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Japón, una década de incidentes nucleares

En los últimos diez años una serie de accidentes han quebrado la confianza de los japoneses en la energía atómica, que asegura el suministro de un tercio de la electricidad en un país desprovisto de carbón y petróleo

EL PAÍS

Pese a ser el único país que ha sido víctima de dos explosiones atómicas -Hiroshima y Nagasaki, en 1945-, la absoluta falta de combustibles, tanto de petróleo como carbón, llevó a Japón en la década de los 50 a abrir sus puertas a la energía nuclear. Hoy tiene 54 reactores, que producen el 30% de la electricidad que consume.

La tragedia que vive Japón desde el pasado viernes se agrava con el transcurso de las horas, conforme la alarma nuclear se extiende por el país. Desde el viernes, se han registrado casi 300 réplicas del devastador seísmo, y la Agencia Meteorológica nipona ha indicado que hay un 70% de posibilidades de que se produzcan réplicas de hasta 7 grados en la escala Richter. El frente atómico no se ha quedado en Fukushima. La central de Tokai (a solo 120 kilómetros de Tokio) anunció que también tenía problemas de refrigeración en su reactor número dos". En otra central nuclear, la de Oganawa, a 70 kilómetros al norte de Sendai, aumenta la preocupación de las autoridades japonesas tras detectar aumentos en los niveles de radiactividad.

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Un accidente muy grave

En los últimos veinte años una serie de incidentes nucleares han quebrado la confianza de los japoneses en este tipo de energía, que asegura el aprovisionamiento de un tercio de la electricidad en un país desprovisto de materias primas.

El primer incidente en un complejo nuclear japonés tuvo lugar en 1981 en la planta de Tsuruga, cuando alrededor de 45 personas que trabajaban en su reparación se vieron expuestas a radiaciones. Tras ese momento, no se produjo ningún incidente grave durante 14 años. A partir de 1995, sin embargo, los accidentes se suceden en cadena. En diciembre de ese año, un reactor de la planta nuclear de Monju, al oeste del país, sufre un grave accidente. La central permaneció cerrada durante seis años.

El año 1997 fue negro para la industria nuclear nipona. Y las repercusiones alcanzaron a la capital, Tokio. En noviembre, un incendio arrasó un laboratorio de enriquecimiento de uranio en el noreste de la ciudad, aunque no provocó ninguna fuga. En otro accidente, un reactor de la Tokio Electric Company sufrió un pequeño escape que, según las autoridades, no llegó a la atmósfera. En la planta de Fugen, 13 trabajadores estuvieron expuestos a radiaciones de baja intensidad. El incidente provocó el reconocimiento por parte de las autoridades de otras 11 fugas no notificadas en los tres años anteriores.

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El más grave de la historia nuclear japonesa

En 1999, en la instalación nuclear de Tokaimura, de la empresa JCO Y ubicada a solo 140 kilómetros de Tokio y dedicada a reprocesar combustible nuclear para las centrales atómicas japonesas, un grave error de operación provocó una reacción nuclear incontrolada. Durante varias horas amenazó con extenderse al resto de la planta y desatar un proceso de fisión descontrolada. La fuga de uranio provocó la muerte de dos operarios y otras 438 personas resultaron afectadas por las radiaciones.

En 2004, cinco trabajadores muerieron a consecuencia de un escape de vapor de agua en la sala de turbinas de uno de los reactores de la planta nuclear de Mihama (Japón).

En 2007, un terremoto de magnitud 6,8 en la escala de Richter sacudió el noroeste de Japón y causó una fuga de agua radiactiva en la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa, la mayor del mundo por su potencia. Produce más de 8.200 megavatios, suficientes para garantizar el suministro eléctrico a un 12% de la población.

Un hombre mira la destrucción en un área cubierta de agua en Ishinomaki, en la prefectura de Miyagi, Japón.
Un hombre mira la destrucción en un área cubierta de agua en Ishinomaki, en la prefectura de Miyagi, Japón.XINHUA/ GAMMA-RAPHO (GETTY)

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