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Ecología e incentivos perversos

En México se subsidia la contaminación provocada por los autos

En México se subsidia la contaminación provocada por los autos

Arturo Herrera

Este miércoles, día de la tierra, una vecinita mía, de no más de seis años, deslizó debajo de mi puerta un pequeño dibujo al que agregó una petición de apagar la luz por 60 segundos a las 9:30 PM. Peticiones similares para detener el calentamiento global han venido de muchos activistas y políticos (estos últimos, presumiblemente mayores de seis años); en México, el presidente Felipe Calderón ha sido muy enfático en señalar que espera que en la próxima reunión sobre el cambio climático, de la cual será anfitrión en Cancún en noviembre, se llegue a acuerdos que se traduzcan en políticas y acciones efectivas.

Me parece muy acertado el llamado presidencial, pero además de voltear la mirada hacia fuera y exigir el concretar un acuerdo internacional se necesita voltear hacia adentro y hacer la tarea propia. Esto viene a cuento porque algunas políticas tributarias (en particular las que tienen que ver con el precio de la gasolina y el impuesto a la tenencia de vehículos) tienen efectos que coadyuvan al calentamiento global.

La contaminación producida por el uso del automóvil es una de las principales causas del calentamiento global; para corregir esto a menudo se recomienda utilizar políticas que privilegien el transporte público por encima del privado, y que aumenten el precio relativo de la gasolina, se supone que esto hará que se utilicen menos los vehículos y que la gente compre vehículos más pequeños y eficientes.

Esto último no es un asunto menor, el Banco Mundial ha estimado que si tan sólo en Estados Unidos la gente que utiliza vehículos suburbanos (los llamados SUV) los cambiaran por otros que cumplieran con los estándares de la Unión Europea, la reducción en emisiones al ambiente sería idéntica a la necesaria para dotar de energía eléctrica a 1,600 millones de habitantes, toda la población de Sudamérica, África y una parte de Asia, incluyendo la India.

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Esto no es nada nuevo, justo para reducir el consumo de bienes que generan "males" es que se crearon impuestos para desincentivar su consumo; así en diversos países productos como el alcohol, el tabaco y la gasolina (bienes que generan una "externalidad negativa") son gravados con un impuesto especial.

En México este impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) se aplica a estos bienes desde hace décadas con la idea de ayudar a disminuir el alcoholismo, el tabaquismo y la contaminación atmosférica. Sin embargo, en 1993 sufrió un cambio radical cuando se decidió utilizar el IEPS de la gasolina para estabilizar su precio y evitar que su volatilidad tuviera un impacto grave en la inflación.

De esta forma si el precio internacional de la gasolina es muy alto (como lo ha sido a partir del 2004 cuando el precio del petróleo aumentó de manera drástica) el IEPS se vuelve negativo, es decir en lugar de desincentivar el consumo de la gasolina, ¡ésta se subsidia!

Esto hace que no sólo se consuma más gasolina en México si no que también sesga las ventas hacia los vehículos de alto consumo. En el país, entre el 2002 y el 2008 la tasa de crecimiento promedio de los vehículos deportivos de lujo y ligeros estuvo cercana al 9%, mientras que la de los vehículos compactos y subcompactos fue de 7.4% en el primer caso y de tan sólo 5% en el segundo.

Más aún, durante su campaña presidencial Felipe Calderón prometió eliminar el Impuesto sobre Tenencia o Uso de Vehículos; la razón no era tributaria o ambiental sino política; este es un impuesto particularmente impopular, las historias que corren sobre el, que nació para financiar los Juegos Olímpicos de 1968 (cierto), que es el único país en el que aplica (falso) generan una gran resistencia a su pago.

Como consecuencia de ello la ley sobre la tenencia fue ya cambiada y existe un estado (Querétaro) donde fue eliminada. Así pues, por razones de estabilización de precios, como el caso del IEPS de la gasolina, o por razones políticas, como en el caso de la tenencia, la estructura impositiva mexicana favorece el consumo de automóviles y gasolina.

Tal vez la pregunta que nos deberíamos de hacer es si existe alternativa, me parece que sí y la respuesta está en el transporte público, cualquier decisión costará mucho pero habría que recordar que tan sólo en el 2008 el subsidio a la gasolina vía el IEPS negativo fue de 223 mi millones de pesos (18.1 mil millones de dólares), parte de esos recursos pudieron usarse para iniciar un proyecto de infraestructura del transporte.

Está claro que cualquier decisión destinada a disminuir el consumo de gasolina generará resistencias tanto políticas como por los costos económicos de implementar un programa alternativo de transporte. Pero me parece que son justo a estas resistencias, a nivel internacional, a las que se ha venido refiriendo reiteradamente el presidente Calderón cuando llama a construir acuerdos en Cancún, tiene toda la razón, pero su autoridad moral será mayor si antes de noviembre próximo logra hacer algo en escala nacional que sirva de ejemplo y que muestre que puede tomar decisiones difíciles a favor del medio ambiente.

Arturo Herrera es economista.

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