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EE UU y Rusia, más cerca de un nuevo tratado de desarme nuclear

Obama y Medvédev han abordado el asunto en la cumbre de Copenhague.- Faltan detalles técnicos que se negociarán a comienzos del próximo año

Antonio Caño

Los presidentes de Estados Unidos y Rusia han avanzado este viernes en Copenhague en la negociación de un nuevo acuerdo de desarme nuclear pero pospusieron la firma hasta un próximo encuentro, probablemente para el mes que viene. El retraso obedece, según ambos países, a razones meramente técnicas y no es consecuencia de la aparición de discrepancias significativas.

Barack Obama ha encontrado tiempo en su intensísima actividad en la Conferencia del Clima para discutir con su colega ruso, Dmitri Medvédev, los últimos detalles de un nuevo tratado de limitación de armas estratégicas (START), que sustituya al que caducó el pasado 5 de diciembre.

"Hemos hecho excelentes avances y estamos muy cerca de un acuerdo", ha manifestado el presidente norteamericano tras la reunión. "Nuestras posiciones están muy cercanas, sólo quedan algunos detalles técnicos", ha informado Medvédev. Ninguno de los dos hizo mención específica a la posible fecha de la firma. Obama ha dicho únicamente que será "en el momento oportuno"; Medvédev ha añadido que "en un plazo breve".

Negociadores de los dos países continuarán trabajando en los próximos días en Ginebra en la redacción de un texto que, según fuentes de la Casa Blanca, podría ser firmado en la segunda mitad de enero en alguna ciudad europea. Las mismas fuentes dijeron que las diferencias pendientes están relacionadas con el proceso de verificación, al que la parte rusa parece poner algunas objeciones.

El documento que se prepara recoge, esencialmente, los términos de lo pactado por Obama y Medvédev durante la visita del presidente norteamericano a Moscú en julio pasado, es decir, la reducción de las cabezas nucleares de las 2.200 actuales a un número entre 1.500 y 1.675 como máximo por cada parte. Asimismo, en Moscú se acordó rebajar hasta la mitad el presente límite de 1.600 bombarderos, barcos o lanzadores terrestres con capacidad de utilizar misiles atómicos.

La firma de un nuevo START que sustituya al que firmaron en 1991 Mijaíl Gorbachov y el primer presidente George Bush, es vista por Washington únicamente como el primer paso de un ambicioso plan de desarme que intenta conseguir, para el final de esta Administración, un panorama internacional radicalmente distinto respecto a la amenaza nuclear.

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El diario The New York Times adelanta que Estados Unidos y Rusia están dispuestos a negociar el año que viene nuevos tratados que permitan la limitación de armamentos en áreas que nunca hasta ahora habían sido cubiertas, como la de las cabezas nucleares almacenadas o la de las armas atómicas tácticas.

Parte del armamento táctico -a Estados Unidos se le calcula un arsenal de entre 500 y 1.200- está desplegado en territorio europeo y en Turquía, justificado todavía por las tensiones de la Guerra Fría y por el temor a Rusia en los países del antiguo Pacto de Varsovia.

Clima propicio

La nueva relación construida entre Washington y Moscú tras la elección de Obama crea, a juicio de los expertos, el clima apropiado para la reducción de un tipo de armas que hasta ahora parecía innegociable. Medvédev ha confirmado en Copenhague, tras su conversación con el presidente norteamericano: "El resultado de nuestros esfuerzos reflejará el buen espíritu de las relaciones que se han establecido con la nueva Administración de Estados Unidos".

La voluntad de los presidentes no es, sin embargo, razón suficiente en un asunto como éste, en el que ambos países cuentan con poderosos focos de influencia que se resisten a perder capacidad militar en un mundo todavía sujeto a múltiples amenazas e incertidumbres.

En el caso particular de Estados Unidos, Obama tiene que hacer un difícil equilibrio entre su objetivo manifestado de avanzar hacia un mundo sin armas nucleares y no aparecer ante la opinión pública de su país como un presidente débil. La decisión de Obama de renunciar al proyecto del escudo antimisiles en Europa, que es la que permitió esta nueva primavera con Rusia, ya dio lugar a numerosas críticas en Washington por las excesivas concesiones que estaba haciendo la Casa Blanca.

La reducción de los arsenales nucleares es, no obstante, una de las prioridades de la agenda internacional de Obama, además de una de las razones por las que fue premiado con el Nobel de la Paz, y parece decidido a correr ciertos riesgos políticos para impulsarla. Para ello necesitará imprescindiblemente la colaboración de Moscú. Obama ha aludido hoy a Medvédev como "un socio muy eficaz" en ese camino.

El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, y su homólogo estadounidense, Barack Obama, hoy en Copenhague
El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, y su homólogo estadounidense, Barack Obama, hoy en CopenhagueEFE

El START

Firmado en 1991, el START entró en vigor el cinco de diciembre de 1994 y contemplaba que EE UU y la URSS debían reducir sus arsenales nucleares en los próximos siete años de tal forma que no tuvieran más de 6.000 cabezas nucleares cada uno. Verdad es que en la realidad, debido a las normas de contabilización de las cargas nucleares en los bombarderos pesados, resultaba que la URSS podía tener hasta 6.500 cabezas y EE UU hasta 8.500. El 6 de diciembre de 2001 Moscú y Washington anunciaron haber cumplido las metas del START; los expertos militares estimaban que a esa fecha Rusia tenía 1.136 portadores y 5.518 cargas nucleares, mientras que EE UU 1.237 y 5.948 respectivamente.

La OTAN "nunca atacará a Rusia"

El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen ha asegurado en Moscú que la Alianza "nunca atacará a Rusia". "Tampoco pensamos que Rusia nos atacará a nosotros. Tenemos que dejar de preocuparnos sobre este tema y Rusia debe dejar de hacerlo también", dijo a los estudiantes rusos de diplomacia, informa Rodrigo Fernández.

Rasmussen se entrevistó con Medvédev -la primera vez que el presidente ruso reciba al secretario general de la OTAN después de la guerra de Georgia- para discutir los temas pendientes. Las divergencias de principio continúan, particularmente en lo que se refiere al reconocimiento por parte de Moscú de Abjazia y Osetia del Sur, regiones que la mayoría de los países consideran parte integrante de Georgia, y a la ampliación de la Alianza.

En cuanto al plan impulsado por Medvédev de firmar un nuevo tratado de seguridad en Europa, Rasmussen consideró que no era un tema de actualidad, aunque dijo que bien podía discutirse en el marco de la OSCE. Rasmussen no cree necesario firmar un nuevo acuerdo puesta que ya se tiene un marco legal en esta esfera.

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