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rutas urbanas

La Nueva York de nueve españoles

Lo que nos enseñarían de la Gran Manzana la gaitera Cristina Pato, el científico Rafael Yuste Rojas o el chef Dani García. Originales pistas de neoyorquinos adoptivos

La arquitecta catalana Eva Franch, directora ejecutiva y comisaria general del Storefront for Art and Architecture de Nueva Yortk.
La arquitecta catalana Eva Franch, directora ejecutiva y comisaria general del Storefront for Art and Architecture de Nueva Yortk.

Cruzaron el Atlántico para cumplir un sueño. Hoy estos nueve españoles representan parte de esa ilusión que solo ciudades como Nueva York te regalan. Aquí nos desvelan sus barrios y rincones favoritos, los restaurantes y museos que frecuentan en una ciudad que se renueva sin parar.

Dani García (CHEF)

Hamburguesas en Shake Shack

El cocinero Dani García en Nueva York.
El cocinero Dani García en Nueva York.

No le importa reconocer que más de una vez ha hecho cola con sus hijas para comer las deliciosas hamburguesas de Shake Shack (Madison Square Park), entre otras cosas, además de ricas, porque está muy cerca de su restaurante en Nueva York: Manzanilla (345 Park Avenue). Su cocina es ya una de las referencias culinarias de la ciudad, elevando la gastronomía española al podio de los mejores restaurantes de la Gran Manzana. Dani García (Marbella, Málaga, 1975) vive por temporadas entre España y Estados Unidos desde 2012. Cuando llega al aeropuerto de JFK siempre pide un taxi hasta su apartamento en Gramercy, aunque el metro es su otro aliado: “Si vas en el metro en la línea 6 hacia el downtown y en la última parada te quedas dentro del vagón, al dar la vuelta para volver al uptown verás la estación de metro más bonita de Nueva York, que está cerrada y nadie puede visitarla”.

javier belloso

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Nunca lleva ningún ingrediente de España a Estados Unidos: “Está prohibido; si no, lo haría”, dice el chef, que tiene dos estrellas Michelin por su restaurante Calima en Marbella (Málaga). Si hay una cosa que hacen los neoyorquinos es salir a comer o cenar a un restaurante, y por eso la gastronomía de la ciudad se ha preparado para recibir a paladares de toda índole. “En líneas generales, puede que Nueva York sea la ciudad donde mejor se come del mundo, sobre todo porque puedes comer en todo tipo de restaurantes y con todos los conceptos, algo improbable en otra ciudad del mundo”, asegura García. Variedad es lo que destaca el chef, que, como era lógico, recomienda tres restaurantes para no perderse de Manhattan: The NoMad (1170 Broadway), uno de los espacios donde hay que pedir mesa con una semana de antelación; Soto (357 6th Avenue), un asiático de impresión, y ABC Kitchen (35 East 18th Street), con especialidades orgánicas tan de moda en Nueva York.

El artista visual Juanli Carrión con el puente de Manhattan al fondo.
El artista visual Juanli Carrión con el puente de Manhattan al fondo.
Juanli Carrión (ARTISTA)

Un paseo por Carroll Gardens

Cada mañana sale a correr por su barrio, Carroll Gardens, en Brooklyn. Es la sabia rutina para Juanli Carrión (Yecla, Murcia, 1982), este artista visual que lleva desde 2007 viviendo en Nueva York. Y aquí se queda, entre otras cosas porque le empieza a ir muy bien en la ciudad donde el arte es un oficio que se valora e impulsa. Es el único español al que representa la Y Gallery New York (165 Orchard Street), una galería de moda en la ciudad de nuevos talentos latinos en el barrio del Lower East Side. “En Nueva York hay muchas más oportunidades para un artista, pero además de oferta también hay más competitividad; es un centro neurálgico porque por aquí pasa todo el mundo, y al mismo tiempo es demasiado cara para un artista”, dice Carrión. Desde su estudio en el barrio de DUMBO, en un edificio repleto de historias artísticas y con unas vistas de infarto al puente de Williamsburg, prepara su próximo proyecto, Outer seed shadow, una instalación de arte público en el Soho, comisionada por el departamento de parques de la ciudad de Nueva York, basado en los comunity gardens, los jardines comunitarios que pueblan todos los barrios.

Músicos en un café de la zona de Carroll Gardens, donde vive Juanli Carrión.
Músicos en un café de la zona de Carroll Gardens, donde vive Juanli Carrión.Bob Dewel

“Es mi visión como inmigrante y la relación que tenemos con la ciudad a través de las plantas que cada uno recordamos de nuestros países”, cuenta acerca de su gran proyecto, que promete cambiar el rumbo artístico de este joven creador al que no se le ha quitado el acento murciano. Como de su vuelta a España ni hablamos, comenta que en sus viajes a Yecla echa de menos una cosa: “El mejor helado de la ciudad, un Salted Crack Caramel en Ample Hills Creamery (623 Vanderbilt Avenue, Brooklyn)”. El mezclar sabores también puede considerarse arte.

Guillermo Fesser (PERIODISTA)

Columnas de vapor en Prince St.

“En Estados Unidos, si no eres nadie, resulta más fácil que un editor se digne a mirar lo que has escrito; los empresarios son más accesibles en América que en Europa. Recibirte, te reciben, y si no les gusta te lo dicen, no te hacen perder el tiempo”. Así de práctica es la vida de un periodista como Guillermo Fesser (Madrid, 1960), que dejó su fama nacional con Gomaespuma para vivir en Nueva York en 2008.

El periodista y escritor Guillermo Fesser vive a cien millas de Nueva York.
El periodista y escritor Guillermo Fesser vive a cien millas de Nueva York.Ricardo Gutiérrez de Zubiaurre

“Realmente vivo a cien millas al norte de la ciudad, en un lugar en el que hay más bichos que habitantes; como la mayoría de los estadounidenses, aquí soy de pueblo”, dice. Centrado en su faceta de escritor y con proyectos solidarios, acaba de presentar su espectáculo The almond tree project para potenciar el conocimiento de la realidad Palestina en Estados Unidos, es comisario de la Muestra de Cine Español del Festival de Woodstock y prepara la publicación de su libro A cien millas de Manhattan en inglés. Y le irá bien, porque es uno de esos talentos que han emigrado por razones personales y profesionales. De Nueva York se queda con el mes de octubre, “es el mejor momento del año, con el cambio de hojas a colores inimaginables para un árbol y una luz mágica iluminando los cafés”, y con una librería, McNally Jackson (52 Prince Street), un espacio en el barrio de Nolita donde se encuentra buena literatura en español y en inglés, revistas de diseño y un ambiente cultural muy europeo. Él nos saca de dudas sobre uno de los misterios de la ciudad: las columnas de vapor que surgen de las alcantarillas. “No vienen del metro. Nueva York se calienta con un sistema de cañerías de vapor de agua que llegan hasta los radiadores de las casas; y son los escapes de la conducción de agua corriente los que se evaporan”. Misterio resuelto para uno de los nombres esenciales de la cultura española en la Gran Manzana, que no pasa un mes sin visitar el restaurante A.O.C. (314 Bleecker Street). “Si preguntas por el chef francés Roman de mi parte, seguro que se estira”. Lo haremos.

Puy Navarro (ACTRIZ)

Calderón viviría en Harlem

La actriz Puy Navarro.
La actriz Puy Navarro.

La vida es sueño podría definir el día a día en Nueva York de esta valenciana que es actriz, productora y escritora. En el barrio de Harlem vive y aquí monta sus proyectos, que empiezan a dar sus frutos desde que llegara en 1999 para estudiar teatro en la American Academy of Dramatic Arts. Montó su propia compañía para representar clásicos de Calderón de la Barca y así ha llegado a trabajar con otro de los grandes de la dramaturgia española, Juan Mayorga, también en Nueva York. Le gusta pasear por la zona de DUMBO, debajo del puente de Brooklyn y del puente de Manhattan, pero se pone romántica cada vez que toma el tren de Metro North hasta Beacon, “por toda la vereda del río Hudson”. Son sus momentos en soledad en la Gran Manzana, porque la relajación la consigue siempre con el yoga, disciplina de la que es profesora en la Hispanic Society. Recomienda una sala de jazz, Smalls (183 West 10th Street), donde ella se para siempre que puede, al igual que The Cherry Lane Theatre (38 Commerce Street), la sala de teatro mítica por donde han pasado nombres como Barbra Streisand, Gene Hackman o Tony Curtis, entre otros mitos del espectáculo neoyorquino. “De Nueva York siempre echo de menos cuando voy a España la musiquita particular que tienen aquí los carritos de los helados”, asegura. “Siempre que puedo, traigo aceite de oliva de los olivos de mis padres, aunque aquí se puede comprar aceite de oliva español”, dice. Esta actriz, torrente de energía y positividad, cuenta un secreto de Nueva York: “En esta ciudad hay más ratas en el metro que habitantes en todo Manhattan”.

Rafael Yuste Rojas (NEUROBIÓLOGO)

Ciencia por el Hudson

El neurobiólogo e investigador Rafael Yuste.
El neurobiólogo e investigador Rafael Yuste.

Neurobiólogo y catedrático de la Universidad de Columbia, Rafael Yuste Rojas (Madrid, 1963) es investigador asociado del ATT Bell Laboratories, uno de los laboratorios históricos de Estados Unidos, por el que han pasado hasta 11 premios Nobel. Lleva desde 1987 viviendo en Nueva York, ahora en el barrio del Upper West Side. Adora el otoño y los días de nevadas en Manhattan, y las gorras de los Mets, uno de los grandes equipos de Nueva York de la liga de béisbol americana. Tira por tierra que se pueda ser mejor científico en la Gran Manzana: “Hay mucha competencia de las universidades de Boston y California, y es muy difícil logísticamente trabajar en una ciudad tan complicada como Nueva York”. Para relajarse y acordarse de España, visita las pinturas de Sorolla en la Hispanic Society (613 West 155th Street) o lee alguno de los libros de la Colección Visor de Poesía que intenta meter en la maleta siempre que visita España, además del jabón Heno de Pravia, el azafrán y el pimentón. En 2013 fue elegido por el presidente Barack Obama para presentar la gran apuesta de investigación de su Administración, un proyecto de cien millones de dólares para dibujar el mapa del cerebro que él lidera, llamado BRAIN, y que investigará las causas del alzhéimer, la epilepsia o el párkinson. Un ambicioso reto del que se desconecta siempre que puede con sus dos paseos favoritos en Nueva York: “Visitar Bedford Avenue, en el barrio de Williamsburg de Brooklyn, y bajar en bicicleta hasta el Battery Park por el carril a la orilla del río Hudson”. Dos experiencias cotidianas de Nueva York donde descubrir lo que más añora de la urbe cuando vuelve a España: “La energía de esta ciudad”.

Cristina Pato (GAITERA)

Morriña en el West Village

La gaitera Cristina Pato en Nueva York.
La gaitera Cristina Pato en Nueva York.

“El vertiginoso ritmo de vida de Nueva York contrasta radicalmente con la sensación del pausado ritmo de Miña terra galega, pero necesito los dos extremos para poder tener perspectiva y crear, en este caso, mi propio ritmo de vida”. Y así se mueve Cristina Pato (Ourense, 1980), entre el verde campo gallego y las calles del West Village, donde vive. Llegó en 2004 a Nueva York y aquí está creciendo su carrera como gaitera, pianista y compositora. Lleva su música de raíz tradicional por todo Estados Unidos y su último disco, Migrations, ha sido publicado por la discográfica de jazz Sunnyside Records. “Nueva York es una de esas ciudades en las que todos venimos de algún lugar y traemos nuestro sueño, pero también traemos nuestras raíces, que se mezclan de nuevo y de las que brota algo nuevo que bebe de todo lo que hay alrededor”, dice. Y precisamente con su gaita y la formación Silk Road Ensemble, más el violonchelista Yo-Yo Ma, ha recorrido buena parte de los escenarios de la Gran Manzana, quizá el lugar del mundo donde se escucha el mejor jazz. “Para escuchar música en directo recomiendo el Jazz Standard (116 East 27th Street), uno de mis lugares favoritos para disfrutar de jazz de primera y de una cocina excelente”, cuenta. De Galicia añora la comida, pero la encuentra en varios lugares de Nueva York. “Cocinas que me llevan a mi tierra directamente”, dice. Son el restaurante Sevilla (62 Charles Street), “regentado por gallegos desde los años sesenta”, y La Nacional (239 West 14th). Pero Pato también salta al otro lado del río Hudson, en Nueva Jersey, y recomienda una excursión por Newark, la ciudad más poblada del Estado vecino de Nueva York, “donde el espíritu de la barriada Ironbound, que un día fue gallego, luego portugués y ahora quizá brasileño, te lleva directamente a restaurantes, tiendas y cafeterías en las que se habla gallego, portuñol y, a veces, solo a veces, algo de inglés”. En su mochila de viaje camino del aeropuerto de JFK rumbo a España, siempre mete algún que otro queso. “Lo escondo entre mis partituras de Albéniz y los clásicos de nuestra literatura”, dice.

Escaparate de la galería de arte P!
Escaparate de la galería de arte P!
Eva Franch (ARQUITECTA)

El subsuelo de Manhattan

¿Qué es lo que siempre compras en Nueva York y no en Europa? “Meritocracia, aquí es mucho más fácil de encontrar”. Comienza fuerte la entrevista Eva Franch i Gilabert (Delta de l’Ebre, 1978), arquitecta y directora ejecutiva y comisaria general del Storefront for Art and Architecture (97 Kenmare Street), uno de los espacios expositivos e instituciones de investigación en torno a la arquitectura y el arte más vanguardistas de la ciudad. Desde aquí se está convirtiendo, quizá sin ser consciente, en un referente de la nueva marca España. Y lo hace desde su trabajo y desde su casa en el límite sur de la isla de Manhattan, desde donde mira a la bahía y la Estatua de la Libertad. “A mí me gustaría llamarle a este barrio Horizonte, pero tiene uno muy distinto, diametralmente opuesto: Wall Street [calle del muro]”. Tiene dos secretos a compartir en la ciudad: Por un lado, el restaurante Café Select (212 Lafayette Street) —“mi segunda oficina”—, y, por otro, “los sótanos increíbles de algunos rascacielos de Nueva York, donde uno se encuentra con la roca-base de Manhattan, atravesada por riachuelos que recuerdan que en ese espacio de encuentro entre el edificio y la roca está la fragilidad, sensualidad y brutalidad de la ciudad que nunca duerme; ni la ciudad, ni sus ríos”. Con estética colorista, positividad y discursos contundentes, Eva Franch se ha convertido en poco tiempo en un nombre importante del arte en Nueva York, una ciudad que siempre echa de menos cuando se aleja. “Me gusta la velocidad e intensidad que uno se encuentra en todos los espacios culturales y sociales de aquí, tanto en los basados en el rigor como en los basados en la locura”, dice. Un último guiño por su parte para visitar en Manhattan se lo dedica a la galería P! (334 Broome Street), un espacio de vanguardias de las de verdad.

Juan Manuel Benítez Fernel (PERIODISTA)

Periodismo en el Buddha Beer Bar

El periodista televisivo Juan Manuel Benítez Fernel, con el teatro Apollo de Harlem al fondo.
El periodista televisivo Juan Manuel Benítez Fernel, con el teatro Apollo de Harlem al fondo.

Algunas de las películas y series de televisión de los últimos años en las que suele aparecer una redacción de un periódico o de unos informativos de televisión se han rodado junto a su mesa. Por algo Nueva York es el mayor escenario del mundo. Pero el plató que mejor ocupa Juan Manuel Benítez Fernel (Badajoz, 1974) es el de su programa de televisión en NY1, la cadena local de Nueva York y con la que se está convirtiendo en una estrella del periodismo político en la ciudad. Lleva aquí desde 1999, residiendo ahora en Harlem, un barrio que rezuma tranquilidad desde que hace unos años Bill Clinton pusiera su oficina allí. Para él, Nueva York es como la Divina comedia, “a la vez infierno, purgatorio y paraíso”. Tensiones entre el East River y el Hudson que sabe manejar también en su trabajo, pues el pasado verano fue el moderador del primer debate televisado de unas primarias demócratas a la alcaldía de Nueva York, un hecho único en la televisión americana que además fue conducido magistralmente por Benítez. Era de esperar que apostaran por él, pues en 2011 fue elegido en la lista de los 40 personajes menores de 40 años más influyentes para los políticos de Nueva York. “Esta es la ciudad donde algunos sueños se cumplen, otros se truncan y muchos más nacen”, afirma, mientras nos dice que intenta siempre comprar casi todo en Estados Unidos. “El euro está carísimo”, dice. Los partidos de fútbol los ve en Buddha Beer Bar (4476 Broadway), en la zona de Washington Heights, y para pasear busca rincones europeos “por la avenida Grand Concourse en el Bronx, diseñada siguiendo el modelo de los Campos Elíseos de París”. Porque eso también es Nueva York, un lugar que bebe de todo y consigue crear algo único.

Silvia Prada (ILUSTRADORA)

Sabor del East Village

La ilustradora Silvia Prada.
La ilustradora Silvia Prada.

Está haciendo las maletas de su casa en el East Village para mudarse a una zona habitual de ejecutivos de Wall Street, Financial District, pero cada vez más frecuentada por el neoyorquino que quiere vivir en Manhattan. Artista plástica e ilustradora, Silvia Prada (Ponferrada, León, 1969) es todo un icono para su generación. En Nueva York lleva desde 2010, creciendo como creadora y moviéndose en círculos concéntricos con algunos de los artistas más destacados del momento: Bruce LaBruce, Slava Mogutin, Brian Kenny… Desde allí sigue trabajando para algunas de las firmas más importantes del mundo, haciendo libros o exposiciones individuales como la que tuvo recientemente en el Pacific Design Center de Los Ángeles. Crítica con todo lo que ve y le rodea, asegura: “Aún no me he enamorado de ningún espacio de arte en Nueva York”. Nos cuenta esto mientras toma una manzanilla en un relajado café del East Village y reconoce que siempre mete en la maleta “miel completamente orgánica” cuando viene de España. Los cócteles se los toma en Lovers of Today (132 1/2 East 7th Street), y siempre que puede se pasea por dos salas del moderneo neoyorquino, Cielo (18 Little West 12th Street) y The West Way (75 Clarkson St.), donde cada martes hacen la sesión West gay, que, en sus palabras, “es un ambiente gay relajado, muy parecido al de Barcelona”. Acaba de hacer una colaboración para la revista internacional Crush Fanzine, una publicación que tiene entre sus colaboradores al diseñador Marc Jacobs o la fotógrafa Alessandra d’Urso. Acostumbrada ya a Nueva York, hace la vida de un ciudadano más en torno a la comida, siempre que puede orgánica. O, si no, acude a uno de sus restaurantes favoritos: Mission Chinesse (154 Orchard Street), en el East Village, siempre repleto de gente y cuyo baño es un homenaje a la serie de televisión Twin Peaks.

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