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Brasil se olvida de la crisis

Los ingresos y el empleo superan los niveles de septiembre de 2008. -El país creó un millón de puestos formales el año pasado

Las elecciones presidenciales brasileñas se celebrarán el próximo 3 de octubre y, si se puede hacer una lectura en clave electoral de estos datos, no habría que divagar mucho para concluir que juegan a favor de la candidata del Partido de los Trabajadores (PT) y protegida de Lula, Dilma Rousseff. ¿La razón? Ella misma lo explicó en una entrevista concedida recientemente a este periódico: "El éxito de Lula también es el mío".

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, no necesita hacer grandes malabarismos para que la realidad confirme sus pronósticos. Para sus críticos, se trata de suerte. Para los defensores de su gestión, no es más que el afinado olfato que Lula ha ido perfeccionando a lo largo de décadas fajándose en las trincheras de la política. Independientemente de cuál sea el caso, o de si es una combinación de ambos, ayer un nuevo paquete de indicadores económicos vinieron a confirmar lo que Lula, ante la mirada escéptica de muchos, vaticinó hace un año y medio: que Brasil no estaba atravesado ninguna crisis y que simplemente estaba capeando una "marejadilla" financiera que no dejaría grandes secuelas.

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Según los datos divulgados por la Confederación Nacional de Industria (CNI), los ingresos y el empleo en el sector industrial brasileño superaron por primera vez en mayo de este año los niveles previos a septiembre de 2008, cuando se sitúa el inicio de la crisis. Tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI) como los mercados han revisado al alza sus previsiones de crecimiento para este año, y ahora pronostican un aumento del producto interior bruto (PIB) superior al 7% en 2010. La demanda de crédito, principalmente en los estratos más bajos de renta, también ha aumentado un 16,6% en el último año, algo que confirma las dos caras de una misma moneda: por un lado, el recalentamiento de la economía brasileña y, por otro, las mejoras en el sistema de créditos al consumo. Lo que en otro contexto podría parecer contradictorio, en este país se torna un engranaje perfectamente engrasado.

Lula, que se encontraba ayer de visita oficial en Zambia, no tardó en reaccionar a las noticias: "Cuando teníamos crisis en Zambia o en Brasil, aparecía rápidamente el FMI o el Banco Mundial para enseñarnos lo que teníamos que hacer y para opinar sobre nuestra políticas. Ahora que la crisis la viven los países ricos, el FMI guarda un silencio profundo y el Banco Mundial se ha quedado mudo. O sea, no saben dar respuesta a la crisis de la misma manera que creían saberlo con los países pobres". La andanada pega una vez más en la línea de flotación de ambas instituciones, que Brasil pretende adaptar a un nuevo orden planetario en el que las potencias emergentes englobadas en el grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) tengan un mayor protagonismo.

El CNI informó ayer de que los ingresos de la industria crecieron el pasado mayo un 2,1% respecto al mes anterior. El dato supera en un 2,3% los ingresos contabilizados en septiembre de 2008. Durante los cinco primeros meses de 2010, la facturación del sector industrial, uno de los motores de la economía brasileña, aumentó un 12,5%. El empleo en este sector también ha registrado un aumento considerable: un 0,4% en mayo respecto a abril y un acumulado del 3,6% en los cinco primeros meses del año. En 2009, Brasil generó casi un millón de nuevos empleos formales.

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Las últimas proyecciones económicas del FMI para Brasil apuntan a un crecimiento del 7,1% en 2010, más de un punto y medio por encima de las previsiones divulgadas el pasado mes de abril (5,5%). La institución financiera también pronostica un aumento del 4,2% del PIB en 2011. Los datos del FMI no difieren mucho de los análisis de mercado divulgados por el Banco Central de Brasil (crecimiento del 7,2% en 2010 y del 4,5% en 2011).

El vertiginoso aumento de la demanda de créditos al consumo (del 16,6% en el primer semestre del año, en relación al mismo periodo de 2009) confirma que Brasil está afrontando una de sus cuentas pendientes: reducir unos altísimos tipos de interés que frenan el acceso de los consumidores al crédito.

BLOOMBERG

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