgente alcanza los 1,5 millones y podría doblar antes de finales de año si la guerra civil no termina.

-Bolivia. Oxfam calcula que una familia en el país andino gasta un promedio del 67% en la compra de comida. En los últimos años, La Paz ha incrementado la importación de carne, azúcar y aceite, lo que la convierte en más vulnerable a las fluctuaciones de los precios globales.

-Guatemala. Importa la mayoría de sus alimentos. El 48% de los niños sufre de malnutrición crónica.

-México. Los recientes episodios de sequía le han convertido en muy dependiente de las importaciones. Más de 48.000 personas no pueden hacer frente a los altos precios de los alimentos.

-Brasil. Un total de 8,3 millones de personas está en peligro por la peor sequía de los últimos 30 años. Las producciones de soja este año bajarán en nueve millones de toneladas frente a 2011.

Por primera vez, este año los países del Sahel más afectados por la desnutrición (Níger, Chad, Malí, Burkina Faso y Mauritania) han lanzado alertas tempranas para activar mecanismos de prevención. Estas respuestas no han funcionado, según Luis Encinas, responsable de proyectos de Médicos Sin Fronteras en Níger.

Las cifras le dan la razón: el número de casos de desnutrición aguda supera el del año pasado, la organización ha tratado ya 72.000 niños con esta patología entre enero y julio y miles de refugiados ya han huido a las zonas limítrofes.

“El periodo de escasez entre cosechas” explica Encinas, “ha sido más amplio este año”. Y añade: “La situación es crítica y el problema es que estamos normalizado la anormalidad”.

Hay más de un millón de niños menores de 5 años con desnutrición aguda severa que se estima serán tratados en 2012 en ocho países del Sahel, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios, incluidos 393.000 en Níger, 207.000 en Nigeria, 175.000 en Malí y 127.000 en Chad. Esperanza Santos es una de las enfermeras del centro de Médicos Sin Fronteras de Madaoua (Níger). “En los últimos meses, tenemos unas 400 admisiones por semana”, el triple en comparación con la media. “No se ha mejorado mucho desde la última crisis”, admite. “Algo falla de base”.

Menos cereales y más caros

Los cereales, los lácteos y la carne son los productos que experimentan el mayor repunte en septiembre, mientras que la cotización de azúcar y aceites bajó levemente. El alza del 1% de los cereales frente al mes anterior se debe sobre todo a la reducción de reservas de maíz y de trigo, pese a que la escalada hacia arriba del precio de este último se haya moderado tras el anuncio de Rusia de no limitar sus exportaciones.

La carne también se encareció en un 2,1% y los productos lácteos un 7%, el mayor incremento mensual desde enero del año pasado.

La creciente demanda a nivel global tendrá que lidiar con una cosecha más reducida, de acuerdo con las últimas estimaciones de FAO. Con una producción de 2.286 millones de toneladas previstas para este año, las reservas de cereales a nivel mundial se contraerán ulteriormente para final de 2013, lo que causará un nuevo incremento de los precios de los alimentos. 

Una eventual reunión del Foro de Reacción Rápida, institución creada en 2011 en las dependencias del Sistema de Información sobre el Mercado Agrícola (AMIS), no hay que interpretarse como una señal de pánico. La FAO considera que la situación actual aún está lejos del descontrol que en 2008 llevó el coste de los bienes básicos a su nivel más alto en 30 años. Sin embargo, todas sus proyecciones apuntan a que los precios agrícolas seguirán elevados y conocerán una “fuerte volatilidad” en los próximos diez años.

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Sobre la firma

Tiziana Trotta
Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, principalmente en Planeta Futuro y en la Mesa Web. Es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Urbino (Italia), Máster en Ciencias Históricas, Filológicas y de las Religiones por la Universidad Sorbona (Francia) y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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