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Reportaje:

Desigual reparto del agua en América

El Foro que se celebra en México aborda el inquietante panorama de los recursos hídricos en Latinoamérica

Brasil tiene una población de 180 millones de habitantes, es el quinto país más extenso del planeta y tan sólo cuenta con el 15% del agua potable del mundo. La seca (sequía) ha sido durante décadas el azote del noreste brasileño, donde viven 18 millones de personas. Dos terceras partes del continente americano son áridas y semiáridas. El panorama del agua en estas tierras refleja la diversidad y los contrastes de una región, que alberga el río más caudaloso del planeta (Amazonas en Brasil) y el desierto más árido del mundo (Atacama en Chile).

El fotógrafo mexicano Antonio Vizcaíno, autor del proyecto Agua, en el que ha trabajado tres años en un recorrido interminable desde Alaska a Tierra del Fuego, ha llegado a la conclusión que el problema más grave es la distribución. "El agua es suficiente, pero no está distribuida equitativamente", advierte. "El otro gran problema es la contaminación: más del 90% de ríos, lagos y manantiales está contaminado de origen. Además, el agua es causa de guerras locales de larga data como las que se libran en el Estado de México con los indios mazahuas, entre Texas y el Estado de Coahuila o entre palestinos e israelíes".

El IV Foro Mundial del Agua que se celebra estos días en México ha dibujado un panorama inquietante en América Latina: más de 100 millones de habitantes urbanos carecen de saneamiento, y aproximadamente 120 millones requieren suministro seguro. Sólo en cuatro países —Chile, Colombia Guatemala y México— la población urbana conectada con los sistemas de drenaje supera el 70%. En Paraguay, Surinam y varias islas del Caribe la cobertura es menor del 20%. El contraste entre el norte y el sur del continente americano muestra en el primero una preocupación por la calidad y eficiencia del agua, que contrasta con la necesidad de inversión para infraestructura del agua en los países latinoamericanos.

La agenda del agua para las Américas identifica los desafíos prioritarios de la región en siete apartados: instituciones, gobernabilidad y participación pública; descentralización, función pública y administración de aguas en la comunidad local; marcos jurídicos y regulatorios para la gestión de los recursos hídricos; financiación de la infraestructura del agua; congruencia política entre los programas relacionados con el agua y las posiciones económicas institucionales, sociales y políticas; administración de cuencas y, por último, manejo de inundaciones y sequías.

Los desastres naturales son una amenaza constante en la región, como lo demuestra el hecho de que aumentaron cinco veces en la década de los 90. Las sequías, inundaciones y ciclones son especialmente peligrosos en aquellos Estados que son islas bajas en el Caribe. Huracanes, inundaciones y corrimientos de tierras han golpeado con dureza en distintos países y, como siempre, la población de menos recursos ha llevado la peor parte. Los daños humanos y materiales alcanzaron las 9.214 víctimas y 6.000 millones de dólares en Centroamérica cuando fue atacada por el huracán Mitch en 1998. Los daños del Katrina (2005) en Estados Unidos significaron pérdidas por valor de 200.000 millones de dólares y casi un centenar de muertos. El huracán Ivan en las islas caribeñas de Granada, Jamaica, Grand Cayman, Cuba y 11 Estados en Estados Unidos, causó 124 muertos y 16.000 millones de dólares en pérdidas. Los deslizamientos en Venezuela en 1999 provocaron 20.000 muertos y unos daños de 3.300 millones de dólares.

El informe llama la atención sobre el hecho de que las aguas costeras reciben el 80% de los sedimentos transportados por los ríos de cada región, como ocurre con el Magdalena (Colombia), el Paraná (Argentina), el Amazonas (Brasil) y el Mississippi (Estados Unidos). En este sentido, se han reportado casos serios de contaminación en Chile, México, Costa Rica, Perú, Brasil, El Salvador, Ecuador, Panamá, Venezuela y Colombia. La contaminación de la agricultura es el segundo problema en Centroamérica, después de la contaminación municipal, y es el más importante en términos de sustancias tóxicas.

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El crecimiento de la población y de la migración urbana se traduce en problemas de suministro de agua en grandes centros urbanos. El continente alberga algunas de las urbes que han experimentado un mayor y más rápido crecimiento del mundo, como la ciudad de México, São Paulo, Los Angeles y Nueva York, que suman más de 80 millones de habitantes. Estas concentraciones urbanas sobreexplotan las cuencas hidrográficas en perjuicio de otras localidades aledañas. La agenda del agua para las Américas considera positiva la participación del sector privado en suministro y saneamiento en zonas turísticas de México, Cuba y Uruguay; y en tratamiento de aguas residuales en México, Brasil y Colombia. Sin embargo, la privatización de los recursos naturales ha generado guerras locales como la que tuvo lugar en Cochabamba, una ciudad boliviana de 600.000 habitantes.

En el apogeo de la política de privatizaciones del Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, en la segunda mitad de los 90, la compañía californiana de ingeniería Bechtel ganó el contrato para gestionar el agua de Cochabamba hasta el 2039, en un concurso sin competidores. El precio del agua se disparó y comenzó una revuelta popular que dejó la ciudad aislada. El conflicto fue de tal proporción que finalmente la filial boliviana de Bechtel cerró sus puertas y se marchó del país andino. Una nueva compañía bajo control público he hizo con el nuevo contrato del agua. Cochabamba se convirtió en un símbolo en los foros de la lucha antiglobalización y la compañía californiana llevó al Estado boliviano ante un tribunal internacional.

Un bien escaso en la megalópolis mexicana

La ciudad de México se asienta sobre lo que en la época del imperio azteca eran cinco grandes lagos conectados entre sí. La abundancia de agua que contribuyó a alumbrar el esplendor de Tenochtitlán, la capital azteca, es hoy un bien escaso en la megalópolis mexicana, cuyos acuíferos están sobreexplotados. El populoso barrio de Iztapalapa, en el extremo oriental de la ciudad, es un claro ejemplo de los problemas de agua que padece la capital mexicana. Más de 200.000 personas reciben agua de manera racionada mediante camiones cisterna y el déficit de agua potable es de 1.200 litros por segundo. El viernes pasado la ruptura de una tubería provocó la pérdida de 100 litros de agua potable por segundo durante 12 horas. Tres colonias donde viven más de 10.000 personas estarán dos días como mínimo sin agua, según un portavoz de los servicios municipales.

El Gobierno de la ciudad de México calcula que es necesario invertir 4.200 millones de dólares para resolver la escasez de agua potable y evitar los riesgos de inundación por fallos en el drenaje. La cantidad es la suma de distintas obras hidráulicas que incluyen rehabilitación del sistema de tratamiento de aguas residuales, nuevas fuentes y mejora del abastecimiento, ampliación del microcircuito en el valle de México, reparaciones diversas y canalizaciones. El problema es que la recaudación no supera los 495 millones de dólares. "Una inversión de tales dimensiones sólo podría ser financiada por el Gobierno federal, señaló Claudia Sheinbaum, presidenta del consejo del Sistema de Agua del Distrito Federal.

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