Un apasionado periodista amenazado de muerte

El asesinato del político y periodista Yibran Tueni ha conmocionado a los libaneses por lo horrible de sus circunstancias y el momento político en que se ha producido, pero no porque haya constituido una sorpresa. Tueni, director del diario liberal Al Nahar, era un reportero comprometido, apasionado, antisirio desde siempre. Eso le granjeó muchos enemigos y le había llevado a refugiarse en París, donde se sentía más seguro que en su país natal. De allí acababa de regresar cuando un coche bomba acabó con su vida y con la de tres de sus guardaespaldas mientras circulaba por el barrio de Mkale, en el sureste de Beirut.

Tueni, de 48 años, fue elegido por primera vez diputado greco-ortodoxo por la capital libanesa en las elecciones legislativas que se celebraron en los meses de mayo y junio representando a Corriente de Futuro, el partido de Saiid Hariri, hijo del ex primer ministro asesinado el 14 de febrero también en Beirut. Muy piadoso y dotado de un verbo encendido poco corriente, el político hoy asesinado pronto destacó por sus brillantes intervenciones durante la revolución de cedro que siguió al asesinato de Hariri y que acabó con la retirada siria de Líbano tras 29 años de ocupación.

Particularmente emotivo fue el discurso, en forma de plegaria, que dirigió a la multitud congregada el 18 de julio en torno a la plaza de de la Libertad, en el centro de Beirut. "Juramos", dijo entonces, "por el Dios todopoderoso, musulmanes y cristianos, permanecer unidos hasta el fin de los tiempos en defensa de nuestro Líbano querido". Sus editoriales, igualmente apasionados, eran actas de acusación contra la política siria y una declaración de fe en la soberanía de Líbano libre de la tutela de Damasco.

Lista negra

A finales de agosto, Tueni abandonó Beirut, siguiendo los consejos de los servicios de seguridad, que habían sido a su vez alertados por la comisión internacional de la ONU que investigaba la muerte de Hariri. Según estas fuentes, el hoy asesinado ocupaba un lugar destacado en una lista negra de personalidades "a abatir". Era consciente del riesgo que corría. "El régimen sirio sabe que se juega el todo por el todo aunque el precio sean nuevos asesinatos", había declarado en septiembre desde París, desde donde enviaba sus artículos y seguía clamando por la dimisión del presidente pro sirio Emile Lahoud.

Diplomado por la escuela de negocios Insead de Fontainebleu (Francia) y por la escuela superior de periodismo de París, estaba casado en segundas nupcias y tenía cuatro hijos, dos de ellos gemelos nacidos hace pocos meses. Tanto la vocación política como la periodística le venían de familia. El asesinado era hijo de Ghassan Tueni, varias veces ministro y diputado y nieto de Gebrane Tueni, fundador en 1932 del diario Le Tour. La vena literaria le venía por parte de su madre, Hamadé Tueni, muerta en plena juventud y autora de varios libros de poesía. Además, su primera mujer era hija del diputado Michel Murr y hermana del ministro de Defensa, Elías Murr y su tío es el ministro druso de Telecomunicaciones.

Hoy, después de su asesinato Tueni recibía el homenaje casi unánime del mundo diplomático, que se deshacía en elogios al fallecido. "Campeón de la libertad", decía de él el embajador de Estados Unidos, Jeffrey Feltman; "encarnación del espíritu de libertad", enfatizaba el representante de la Unión Europea Patrick Renauld. Desde Francia, su país de acogida, Jacques Chirac calificó el atentado como "tragedia para el Líbano". Una tragedia de la que se han desmarcado desde un primer momento el Gobierno de Damasco, que ha acusado del crimen "a los enemigos de Líbano".