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Seis millones de encuestadores inician el mayor censo de China

Los funcionarios se enfrentan a la desconfianza ciudadana y a la existencia de hijos o inmigrantes sin registrar

El Gobierno chino ha iniciado hoy el censo que realiza cada década para contar a la totalidad de su población. Seis millones de encuestadores han sido movilizados para visitar, entre el 1 y el 10 de noviembre, alrededor de 400 millones de hogares desde la gélida provincia de Heilongjiang, en el norte, a la cálida Yunnan, en el sur, pasando por el remoto Tíbet. Pero no será fácil. Pekín ha reconocido que tendrá que hacer frente a la resistencia de mucha gente, que desconfían del uso que pueda hacerse de los datos recolectados o que rechazan sacar a la luz hijos que no han registrado para evitar las multas que impone la política de hijo único.

"El censo es la base necesaria para las políticas de educación, cuidado sanitario, empleo y beneficios y ayudas sociales", asegura en un editorial el Diario del Pueblo, órgano oficial del Partido Comunista Chino. La encuesta, que incluye, para la inmensa mayoría, 18 preguntas -como el grupo étnico o el nivel de estudios-, tendrá un coste de 700 millones de yuanes (75 millones de euros). El último cómputo, realizado en 2000, fijó la población en 1.295 millones de personas, frente a los 594 millones del primer recuento, efectuado en 1953. La estimación hecha en 2009 estableció la población en 1.334 millones de personas.

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El sexto censo nacional que realiza el país asiático en su historia contará por primera vez la gente en el lugar en el que reside, no donde está registrada legalmente. China tiene un estricto sistema de registro, conocido como hukou, que ata administrativamente a cada ciudadano a su lugar de origen. Este sistema niega en la práctica el acceso de los emigrantes procedentes de otras provincias a servicios sociales, como el desempleo, el seguro médico o la escolarización gratuita de sus hijos. El sistema, puesto en marcha en la década de 1950 para impedir grandes movimientos de población, ha sido muy criticado en los últimos años a pesar de que se ha relajado.

Pekín espera que los datos recogidos permitan cuantificar mejor los cambios demográficos ocurridos y el tamaño de las ciudades, que se encuentran en un rápido proceso de mutación. También mostrará el nivel de desequilibrio de género en este país en el que la preferencia de las familias por un hijo varón lleva a muchas mujeres a abortar si se encuentran embarazadas de una niña, y permitirá obtener datos recientes sobre el envejecimiento de la población, uno de los grandes retos a los que se enfrenta el Gobierno. El cómputo realizado en 2000 mostró que el 64% de los chinos residían en las zonas rurales.

Pero los encuestadores se van a encontrar con serias dificultades en el país más poblado del planeta. Muchos chinos sienten una profunda desconfianza hacia las autoridades, y existe una gran masa flotante de trabajadores emigrantes -más de 200 millones-, muchos de los cuales tienen horarios muy irregulares y viven en alojamientos temporales. Las autoridades temen que los inmigrantes o quienes tienen hijos no registrados se nieguen a abrir las puertas de sus casas. Aún así, confía en que el margen de error del recuento sea menor del 2%.

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El Gobierno ha intentado dar garantías de que mantendrá la confidencialidad de los datos y ha asegurado que realizará descuentos en las multas a aquellas familias que registren durante el periodo del censo a los hijos que no están declarados. Por todos lados han sido desplegadas pancartas verdes con eslóganes animando a la población a que coopere, un cambio curioso, ya que las pancartas de propaganda chinas son normalmente rojas.

Los encuestadores tienen la facultad de acudir a la policía si alguien se niega repetidamente a contestar a las preguntas. Pero en Internet ya han surgido sugerencias para escabullirse. "Cuando llamen a tu puerta, abre, pregunta a qué vienen, responde que no estás disponible en ese momento y diles que te pidan una cita. Luego, cierra la puerta", dice una de ellas. El censo incluirá por primera vez a los extranjeros residentes en China, aunque los datos recabados serán muchos menos. Los principales resultados se publicarán en abril del año que viene.

Un matrimonio chino contesta a las preguntas de la encuestadora en su casa en Pekín.
Un matrimonio chino contesta a las preguntas de la encuestadora en su casa en Pekín.AP

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