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CRISIS EN LA ANTIGUA URSS

Miles de uzbekos huyen a la vecina Kirguizistán tras los violentos enfrentamientos

El presidente de la república acusa de los desórdenes a grupos islamistas radicales

En medio de contradictorias informaciones sobre la situación que se vive tras la rebelión popular, los desórdenes se han extendido a la frontera con Kirguizistán, adonde se dirigen miles de uzbekos con la esperanza de refugiarse en el país vecino. Mientras, el presidente ha acusado a grupos islamistas radicales de intentar desestabilizar el país. El número total de víctimas supera ya el medio centenar.

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En Ilichovsk y el adyacente nudo ferroviario de Karasu, habitantes locales y refugiados, que protestan por el cierre de la frontera, han protagonizado violentos enfrentamientos con la policía y los soldados. La agencia rusa Itar-Tass afirma que las autoridades locales intentan tranquilizar a los manifestantes, mientras un activista de un partido integrista proscrito ha afirmado que la población sublevada ha capturado al alcalde de la localidad.

Miembros del partido islámico Hizb-ut-Tahrir, han declarado a la emisora de radio estadounidense Libertad que en Ilichovsk, a unos 30 kilómetros al oeste de Andizhán "hay una verdaderarevolución" y que "el pueblo ha tomado el poder". Además, estas fuentes afirman que los refugiados han restablecido un puente semidestruido sobre el río Shahrijansáy, que pasa a lo largo de la frontera para permitir el paso de los refugiados a Kirguizistán, cuyas autoridades no lo impiden.

Mientras, la agencia centroasiática Ferghana.ru ha afirmado que al aeropuerto de la ciudad de Ferganá llegan continuamente aviones militares de transporte, que previsiblemente traen a esa zona refuerzos de tropas, pese a que fuentes oficiales han insistido en las últimas horas en que la rebelión fue sofocada ayer y que el país se encuentra en calma.

300 civiles muertos

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Varios miles de personas se han concentrado esta mañana en la ciudad uzbeka de Andizhán, donde aún yacen los cadáveres de unos treinta civiles muertos en la noche del viernes durante el ataque del Ejército uzbeko contra los rebeldes armados, que según algunas fuentes continúan atrincherados en la sede del Gobierno local. El número total de víctimas supera ya el medio centenar, aunque algunas fuentes cifran en 300 el número de muertos civiles.

Islamistas radicales

Mientras tanto, el presidente de Uzbekistán, Islám Karímov, ha acusado hoy a una corriente integrista de organizar los desordenes en la ciudad oriental de Andizhán, donde ayer se registraron numerosas víctimas en enfrentamientos entre el Ejército y rebeldes armados. El presidente acusa directamente a los llamados akramitas una nueva corriente del movimiento fundamentalista Hizb-ut-Tahrir". En una declaración institucional en la capital Karímof ha afirmado que los "extremistas", movidos por el "odio y el rechazo del desarrollo laico" del país, se dedican a captar almas entre la juventud con el objetivo de crear "un califato islámico" en Asia Central, según la agencia rusa Interfax.

Frente a las acusaciones de activistas de derechos humanos, que cifran en 300 los civiles muertos por la represión ejercida ayer por el Ejército, el presidente afirma que sus tropas sólo intervinieron después de que fracasaran los intentos de persuadir a los rebeldes para su rendición.

Civiles corren para refugiarse mientras el Ejército toma posiciones, ayer en la ciudad de Andizhán.
Civiles corren para refugiarse mientras el Ejército toma posiciones, ayer en la ciudad de Andizhán.AP

Disparos indiscriminados

"Los soldados disparaban contra los civiles, remataban a los heridos. ¿Cómo pudo nuestro presidente ordenar disparar contra su pueblo, y para qué necesitamos un presidente así?", se lamentaba esta mañana un habitante de la ciudad, Azim Karímov.

Según varios testigos, los militares dispararon indiscriminadamente contra la multitud, incluido mujeres, niños y policías rehenes, detrás de los cuales se escudaban los hombres que se encontraban en el edificio oficial. Antes del asalto, la ciudad vivió ayer intensos tiroteos entre los atrincherados en la sede del Gobierno, rodeados de un "escudo humano", y los militares.

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