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Entrevista:

Gary Kaspárov: "Rusia tiene un régimen policiaco, empapado en corrupción"

El ex campeón mundial de ajedrez y líder opositor pronostica una crisis política para fin de año y cree que la única salida pasa por la instauración de una auténtica democracia

Gary Kaspárov, ex campeón mundial de ajedrez y uno de los líderes del movimiento opositor Nueva Rusia, considera que el país vive bajo un régimen policiaco y corrupto, y que el presidente Vladímir Putin figura ya entre los multimillonarios mundiales. Kaspárov pronostica una crisis política para fin de año y cree que la única salida pasa por la instauración de una auténtica democracia.

Pregunta. ¿Qué caracteriza al actual régimen?

Respuesta. Creo que es difícil determinar el régimen de Putin recurriendo a analogías históricas, porque en él concurren una serie de elementos muy diferentes. Indudablemente, hay elementos de feudalismo en las relaciones del centro federal con las regiones como entre las que había entre soberanos y vasallos; por supuesto que también tiene rasgos del Estado corporativo de Mussolini; veo asimismo en él elementos de la España franquista y de las dictaduras oligárquicas latinoamericanas típicas. Es decir, está compuesto por diversos elementos, pero tiene un componente muy importante y es que no puede funcionar sin una fachada democrática. Y esto es lo que Putin ha venido haciendo con bastante éxito: pintando la fachada. El régimen en realidad funciona para el enriquecimiento de la élite gobernante. En esencia, se trata de un régimen de distribución, de una forma superior a la que teníamos en los años noventa. Prácticamente no produce nada; lo único que se ha hecho en los últimos 16 años es básicamente redistribuir lo que había en la época soviética. Simplemente ahora pasa a manos privadas y se levantan estructuras horripilantes sobre fundamento de arena, débil, ya que semejantes construcciones no pueden contar con el apoyo de la población.

P. ¿Pero cómo lo definiría en una frase?

R. Si queremos simplificar la definición, se trata indudablemente de un régimen policiaco, empapado en corrupción que tiene por fin enriquecer a la clase gobernante.

P. ¿Es decir, que usted niega rotundamente que Putin quiera construir la base para un desarrollo democrático posterior?

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R. No, no, nada de eso. Y lo importante es que este régimen está llegando a su fin, porque para que Rusia pueda sobrevivir necesita comenzar a crear. Este régimen no construye nada. Putin liquidó, una tras otra, las bases de la democracia asentadas en época de Borís Yeltsin. Esas bases existían, pero las liquidó porque ellas eran un obstáculo para esa distribución de la que he hablado antes, obstaculizaban a la burocracia, a la nueva nomenclatura, a la élite gobernante para redistribuir en su favor las riquezas nacionales del país. Y este proceso prácticamente ha terminado.

P. ¿Y ahora qué?

R. Ahora este régimen o va a continuar pudriéndose y empujando a Rusia al abismo o Rusia encontrará un nuevo algoritmo para su existencia. Por eso creo que marzo de 2008 será un punto de inflexión en la historia de nuestro país.

P. Acaba de mencionar marzo próximo, cuando están previstas elecciones presidenciales. ¿Cree usted que Putin realmente dejará el Kremlin?

R. En Rusia sólo tenemos información indirecta. A diferencia de los países democráticos, no podemos juzgar a través de debates televisivos ni a través de puntos de vista expresados libremente. Solo pueden expresar su opinión los politólogos permitidos por el Kremlin. Las decisiones importantes de este tipo las toma un círculo extremadamente reducido y nosotros no podemos dar una conclusión definitiva; no existe un Parlamento que pueda prohibir incumplir la Constitución; nuestro Parlamento es una marioneta. Sin embargo, a juzgar por las apariencias, pienso que Putin se irá. No creo que le interese perpetuarse en un régimen absoluto que lo ponga al mismo nivel de Lukashenko [el presidente de Bielorrusia]. Ya es demasiado rico. Creo que por los activos que realmente controla Putin y su entorno figuran entre los personajes más ricos del planeta. ¿Arriesgarlo todo para permanecer otro periodo en el Kremlin, comprendiendo que la fachada la han pintado pero que el techo está a punto de desplomarse y el piso está completamente podrido? No, creo que Putin no desea eso. Por eso, si no surge una situación sin salida en la que la parte más dura de su entorno ?que lo perderá todo si él se va- lo obligue a quedarse... No lo sé, pero se necesitará mucha sangre para lograrlo; claro, no se puede excluir un guión catastrófico como éste, pero yo pienso que la sangre no llegará al río. Si Putin tiene la más mínima posibilidad de irse, se irá.

P. ¿Y que sucederá si Putin logra irse?

R. Su salida crea una situación totalmente nueva, porque toda la construcción actual se sostiene en realidad en los restos de la legitimidad de Putin. El Gobierno no tiene ninguna importancia, el Parlamento no le interesa a nadie, pero en la conciencia popular las elecciones de 2000 y 2004, aunque se celebraron con grandes irregularidades, constituyen el núcleo que permite reconocer a este régimen como legítimo. Por eso creo que en el caso de que Putin se vaya, ya a fines de año se desatará una crisis política muy seria en el país, que desembocará en una guerra mortal entre las actuales élites. En estas circunstancias, el surgimiento de una oposición unificada puede crear una situación en que la alianza entre esta oposición y parte de la actual nomenclatura conduzca a la comprensión de que es necesario establecer instituciones democráticas auténticas. Porque cuando estas instituciones existen, la pérdida del poder no acarrea otras consecuencias catastróficas, que sí sucederán en el caso de que se produzca una lucha mafiosa.

P. ¿O sea que usted no cree que habrá un traspaso de poder fluido a manos del sucesor que designe Putin, por ejemplo, Serguéi Ivanov?

R. Creo que esto es imposible. [Los viceprimeros ministros Dmitri] Medvédev e Ivanov son figuras absolutamente caricaturescas. Hay que entender, además, que Putin toda su vida se ha guiado por la lógica de un funcionario del KGB y toda su gestión la ha realizado como una serie de operaciones secretas. La gente que ahora ocupa el primer plano no puede ser candidatos reales. Esto contradiría toda la lógica y conducta anterior de Putin. Por eso, en mi opinión, creo que sería más correcto decir que si de verdad surge un candidato lo más probable es que sea otra persona, completamente distinta a las que se barajan ahora. Pero tengo la impresión de que no se pondrán de acuerdo en un solo candidato; el actual régimen es incapaz de presentar un candidato único. Y esto es lo que crea una situación en principio diferente, porque cualquiera que comience a ganar en la lucha interna, se convertirá de inmediato en blanco de los otros grupos interesados en impedir que tenga éxito.

P. ¿Significa esto que el fin de Putin será lamentable y que no podrá disfrutar de la enorme riqueza que según usted ha amasado?

R. Nadie puede contestar hoy a esta pregunta. Pero no hay que olvidar que han hecho mucho para la integración de las compañías de las que se han apropiado. Sólo nominalmente son estatales, muchísimas acciones de Rosneft y otras empresas les pertenecen. Y creo que ningún Gobierno podrá desentrañar esas estafas en las que, como todos comprendemos, han participado importantísimas firmas occidentales. Han tenido éxito y gran parte de la responsabilidad por ello recae en los Gobiernos occidentales, en sus instituciones financieras, en los bancos y corporaciones. Ya es imposible distinguir dónde han robado y dónde no. Por eso, creo que la mayor parte de la riqueza de Putin y de lo que sus colegas han robado está a salvo. Más aún, creo para el futuro Gobierno ruso no tiene sentido emprender una revisión de envergadura. Lo hecho, hecho está. Lo importante es lograr una transición más o menos fluida a reglas de juego normales. Por supuesto que casos emblemáticos como el de Yukos deben pasar por un proceso judicial normal. Pero la mayor parte de todas maneras quedará a salvo. Por eso creo que Putin y su gente deben elegir entre tratar de irse como está previsto y conservar así grandes probabilidades de que no les sucederá nada o pasarse de rosca y convertirse en Lukashenko, es decir, ponerse en una situación en la que dejar el poder les significará juicios tanto en Rusia como en el extranjero. Putin debe ahora tomar una decisión crucial para él. Sus posibilidades de irse y tener un futuro tranquilo para sí y su entrono son ahora mucho mayores que si decide violar la Constitución en marzo próximo.

P. Pasando a otro tema, ¿por qué, en su opinión, el régimen reprimió con tanta dureza las pasadas manifestaciones en Moscú y San Petersburgo?

R. Lo que sucede es que tienen miedo. No están acostumbrados a toparse con 'proyectos' no permitidos, no acordados. El Kremlin está acostumbrado a realizar 'maniobras político-tecnológicas': crearon el partido Patria, pero se les comenzó a escapar de las manos, entonces lo obligaron a entrar en carril; los comunistas se portan bien, les dan votos en las elecciones apañadas, se portan mal, les dejan de dar, se vuelven a portar bien, vuelven a darles; también controlan a la Unión de Fuerzas de Derecha (UFD) y a Yábloko. Pero de pronto se encuentran con Nueva Rusia, con nosotros, una fuerza que no se deja controlar, que no encaja en la construcción que ha levantado el Kremlin, que les rompe los esquemas. Por supuesto que se trata de miedo, porque no son capaces de permitir una competencia libre. La sola idea de que deban competir con alguien les causa úlceras. No son capaces de trabajar bajo condiciones de libre competición, y Nueva Rusia les crea otra realidad. Nosotros salimos a las calles y, si no lanzan una campaña de terror, quizá podamos reunir a miles de personas. De eso tienen miedo. El Kremlin de Putin, cuando se enfrenta a un problema nuevo, desconocido, lo primero que hace es tratar de utilizar la fuerza. En realidad, este es un principio propio de la mafia, de bandidos.

P. ¿Qué sucederá en las próximas manifestaciones programadas?

R. Veremos. El sábado, en Cheliábinsk, por primera vez la policía no ha intervenido para disolver una marcha no permitida; eran sólo 200 personas pero lo que cuenta es que la policía no cargó contra ellas. Esto es importante porque tenemos 3 marchas por delante: Vorónezh el 29 de mayo, San Peterbsurgo, el 9 junio durante el foro económico internacional y el 11 en Moscú. Veremos cómo se comportarán. Es muy importante obligar a las autoridades a reconocer que quienes queremos el desmontaje de este régimen tenemos derecho a marchar por las calles y de expresar nuestras opiniones, al igual que lo hacen Yábloko o los comunistas. Si lo logramos será una victoria, pequeña a ojos de los europeos que consideran que 5.000 personas no significan nada. Pero bajo un régimen donde la gente está atemorizada significa mucho.

P. ¿Le satisface la posición de Occidente con respecto a Rusia?

R. Está mejorando. Se ha visto en Samara donde por primera vez Europa se pronunció duramente contra el actual régimen. Creo que esto sucede porque han comprendido lo que representa el Gobierno de Putin. La verdad es que sólo necesitamos eso, nunca hemos pedido ayuda o que Occidente presione a Rusia. No, solo necesitamos que Occidente reconozca que en Rusia no hay un gobierno democrático. Hay que continuar las relaciones comerciales, como se hace con China y otros países que no se distinguen por ser democráticos. Pero cuando Occidente recibe a Putin como a uno de los suyos nos deja en una situación incómoda. Nosotros decimos que Putin destruye la democracia pero la gente ve cómo él es abrazado por Blair, Bush y compañía y entonces cree que Putin es demócrata también. Simplemente reconozcan que en Rusia no hay democracia, es lo único que queremos. Si vamos a tener éxito o no eso ya es nuestro problema, pero no apliquen un doble rasero. En este sentido es especialmente lamentable la posición de EE UU.

P. ¿Piensa participar en las elecciones parlamentarias?

R. ¿Cómo? ¿Y para qué? Los comicios legislativos en nuestra opinión no resuelven nada. El Parlamento actual es una marioneta por definición, porque no deciden los electores quiénes pasan a formar parte de él sino aquellos que hacen las listas, los que resuelven qué partidos pueden participar y los que 'cuentan' los votos. Por eso, para nosotros las únicas elecciones importantes son las presidenciales. Creo que el nuevo presidente, si realmente es un democráticamente elegido, deberá celebrar nuevos comicios parlamentarios, todo el sistema debe ser reelegido. Hoy es designado; hay que hacer elecciones de arriba abajo.

P. ¿Cree usted que las fuerzas democráticas serán capaces de unirse para las presidenciales?

R. Creo que hay que hablar de fuerzas de oposición, el término "democrático" desgraciadamente se desprestigió en los años noventa y en la conciencia popular se asocia a los fenómenos negativos de esa época. La verdad es que Rusia no era realmente democrática bajo Yeltsin. Yeltsin hizo mucho, pero la idea de que podía perder los comicios lo atormentaba. En 1996 se violaron las reglas que rigen una competencia normal y honesta. Por supuesto, estaba el peligro del comunista Ziugánov, pero hoy, mirando hacia atrás, he llegado a la conclusión de que siempre es mejor cumplir con los principios; éstos son más importantes que los personajes. Por eso hoy debemos hablar de la necesidad de restablecer elecciones normales, no hablar de cómo terminarán esos comicios, sino de que se realicen. Y esta es precisamente la base que permite la unificación de las fuerzas políticas más dispares: derecha liberal, centristas, izquierdistas e incluso parte de los nacionalistas. Hay que restablecer la libre competencia de ideas. Esto no es poco en realidad; al respecto, siempre menciono el ejemplo de Chile, hoy no participamos en unas elecciones, sino en un referéndum, el 88 chileno; o continúa esta pesadilla o transformamos el país y lo encauzamos hacia un desarrollo democrático. Después, la mayoría de los que participan en Nueva Rusia competirán en el libre mercado ideológico, pero hoy comprendemos que debemos trabajar juntos.

P. ¿Hay perspectivas de que su movimiento se una con otras fuerzas como Yábloko o la UFD?

R. La pregunta está mal planteada, porque a nivel de activistas esto es algo que ya sucede. Los activistas de Yábloko, la UFD, comunistas ya trabajan con nosotros y cada día son más. Nosotros hablamos de los activistas, no de los dirigentes como Ziugánov, Chubáis, Yablinski que siempre buscarán un entendimiento con el Kremlin. Hoy el enfrentamiento no se da en la línea derecha-izquierda, liberal-conservador, demócrata-nacionalista sino en la línea de si uno es parte del actual régimen o si uno quiere el desmontaje del régimen. Muchos miembros de esos partidos están con nosotros y su número continuará aumentando, y a fines de año no dudo que los dirigentes de esas organizaciones comprenderán que para sobrevivir deberán plegarse a las exigencias de la mayoría.

P. ¿Teme usted por su vida?

R. Por supuesto. Vivimos en un país donde las autoridades no le hacen asco a ningún método con tal de conseguir sus objetivos. Creo que huelgan los comentarios sobre lo que les sucedió a [la periodista asesinada a tiros en Moscú Anna] Politikóvskaya o a [Alexandr] Litvinenko [el ex agente de los servicios secretos envenenado en Londres con polonio]. En Rusia puedo permitirme tener guardaespaldas: en Moscú dos, fuera de la capital, cuatro o cinco. Trato de no volar en Aeroflot y si mi veo obligado a hacerlo no como ni bebo nada de lo que dan. Debo dejar claro que siempre que digo estas cosas me disculpo ante el gran número de gente digna que trabaja en esa compañía aérea, pero me veo obligado a disminuir los riesgos. Es evidente que hoy en Rusia nadie puede sentirse seguro. Además de amenazas físicas, está el peligro de que incoen causas criminales o de arrestos arbitrarios, pero los peligros que me acechan no son nada comparados con los que se ciernen sobre nuestros activistas en provincia, porque allí no tienen ninguna defensa.

P. ¿Qué piensa usted del magnate opositor Borís Berezovski?

R. Berezovski no tiene ninguna relación con nosotros, él simplemente trata de hacerse publicidad, trata de encontrar un lugar para él en Rusia, pero aquí no lo tiene. No hay que olvidar que fue él quien puso a Putin en el poder. El Kremlin se inquietó por las últimas declaraciones de Berezovski porque él hablaba de que compraba gente en el entorno de Putin. Pero esos son sus problemas que no tienen nada que ver con nosotros. Berezovski es un producto de los años noventa, su principal proyecto político dio como resultado que Putin ocupara el Kremlin, con eso yo creo que está políticamente quemado.

P. Volviendo al tema electoral, ¿presentarán ustedes en marzo un candidato único?

R. Sin lugar a dudas. Ahora nos concentraremos en elaborar un programa mínimo que el candidato potencial haga suyo, y en otoño decidiremos quién será nuestro candidato.

P. Además del acuerdo mínimo de restablecer las instituciones democráticas, ¿elaborarán un programa más detallado, económico, por ejemplo?

R. Debe tener en cuenta que es bastante difícil ponernos de acuerdo en un programa económico, porque somos muy diferentes. Sí podemos hablar de medidas ineludibles de estabilización, pero no de un programa económico común serio. Teniendo en nuestras filas gente de derechas y de izquierdas creo que esto no es necesario. Lo que necesitamos primero es sentar las bases de un futuro desarrollo democrático. Sí estamos de acuerdo en una reforma política, que limite los poderes del presidente, que reduzca su Administración, que elimine la duplicación de funciones entre ésta y el Gobierno, que naturalmente debe ser elegido por el Parlamento. A las provincias se les devuelve el dinero y el poder, por supuesto se restablecen las elecciones a todos los niveles, la vertical de poder de Putin se elimina y es reemplazada por relaciones federativas. En esto todos estamos de acuerdo. También hay que tomar algunas medidas sociales, como devolver a la población el dinero perdido en las reformas de 1991-92. Esto es necesario para que el pueblo acepte lo ocurrido en 1992. Todo lo demás lo deberá resolver el nuevo Parlamento formado como resultado de nuevas elecciones libres.

P. ¿A qué se dedica además de la política?

R. Escribo libros. Además de la serie ajedrecística, este año terminé El ajedrez como modelo de vida, que aparecerá en España en septiembre próximo.

P. ¿Excluye usted un regreso al ajedrez?

R. Completamente. Yo no miro hacia atrás. Claro, sigo los torneos, escribo sobre ajedrez, pero nada más.

P. ¿Es usted optimista, cree que verá el fruto de su acción política?

R. Sin lugar a dudas.

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