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Reportaje:

"Uribe es inteligente. No se presentará candidato"

En entrevista a ELPAÍS.com, el ex alcalde de Medellín y segundo en los sondeos a la presidencia colombiana, Sergio Fajardo, cree "muy posible" que Ingrid Betancourt concurra en 2010

Es la gran pregunta en Colombia, la que domina las conversaciones en bares y oficinas. ¿El presidente Álvaro Uribe cambiará la Constitución para presentarse como candidato para un tercer mandato en 2010? Entre los colombianos, tal vez el más atento a esta decisión sea un matemático de 51 años del departamento de Antioquía. Sergio Fajardo, el alcalde conocido por haber transformado Medellín entre 2004 y 2007, lidera los sondeos a la presidencia, siempre y cuando Uribe, cuya popularidad alcanzó el 91% tras el rescate de Ingrid Betancourt, decida no presentarse.

La entrevista que el ex alcalde de Medellín concede a ELPAÍS.com comienza ahí, sobre cómo aspirar a la presidencia ante un gobernante con tal aprobación. ¿Cómo hacer campaña sin criticarlo? "No soy uribista ni antiuribista. Hay mucha gente que no lo entiende, pero no es el momento para señalar las cosas que faltan". Por respuestas así, a Fajardo se le acusa de no mojarse. No se sabe si es crítico o favorable al gobierno. Y él tampoco revela a quién ha apoyado en los últimos comicios. "El voto es secreto", dice burlón este candidato independiente, que culpa a los grandes partidos de la poca credibilidad de los políticos en Colombia.

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Si bien no señala los errores de Uribe (ni siquiera los casos de corrupción que se hicieron públicos), Fajardo elogia la política de su gobierno contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). "Creíamos que las fuerzas del ejército y de la guerrilla tenían fuerzas iguales, y él probó que estábamos equivocados", afirma. El único tema en el que se atreve a cuestionar a Uribe es precisamente la posible reelección. "Soy matemático y veo una contradicción. El presidente no puede hablar de estabilidad jurídica y al mismo tiempo cambiar la regla principal, la que dice quién va a gobernar la nación". Y, en un país preocupado por su economía, prevé lo peor si esto ocurriese: "La confianza de los inversores está basada en la estabilidad democrática. Uribe es inteligente, creo que no se presentará candidato. Sabe lo dañino que sería para nuestra democracia que se cambiasen las reglas a favor de una persona". Fajardo sabe que si Uribe resiste a la tentación del cambio constitucional, sus posibilidades de llegar a la presidencia aumentarían. Pero este doctor en Matemáticas por la Universidad de Wisconsin es prudente en las cuentas. Recuerda que "las encuestas son una fotografía", y que otros (u otras) rivales pueden no haber surgido aún.

"Es muy posible que Ingrid se lance"

Un sondeo de la empresa Yanhaas, en colaboración con el informativo del Canal RCN de televisión, colocaba a finales de julio (excluyendo el actual presidente) a Fajardo en el primer sitio de las preferencias electorales, con el 17,73% de los votos. El ex alcalde era seguido por Ingrid Betancourt (12,57%), y por el actual ministro de Defensa, Juan Manuel Santos (10,04%). Ante Uribe, habría una paliza: el presidente obtendría el 82,65% de los votos, contra el 3,74% de Fajardo. "Me preguntan si mantendría la candidatura contra Uribe. Digo que sí". Y sin Uribe, ¿sería Betancourt la principal adversaria? "Es muy posible que se presente. Cuando la secuestraron estaba en campaña. Tiene todo el derecho y las condiciones, pero todavía no ha vuelto".

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Mientras espera las decisiones de sus posibles adversarios, Fajardo se dedica a viajar por Colombia. Ha recorrido ya 25 capitales, con la estrategia de siempre: visitar los lugares más pobres, conocer a los líderes locales y presentar su web, www.sergiofajardo.com. Como candidato independiente, líder de un grupo que no tiene siquiera congresistas, no lleva bandera. Por eso la confusión: "A final ¿es usted de izquierdas o de derechas?"

"Prefiero a Zapatero sobre Berlusconi, a Obama que McCain"

A Fajardo no le gusta que le comparen a políticos o le acerquen a partidos. Repite exhaustivamente que es parte de "un movimiento cívico independiente". Algo "moderno", sin conexión con la máquina política tradicional. ¿De dónde viene el dinero para la campaña? "Hay unas empresas que colaboran. Yo he trabajado, doy conferencias. Además, nuestro modo de hacer política, caminando entre el pueblo, es barato", bromea. Insinúa también que se ahorra presupuesto al "no comprar líderes o votos". Después de alguna insistencia, desvela sus colores políticos o por lo menos a los líderes que admira. "Prefiero a Zapatero sobre Berlusconi, a Obama que McCain. La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, es una persona apreciable, y el presidente Lula ha construido un muy buen gobierno en Brasil". La simpatía por el centroizquierda latinoamericano permite suponer que marca las distancias con el estilo de gobernar del presidente venezolano Hugo Chávez. A Fajardo no le sientan bien las reformas constitucionales.

"Chávez y Uribe son muy distintos"

¿Y si Uribe altera la Constitución, se parecería a Hugo Chávez? Fajardo toma unos cinco segundos para pensar. "Son muy distintos, uno es un militar y el otro un abogado. Por supuesto que en el poder hay rasgos que se comparten, que son comunes, pero creo que son dos personas muy diferentes". ¿Los rasgos comunes? "Prefiero no responder".

En diciembre pasado, Chávez fue derrotado en un referendo con el que pretendía conseguir la aprobación de reformas a la Constitución que le permitirían, entre otras cosas, presentarse a la reelección. En Colombia, algunos partidarios del presidente Uribe dicen que un referendo sería la manera de cambiar "democráticamente" la ley de reelección, y así aprovechar el apoyo de más del 70% de la población para lograr un tercero mandato. Fajardo se opone: "La democracia no significa gente votando. Si el gobierno llama a votación por cada decisión que toma, la trivializaría", señala precisamente quien dejó como herencia en Medellín el presupuesto participativo: una forma en que el contribuyente decide -mediante repetidas votaciones- a dónde se destinan las inversiones. Pese a que su trabajo como alcalde ha sido reconocido con diversos premios en América Latina, Fajardo ha tenido que explicar en los últimos días por qué la violencia se ha vuelto a cobrar vidas en Medellín. Sus opositores le acusan de haber gastado demasiado dinero en publicidad y en obras costosas; y de dejar a su sucesor, Alonso Salazar, con las manos vacías.

"Él tiene que estar feliz y dichoso"

Cuando escucha críticas a sus cuatro años de gobierno en Medellín, Fajardo cambia el ritmo de voz. Se impacienta, habla acelerado. Sus opositores insinúan que su sucesor, Alonso Salazar, estaría insatisfecho con su herencia. "Él tiene que estar feliz y dichoso. Nos ganamos todos los premios en Colombia y él formaba parte de mi gabinete, trabaja con el 95% de mi equipo. Pero la política es, muchas veces, el arte de decir tonterías para hacerle daño a alguien", responde con voz alterada, la primera vez en una hora de conversación.

Fajardo disfruta, en contraste, al hablar sobre las obras que dirigió en Medellín. Como el Metrocable, un teleférico que comunica a las partes más pobres de la ciudad. Al Parque Biblioteca España lo califica como "la obra más hermosa de América Latina", que -añade- "está en la parte más pobre de Medellín". Admite que la violencia ha vuelto. En el primer semestre de 2007, la policía registró 270 homicidios. Hasta el 21 de junio de este año, iban 326. Pero lo considera un fenómeno nacional. "El gobierno ha detenido y ha abatido a muchos jefes del narcotráfico. Lo que hay ahora es una lucha entre los mandos medios". Una vez más, elogia la política de Uribe contra la guerrilla. Pero destaca: "el enemigo está deteriorado, no muerto".

"Es un error pensar que están acabadas las FARC"

Fajardo asume la debilidad de la guerrilla como una oportunidad. Primero, porque permitiría redistribuir la tierra y reasentar a una pequeña parte de los desplazados por la violencia -3 millones de personas, según Naciones Unidas, un récord mundial. Y también porque estas tierras permitirían aumentar la producción de alimentos en una época en que la palabra castellana comida y la inglesa commodity (mercancía) se parecen también en significado. Para conseguir estos progresos, defiende la política actual.

"Es un error pensar que las FARC están acabadas", señala antes de elogiar -una vez más- al actual presidente. "Con Uribe, las FARC dejan de ser el factor que decide lo que hacemos o no en Colombia". Tanta cercanía con el presidente ha dado margen a los rumores de que, en un eventual tercer mandato del gobierno uribista, Fajardo podría ser ministro. Él lo rechaza enfáticamente, separando bien las sílabas: "Nunca en la vida me han ofrecido un puesto en Colombia. No hago política para colocarme". Refuta también las críticas sobre su oportunidad de convertirse en un presidente sin partido en América Latina, donde los nombres pesan más que las siglas. Admite que lo ideal sería fortalecer a los partidos, pero que hoy en día "no es posible". Y se coloca como uno más. "Contra una persona, con una bala se tumba el proyecto. Nuestro movimiento es más que Sergio Fajardo", concluye.

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