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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

En la encrucijada del Cáucaso

El líder checheno pro ruso, Ramzán Kadírov, trata de aprovecharse de la crisis tras el atentado contra el presidente de Ingusetia

Rusia está en una encrucijada en el Norte del Cáucaso. El atentado que ha dejado malherido al dirigente de Ingushetia, Iunusbek Yevkúrov, ha dado al líder checheno Ramzán Kadírov la oportunidad de ampliar su influencia y de intentar ejercer su tutela en los territorios vecinos. Moscú debe decidir si cierra los ojos y deja hacer al checheno, que se ha caracterizado por su dureza, arbitrariedad y desprecio de la legislación federal, o por el contrario lo frena y le pone contrapesos.

Kadírov ha impuesto su orden en Chechenia y ha conseguido que aquella república separatista sea hoy más tranquila que las regiones limítrofes como Ingushetia, Daguestán y Kabardino-Balkaria, que con mayor frecuencia sufren, por una parte, atentados atribuidos a islamistas radicales, delincuentes y vengadores y, por la otra, indiscriminadas y violentas operaciones antiterroristas protagonizadas por fuerzas policiales y de seguridad.

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Tanto Chechenia como Ingushetia dependen de subvenciones de Moscú, que se evaporan en un entramado de corrupción. Desde que llegó al poder hace ocho meses, el general Yevkúrov se ha esforzado por acabar con esa lacra, lo que le ha granjeado numerosos enemigos, y también ha conseguido crear un clima de confianza con la oposición. Tras el atentado sufrido el 22 de junio, su estado es más grave de lo que se dijo inicialmente. Hasta hoy, Yevkúrov no había vuelto en sí, tenía dañado el cerebro, el hígado y otros órganos, y estaba en la UCI con respiración asistida. Si llega a recuperarse, no podrá ocuparse de su república durante largo tiempo, pero la inestabilidad de la zona obliga al Kremlin a buscar cuanto antes a alguien experimentado que controle el territorio y apoyarse en Kadírov resulta una gran tentación.

Operación antiterrorista

Desde mediados de mayo, Chechenia e Ingushetia llevaban a cabo una operación antiterrorista conjunta en la que han resultado muertos más de una veintena de guerrilleros. En ausencia de Yevkúrov, Kadírov pretende ahora asumir el mando en solitario. Es más, asegura que el presidente ruso, Dmitri Medvédev, con quien se entrevistó en Moscú, le ha encomendado esa tarea. "Yo mismo comprobaré y controlaré el curso de la operación", dijo, y adelantó que se proponía "exterminar a los terroristas y los islamistas radicales donde quiera que se escondan". Los hombres de Kadírov ya han actuado fuera de Chechenia, por ejemplo en el centro de Moscú donde en 2006, asesinaron a Movladi Baisárov, el ex jefe de un destacamento militar, que era leal a Moscú, pero crítico con el líder checheno.

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Para sustituir temporalmente a Yevkúrov se ha ofrecido el general Ruslán Áushev, que fue el más exitoso dirigente que ha tenido Ingushetia. Le apoyan los activistas de los derechos humanos y los líderes de la oposición, con los que Yevkúrov había logrado colaborar de forma fructífera. Kadírov ha reaccionado con evidente desagrado al ofrecimiento de Áushev, que, de ser aceptado por el Kremlin, limitaría su influencia y enterraría sus ambiciones de absorber Ingushetia.

Kadírov y Yevkúrov han ejercido políticas opuestas. El checheno es partidario de exterminar a los guerrilleros sin más remilgos, mientras que el ingush quiere convencer personalmente a los jóvenes de que no se echen al monte para unirse a la guerrilla. Kadírov recurre a la práctica de detener y amedrentar a parientes de opositores siguiendo la tradición caucásica, según la cual las responsabilidades son colectivas de todo el clan. Yevkúrov defiende la ley federal y las responsabilidades individuales. En las operaciones especiales de Chechenia hay desapariciones y torturas denunciadas por los activistas de derechos humanos, mientras que en Ingushetia Yevkúrov ha tratado de erradicar esas prácticas.

Lazos entre Chechenia e Ingushetia

Chechenos e ingushes son dos comunidades musulmanas, culturalmente emparentadas. En época de la URSS, ambas compartían un territorio administrativo único (la república de Checheno-Ingushetia) que fue dividido en 1991 para aislar a los separatistas chechenos. No obstante, las lindes entre Chechenia e Ingushetia no han llegado a formalizarse del todo. Los chechenos reclaman dos distritos (Sunzha y Malgobek), y no ocultan su ambición de reunificar ambas repúblicas, una idea que se debate de forma intermitente en Rusia, aunque Kadírov niega tener este proposito. En Chechenia había a principios de año 1.250.000 habitantes, en su absoluta mayoría chechenos. En Ingushetia, viven 530.100 personas, de las cuales un 75% son ingushes y un 20% chechenos.

Cualquier cambio de fronteras puede provocar una reacción en cadena en el Cáucaso. Los ingushes presionaban a Yevkúrov para que reclame el distrito de Prígorodni, controlado por Osetia del Norte, el territorio administrativo colindante por el oeste. Prígorodni pertenecía a la república de Checheno-Ingushetia, pero fue transferido a Osetia del Norte en 1944 cuando Stalin ordenó la deportación de ingushes y chechenos. Los ingushes pretenden que se les devuelva ese distrito e invocan la ley de rehabilitación de los pueblos represaliados, aprobada en 1991 cuando todavía existía la URSS. En 1992, los osetios, que son sobre todo cristianos, y los ingushes ya se enfrentaron violentamente por el control de Prígorodni, que por cierto es la tierra natal de Yevkúrov.

Equipos médicos trasladan al presidente de Ingusetia, Iunusbek Yevkúrov.
Equipos médicos trasladan al presidente de Ingusetia, Iunusbek Yevkúrov.AFP

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