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Reportaje:

Guantánamo como telón de fondo

Dick Cheney asegura que "el programa de interrogatorios" de la prisión condujo a la captura del líder de Al Qaeda.- Amnistía Internacional solicita información al Gobierno de Estados Unidos por la muerte de Bin Laden

Al poco de conocer la muerte de Osama bin Laden, el exvicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney aseguró ayer: "Supongo que el programa de interrogatorios mejorado que llevamos a cabo produjo algunos de los resultados que condujeron a la captura final de Bin Laden". El hombre más poderoso de la Administración de George W. Bush se refería en una entrevista en la cadena Fox a los métodos utilizados en la prisión de Guantánamo. La polémica en torno al famoso penal surge de nuevo tras conocerse que la información que sirvió para dar con el paradero del líder de Al Qaeda salió, según fuentes oficiales norteamericanas, del interior de Guantánamo.

Un día después de la muerte de Bin Laden, la euforia desatada en Estados Unidos contrasta con las dudas suscitadas por organizaciones de derechos humanos que se ciernen sobre los medios empleados por el Gobierno norteamericano para conseguir tan apreciado e histórico fin. Eric Holder, fiscal general de EE UU, ha dado hoy un respaldo firme ante la Cámara de Representantes a la operación que acabó con la vida de Bin Laden. "Fue legal, legítima y apropiada", ha dicho. Amnistía Internacional (AI) ha pedido, sin embargo, a los Gobiernos de EE UU y Pakistán que expliquen qué pasó con los restos de Bin Laden y con el resto de personas muertas. "Obama ha acabado con todo atisbo de esperanza en que su Gobierno devuelva la primacía del derecho", asegura Esteban Beltrán, director de AI en España. En esta nebulosa que cubre la muerte del líder de Al Qaeda aparece Guantánamo, la prisión que el presidente de EE UU, Barack Obama, dijo que quería cerrar al día siguiente de tomar posesión de su cargo en 2009.

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Escenario de pesadillas

Bajo esta sombra, ahora, Guantánamo, escenario de pesadillas para centenares de prisioneros, ha sido la clave para encontrar y matar a Bin Laden. Según la versión oficial estadounidense, del penal salió la información que llevó a localizar al terrorista más buscado del planeta en una mansión fortificada en Abbottabad, a 60 kilómetros de Islamabad. Uno de los detenidos de la cárcel reveló en agosto pasado el nombre en clave de un mensajero de Bin Laden, a quien la CIA consiguió identificar después y seguir la pista.

Esta información ganó fuerza entre las paredes de Guantánamo cuando dos de los detenidos de más alto nivel negaron rotundamente conocer ese nombre, según informa The New York Times. Tanto Khaled Sheikh Mohammed, el autor intelectual de los atentados del 11-S contra las Torres Gemelas y el Pentágono, como Abu Abu Al-Libi, jefe de operaciones de Al Qaeda, aseguraron que nunca habían oído el nombre del mensajero que trabajaba para Bin Laden.

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Fue Cofer Black, el exjefe del Centro de Contraterrorismo de la CIA de 2002 a 2004, quien dijo "después del 11-S nos quitamos los guantes". Se refería a las autorizaciones que permitían que los presos interrogados en Guantánamo y las cárceles secretas de la CIA en África, Asia y el este de Europa pudieran ser sometidos a castigos como golpearles en la cabeza, simular intentos de asfixia, someterlos a temperaturas heladas o dejarlos en largos periodos de aislamiento con el único objetivo de sacar información sobre Bin Laden y sus colaboradores.

Cheney, cerebro de la lucha contra el terror y el terrorismo global, justificó ayer Guantánamo, así como toda la historia de cárceles secretas y torturas llevada a cabo por la inteligencia norteamericana en los últimos años, con el fin de Bin Laden. Entrevistado también en Fox, el exsecretario de Defensa de George W. Bush, Donald Rumsfeld, se sumó ayer a la defensa de la prisión y dijo que la muerte del terrorista más buscado pudo ser resultado del trabajo en el penal: "Recuerdo a la gente reírse y hablar despectivamente del hecho de que en Guantánamo la gente de allí eran simplemente conductores de Al Qaeda o guardaespaldas de Al Qaeda, que eran gente de bajo nivel, de ese tipo de: ¿Por qué estaban allí si eran de tan bajo nivel? Bueno, el hecho es que esa es la mejor manera de averiguar dónde está la gente mayor y qué es lo que están haciendo, cuáles son sus hábitos y patrones. Y resulta que, en este caso, eso es exactamente lo que pasó".

No es la primera vez que la Administración de Bush defiende Guantánamo. El propio expresidente estadounidense justificaba en sus memorias, Decision Points, publicadas a finales de 2010, la tortura asegurando que ayuda a salvar vidas. "El método es duro pero la CIA aseguró que no producía daños permanentes", justificaba Bush en su libro en referencia al waterboarding, técnica que simula el ahogamiento en el detenido. "Se utilizaron métodos de tortura oficialmente aprobados en un ámbito secreto. Cientos de personas fueron detenidas sin cargo ni juicio ni revisión legal", señala Beltrán quien recuerda que AI lleva años pidiendo el cierre de Guantánamo.

La polémica surge ahora por los métodos que se han podido utilizar para llegar hasta el líder de Al Qaeda. En repetidas ocasiones, AI, Naciones Unidas y la Cruz Roja han instado a EE UU a investigar las torturas a presos en Guantánamo, como el waterboarding. Pero estas organizaciones también han criticado el empleo de otras torturas como privación del sueño, desnudez prolongada, exposición a bajas temperaturas y agresiones físicas. "La tortura es un delito muy grave, repugnante e ilegal. Es en muchas ocasiones incluso ineficaz. Pero aún siendo eficaz no está justificada. Lo que debería hacer Estados Unidos es iniciar una investigación penal", señala el director de AI en España.

Falta de investigación

La filtración de los papeles de Guantánamo, por parte de Wikileaks y publicados por el diario EL PAÍS, revela que el andamiaje jurídico para encarcelar a 779 personas se ha basado en delaciones y autoinculpaciones extraídas bajo presiones sistemáticas. De esta forma, uno de cada tres presos delató a sus compañeros. Asimismo, los documentos secretos del Departamento de Defensa sobre los presos de Guantánamo demuestran que el objetivo principal del penal es "explotar" hasta la saciedad la información de cada preso sobre sus presuntas actividades en la yihad global y sobre las pistas que podían conducir, principalmente, hasta Bin Laden, y también hasta Ayman al Zawahiri y el mulá Mohamed Omar. Interrogadores militares, agentes de la CIA y un equipo de psiquiatras se ocupan de intentar sacar de cada preso todo su "potencial informativo" empleando técnicas inconfesables que nunca aparecen reflejadas en sus informes. Según los documentos filtrados, la salud del preso no es un impedimento para mantenerlo encerrado si se cree que oculta información valiosa.

Para el actual mandatario estadounidense, Guantánamo se ha convertido en un callejón sin salida. Obama heredó de George W. Bush un laberinto imposible cuya solución está muy lejos de lo que el presidente demócrata prometió a los pocos días de acceder al poder en 2009. Su promesa, transformada en una orden ejecutiva, ha resultado una empresa imposible. Cientos de telegramas enviados por las Embajadas de Estados Unidos y el Departamento de Estado durante los dos últimos años han dado cuenta de las presiones y las duras negociaciones con decenas de países para lograr que la prisión de Guantánamo estuviera cerrada en enero de 2010. Sin embargo, los norteamericanos encontraron férreas resistencias en Europa y en el resto del mundo que trataron de contrarrestar con todo tipo de ofertas económicas o políticas.

Paradójicamente, ahora, Guantánamo se ha convertido en la llave para el mayor éxito militar de Obama, que ha despertado un nuevo orgullo nacional y acrecentado su posibilidad de reelección bajo la sombra de una realidad tenebrosa.

Un preso en la prisión estadounidense de Guantánamo, en noviembre de 2008.
Un preso en la prisión estadounidense de Guantánamo, en noviembre de 2008.BRENNAN LINSEY (AP)
Osama Bin Laden, durante una rueda de prensa en Kabul en 1998.
Osama Bin Laden, durante una rueda de prensa en Kabul en 1998.REUTERS

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