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Los conservadores acarician un histórico segundo mandato en Suecia

La recuperación económica impulsa a la coalición de Gobierno.- Nunca los socialdemócratas se han quedado fuera del poder por dos legislaturas.- La derecha xenófoba experimenta un fuerte ascenso

Tras cuatro años de Gobierno conservador, Suecia se acerca a las elecciones generales previstas para el domingo en un clima político marcado a la vez por la poderosa recuperación de la economía y el ascenso de la derecha xenófoba de los Demócratas Suecos. Todos los sondeos coinciden en augurar una histórica confirmación en el poder de la alianza del primer ministro, Fredrik Reinfeldt, impulsada por los buenos datos económicos: el PIB crece a un ritmo del 4,5%, y la tasa de paro ronda el 8%, pero en descenso desde hace algunos meses. Si se confirmaran las previsiones, sería la primera vez en la historia sueca que los socialdemócratas permanecen más de una legislatura fuera del Gobierno.

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Reinfeldt dirige una coalición compuesta por cuatro partidos (liberales, democristianos, moderados y centristas) que promete seguir en la ya emprendida labor de reducción de impuestos, avanzar en el programa de privatizaciones del importante parque de propiedades del Estado y endurecer la respuesta a la criminalidad. En política exterior, Reinfeldt se declara genéricamente partidario de que Suecia se integre en la OTAN, pero no es probable que semejante revolución se concrete en la próxima legislatura. Suecia no combate una guerra desde hace 200 años, y la población es mayoritariamente reticente a involucrarse en la Alianza Atlántica. Los sondeos conceden al bloque burgués entre un 47% y un 50% de los votos.

Por el bando izquierdo, la dirigente socialdemócrata Mona Sahlin encabeza un bloque tripartito, compuesto por su propia formación, Verdes e Izquierda. La coalición se presenta como paladina de la defensa del Estado de bienestar, rechaza privatizaciones y propugna restaurar el impuesto patrimonial. Defensora de una actitud neutral e internacionalista en política exterior, el bloque izquierdista adoptaría una postura de renovada atención a la integración de los inmigrantes. Los sondeos le otorgan una cuota de entre el 40% el 42% de los votos. Los socialdemócratas, en concreto, tras cosechar su peor resultado de la historia hace cuatro años con el 35%, parecen esta vez incapaces incluso de superar el 30%. Un dato traumático para la fuerza política fundadora de la Suecia moderna, en el poder durante 65 de los últimos 78 años.

Ascenso de la extrema derecha

Si los buenos datos económicos explican la fortaleza de los conservadores, el alto flujo migratorio está provocando un fuerte ascenso de la derecha extrema incluso en la tradicionalmente civilizadísima, tolerante y acogedora Suecia. Tras décadas de generosa política de asilo y aceptación de extranjeros, un 14% de los 9,4 millones de residentes en el país nació en el extranjero, y otro 6% nació en Suecia de padres extranjeros.

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En algunas zonas urbanas la concentración de extranjeros es muy elevada, y el grado de integración limitado. La transición de la economía de un sistema manufacturero a uno de servicios ha complicado la absorción en el mercado laboral de inmigrantes poco cualificados. El partido antiinmigración de los Demócratas Suecos ha cabalgado la ansiedad de muchos ante esta situación y por primera vez en la historia debería ser capaz de superar el umbral del 4% requerido para entrar en el Parlamento. Las últimas encuestas le conceden un 7%, cosechado sobre todo con un discurso populista, pero también a la vacuidad de los discursos de muchos competidores en esta materia.

La vicisitud no es marginal, ya que su entrada en el hemiciclo podría dejar sin mayoría absoluta a las dos coaliciones principales, obligando al vencedor a una complicada negociación con partidos externos, o directamente a un Gobierno de minoría. Reinfeldt ha declarado que, en una situación de minoría, intentaría pactar con los verdes.

La campaña ha evidenciado una evolución política que ha alejado el país de la profunda ideologización de décadas pasadas. Por un lado, Reinfeldt supo hacer converger al centro los conservadores, asumiendo buena parte de las políticas históricamente implantadas por los socialdemócratas. Por el otro, los socialdemócratas parecen desprovistos de nuevas y poderosas ideas. Y, más allá de la política, la sociedad sueca parece alejarse por sí misma de los ideales colectivistas y tolerantes que la marcaron, y navega hacia un modelo más homologable al individualismo reinante en el resto de Occidente.

Suecia sigue siendo un país con un poderoso Estado del bienestar, nadie piensa en desmantelarlo, pero nadie tampoco piensa en regresar al nivel de expansión del sector público alcanzado en el siglo pasado. La recaudación fiscal del Estado sueco llegó a situarse casi en el 55% del PIB, nivel máximo en la OCDE. Hoy navega alrededor del 46%.

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