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Un algoritmo para acabar con la pesadilla de los isquios

¿Las recaídas de la lesión más común en el fútbol se deben a un tratamiento deficiente? Jurdan Mendigutxia cree que muchas veces y propone una fórmula para solucionarlo

Carlos Arribas

Real Madrid-Alavés. Domingo 2 de abril. Minuto 10. Varane, que reaparece tras mes y medio de baja por lesión, se lleva la mano al muslo izquierdo y pide el cambio. Para los aficionados madridistas y para los espectadores atentos, un déja vu esperado; para los responsables médicos del club, una pesadilla. La misma pierna, el mismo gesto, que cinco semanas antes, cuando no pudo terminar el partido contra el Valencia en Mestalla; el mismo gesto, el mismo muslo, que hace año y medio, cuando, en noviembre de 2015, el central francés se lesionó jugando contra el Shaktar Donetsk. El club prevé una baja de seis semanas.

Burnley-Manchester United. Domingo 23 de abril. Minuto 90. Paul Pogba, el jugador más caro del mundo (129 millones de euros pagó el club de Mourinho a la Juve), se lleva la mano al muslo izquierdo y pide el cambio. El mismo gesto, el mismo dolor, que el 17 de marzo pasado, cuando se lesionó ante el Rostov y no volvió a jugar hasta el 10 de abril, dos semanas antes de su recaída. Su presencia el jueves en el derby con el City es dudosa.

En ambos casos, los mismos músculos implicados, los llamados isquiotibiales, a los que parece cargar el diablo, tan grande es temor que despiertan, el mito que se ha creado a su alrededor. Son los músculos más estudiados, los menos entendidos. Messi, Cristiano, Alexis Sánchez, los mejores, los más rápidos, han sufrido lesiones de isquiotibiales y temen todos los días recaer.

Los isquiotibiales (bíceps femoral, semimembranoso y semitendinoso) son los músculos de la parte posterior del muslo responsables de la fuerza horizontal rápida, los que hacen al deportista impulsarse hacia delante, la madre del sprint. Se juega al fútbol a más velocidad que nunca, con más fuerza, sometiendo a mayor estrés a los músculos. Durante un partido un futbolista hace 55 desaceleraciones, 550 cambios de dirección en carrera, 113 giros bruscos.

Los tres músculos que conforman los isquios en la parte posterior del muslo: bíceos femoral, semitendinoso y semimembranoso.
Los tres músculos que conforman los isquios en la parte posterior del muslo: bíceos femoral, semitendinoso y semimembranoso.

“Las lesiones de isquios son las más comunes en el fútbol y en los llamados deportes explosivos, aquellos en los que el sprint es clave, y su frecuencia aumenta en abril y mayo, los meses de más exigencia para los clubes”, dice Jurdan Mendigutxia, un fisioterapeuta vasco que ha dedicado su carrera al estudio de los isquios. “La tasa de recaída es tan alta, cercana al 30%, que despierta una gran duda: ¿la recaída forma parte de la malignidad de la lesión o, más bien, se debe a una deficiente recuperación?” Para Mendigutxia, que acaba de publicar en la revista Medicine & Science in Sports & Exercise el estudio más completo sobre los isquios y su tratamiento, la respuesta es clara: se puede mejorar el tratamiento y la rehabilitación de los isquios. Y el estudio lo demuestra: con su método, aunque la recuperación es ligerísimamente más lenta, un par de días más o menos, las recaídas son casi inexistentes.

Hace unos 10 años, a Mendigutxia le visitó un futbolista desesperado. En las tres últimas temporadas en Primera había sufrido más de 14 lesiones de isquiotibiales en las dos piernas y no había podido jugar más de cinco partidos por año. Después de examinarlo y observar que la fuerza de sus isquiotibiales era descomunal, Mendigutxia decidió que había que estudiar otras posibles causas relacionadas con su lesión antes de entrenarle teniendo en cuenta los factores alterados descubiertos. Diseñó un programa específico para el futbolista. Le fue tan bien que el jugador no volvió a lesionarse, renovó y jugó casi todos los partidos de liga y Champions las siguientes cuatro temporadas.

“La lesión de isquios puede tener múltiples causas, ligadas a otros músculos, como los abdominales o el glúteo, a la mecánica de carrera, a diferentes factores, y, sin embargo, hasta ahora se ha tratado con un protocolo general único y localizado al lugar físico de la lesión”, explica Mendigutxia. “En nuestra investigación llegamos a la conclusión de que si los factores son múltiples la respuesta no puede ser general, sino individual, personalizada. El futbolista no es una máquina que se pueda curar con otra máquina o alta tecnología, sino con una persona que entienda sus necesidades concretas y tome decisiones. Y cada uno es diferente al de al lado. Por eso, en vez de un protocolo común y único, nosotros proponemos un algoritmo individual y personalizado”.

Un algoritmo no es sino un proceso sistemático consistente en una ordenada secuencia de pasos, en los que cada paso depende del anterior con el fin de solucionar un problema complejo. El sujeto debe alcanzar unos criterios, unos pasos objetivos, que se corresponden con los diferentes factores de riesgo --fuerza de glúteo, fuerza de isquios, resistencia musculatura isquiotibial, control lumbopélvico, flexibilidad isquiotibial, flexibilidad de los flexores de cadera-- que se relacionan con la incidencia de lesión de esta musculatura y al mismo tiempo se tiene en cuenta la biología de reparación tisular. Si el sujeto no alcanza un criterio se quedará en esa fase hasta que lo alcance con lo cual se individualiza y se trata de atacar el origen de la lesión. “El tratamiento va en la línea de la medicina actual con tratamientos diana con los que no se matan moscas a cañonazos, sino que se ofrece al paciente una terapia concreta y no general”, explica Mendigutxia, un fisioterapeuta que trabaja por libre visitando por todo el mundo a deportistas de elite con problemas. “Otra novedad de este tratamientos es que se empieza a correr y a trabajar fuerza desde los primeros días, mientras que hasta ahora se esperaba para más adelante. El sujeto no está parado ni esperando medicinas milagrosas, ni máquinas milagrosas. Llamamos al proceso reparar y preparar para competir”.

A Mendigutxia, cuando ve casos como los de Varane o Pogba, no le duele tanto la lesión del jugador como el retraso del fútbol a la hora de invertir en prevención y rehabilitación, casi indiferencia. Los jugadores son frágiles como fórmulas 1. Cuestan mucho y cuando están parados por lesión el club pierde dinero Los clubes, además, destinan a los servicios médicos que curan un 10% de su presupuesto, que se invierte mayoritariamente en máquinas, alta tecnología y terapias milagrosas. “La prevención es un término muy manido y muy sobreutilizado, pero realmente es una ciencia en sí misma que debería tomarse más en serio y adaptada a cada jugador para cada patología”, dice Mendigutxia. “Pese a los millones de presupuesto de los clubes, en el fútbol actual no se trabaja en la prevención a conciencia, que sería la inversión más rentable si recordamos que el éxito de un jugador equivale a sus cualidades físicas y técnicas multiplicadas por su disponibilidad”.

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Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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